Transmisión . Морган Райс
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Читать онлайн книгу Transmisión - Морган Райс страница 13
Kevin ya había resuelto cómo contestar a eso con Luna.
—Vi algunos números. Cuando los busqué, resultaron ser la ubicación de algo llamado el sistema Trappist 1.
—Uno de los candidatos más prometedores para la vida extraterrestre —dijo la Dra. Levin—. Aun así, ¿entiendes mi problema ahora? Dices que viste esos números, y te creo, pero tal vez los viste porque los habías leído en algún sitio. Yo no puedo redireccionar los recursos del SETI basándome en eso y, en cualquier caso, no estoy segura de que podamos hacer algo más en referencia al sistema Trappist 1. Para algo así, necesitaría algo nuevo. Algo que no se pudiera haber conseguido de otra forma.
Kevin imaginaba que estaba intentando decepcionarlo de la forma más delicada posible pero, aun así, dolía. ¿Cómo podía proporcionarles eso? Entonces pensó en lo que había visto en el vestíbulo. Debía de haberlo visto por alguna razón, ¿no?
—Creo… —No estaba seguro de si decirlo o no, pero sabía que tenía que hacerlo—. Creo que vais a recibir una señal de algo llamado Pioneer 11.
La Dra. Levin lo miró durante dos segundos.
—Lo siento, Kevin, pero eso no parece muy probable.
Kevin vio que su madre fruncía el ceño.
—¿Qué es Pioneer 11?
—Es una de las sondas espaciales profundas que ha mandado la NASA —explicó la Dra. Levin—. Atravesó nuestro sistema solar, mandando datos y tenía la velocidad suficiente para mandarlos más allá de los límites del sistema solar. Por desgracia, el último contacto que tuvimos con ella fue en 1995, así que realmente no creo que…
Paró cuando su teléfono empezó a sonar y lo sacó como para ignorar la llamada. Kevin vio el momento en el que se quedó parada y miró fijamente.
—Lo siento, tengo que cogerlo —dijo—. ¿Sí, hola, qué pasa? ¿Puede esperar un momento? Estoy en medio de… bueno, si es tan urgente. ¿Una señal? ¿Me estás llamando porque están llegando datos a la NASA? Pero la NASA siempre tiene… Paró de nuevo, echó un vistazo a Kevin, la incredulidad era evidente en su rostro. Aun así, lo dijo—. ¿Puedo adivinarlo? —dijo al teléfono—. ¿Acabáis de recibir algún tipo de señal de la Pioneer 11? ¿Sí? No, no puedo decírtelo. No estoy segura de que me creyeras si lo hiciera.
Colgó el teléfono y miró fijamente a Kevin como si lo estuviera viendo por primera vez en aquel momento.
—¿Cómo lo hiciste? —preguntó.
Kevin encogió los hombros.
—Lo vi cuando estaba esperando en el vestíbulo.
—¿Lo viste? ¿De la misma manera que “viste” este paisaje extraterrestre? —La Dra. Levin lo miró fijamente y Kevin tuvo la sensación de que estaba intentando deducir algo. Probablemente intentando deducir alguna manera en la que pudiera haber hecho trampa con esto, o hacer que sucediera.
Pasó casi un minuto hasta que tomó una decisión.
—Creo —dijo la Dra. Levin, con el tono cuidadoso de alguien que intenta asegurarse de que no se ha vuelto loca— que es mejor que vengas conmigo.
CAPÍTULO SEIS
Kevin y su madre siguieron a la Dra. Levin desde las instalaciones del SETI hasta un coche que parecía demasiado pequeño para pertenecer a alguien de su posición.
—Es muy respetuoso con el medio ambiente —dijo, en un tono que daba a entender que se había enfrentado mucho a esa pregunta—. Vamos, será más fácil que os lleve a los dos en coche. Son bastante estrictos con la seguridad.
—¿Quiénes? —preguntó la madre de Kevin.
—La NASA.
A Kevin se le cortó la respiración al oírlo. ¿Iban a hablar con la NASA? Tratándose de extraterrestres, eso era incluso mejor que el SETI.
El viaje en coche a través de Mountain View fue corto, como mucho de unos cuantos minutos. Aun así, fue lo suficientemente largo para que Kevin mirara a través de las ventanas a las compañías de alta tecnología esparcidas por la zona, evidentemente atraídas hasta allí por la NASA y Berkeley, la presencia de tanta gente inteligente en un solo lugar las había llevado en la misma dirección.
—¿En serio que vamos a ir a la NASA? —dijo Kevin. Casi no podía creérselo, lo cual no tenía sentido, dadas las cosas que había tenido que creerse en los últimos días.
Las instalaciones de la NASA eran todo lo que no había sido el edificio del SETI. Eran grandes, desplegadas por varios edificios y situadas en un lugar en el que conseguía tener vistas tanto de las colinas que la rodeaban como de la bahía. Había una oficina de turismo que básicamente era una carpa construida a una escala que parecía difícil de creer, de un blanco luminoso con el logotipo de la NASA pintado. Pero pasaron de largo de ella, hacia una zona que estaba cerrada al público, tras una valla metálica y una barrera donde la Dra. Levin tuvo que enseñar una identificación para que pudieran entrar.
—Me esperan —dijo.
—¿Y quiénes son ellos, señora? —preguntó el guardia.
—Son Kevin McKenzie y su madre —dijo la Dra. Levin. Vienen conmigo.
—Ellos no están en la…
—Vienen conmigo —dijo la Dra. Levin de nuevo y, por primera vez, Kevin se dio cuenta del tipo de dificultad que su posición implicaba. El guardia dudó por un instante y, a continuación, sacó un par de pases de visitante, que la Dra. Levin les entregó. Kevin se lo colgó del cuello y le pareció un trofeo, un talismán. Con esto, podía ir a donde quería. Con esto, la gente lo creía de verdad.
—Tendremos que ir a las áreas de investigación —dijo la Dra. Levin—. Por favor, id con cuidado de no tocar nada, pues algunos de los experimentos son delicados.
Los llevó hasta dentro del edificio que parecía estar compuesto mayoritariamente de delicadas curvas de acero y cristal. Este era el tipo de lugar que Kevin había esperado tratándose de Mountain View. Así era cómo un lugar que observaba el espacio debía ser. Había laboratorios a ambos lados, con el tipo de equipo avanzado que daba a entender que podían probar casi cualquier cosa que el espacio lanzara en su dirección. Había lásers y ordenadores, mesas de trabajo y aparatos que parecían diseñados para la química. Había talleres llenos de equipos de soldar y partes que podrían haber sido de coches, pero que Kevin quería creer que eran para vehículos para usar en otros planetas.
La Dra. Levin iba preguntando a medida que avanzaban, al parecer intentando descubrir dónde estaban todos los que estaban relacionados con la noticia del mensaje de la Pioneer 11. Siempre que pasaban por delante de alguien, ella lo paraba y a Kevin le apreció que conocía a todos los que estaban allí. Puede que el SETI estuviera separado de todo esto, tal y como decía ella que lo estaba, pero era evidente que la Dra. Levin pasaba mucho tiempo aquí.
—Oye,