El libro de las mil noches y una noche. Anonimo

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El libro de las mil noches y una noche - Anonimo

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yo,!Oh buena tortuga! He visto mi ribazo dispuesto a ser invadido por los lobos del aire, y para que no me impresionaran de mala manera sus caras desagradables, he preferido dejarlo todo y marcharme hasta que Alah quiera compadecerse de mi suerte".

      Cuando la tortuga oyó estas palabras, dijo al martín-pescador:

      "Desde el momento en que es así, aquí me tienes entre tus manos, dispuesta a servirte con toda mi abnegación y a hacerte compañía en tu abandono e indigencia, pues ya sé lo desdichado que es el extranjero lejos de su país y de los suyos, y cuán dulce es para él hallar afecto y solicitud entre los desconocidos. Y yo, aunque sólo te conozco de vista, seré para ti una compañera atenta y cordial".

      Entonces, el martín-pescador dijo:

      "!Oh tortuga de buen corazón, que eres dura por fuera y tierna por dentro! ¡Comprendo que voy a llorar de emoción ante la sinceridad de tu oferta! ¡Cuántas gracias te doy! ¡y cuán razonables son tus palabras acerca de la hospitalidad que se ha de conceder a los extranjeros, y la amistad que se ha de otorgar a las personas en el infortunio! Porque verdaderamente, ¿qué sería la vida sin amigos y sin las conversaciones con los amigos, y sin las risas y las canciones con los amigos? ¡El sabio es el que sabe encontrar amigos conforme a su temperamento, pues no se puede considerar amigos s los seres con los que hay que tratar en razón del oficio, como yo trataba con los martín- pescadores de mi especie, que me envidiaban por mis pescas y mis hallazgos! Asi es qe ahora deben estar muy contentos con mi ausencia esos tristes compañeros, que sólo saben mostrar sus mezquinos intereses, ¡pero nunca piensan en elevar su alma hacia el Dador! Siempre están con el pico vuelto hacia la tierra.! Y tienen alas, pero no las utilizan! ¡Por eso la mayoría de ellos no podría volar aunque quisiera! ¡Sólo se sumergen y a veces se quedan en el fondo del agua!

      Al oír estas palabras, la tortuga, que escuchaba silenciosa, exclamó: "!Oh martínpescador, baja para que te abrace!" Y él bajó del arbol, y la tortuga le besó entre los ojos, y le dijo:

      "!Verdaderamente,!Oh hermano mío! No hás nacido para vivir em comunidad com lãs aves de tu raza, que etán completamente desprovistas de sutileza, y no poseen modales exquisitos! ¡Quédate conmigo, y nuestravida será agradable em este rincón de la tierra, perdido en medio del agua, a la sombra de esteárbol y entre el rumor de las olas!"

      Pero el martín pescador le dijo: "!Te doy las gracias hermana tortuga, pero: ¿y los niños? ¿Y mi esposa?"

      La tortuga respondió:

      "¡Alah es grande y misericordioso! ¡Nos ayudará a transportarlos hasta aquí, y pasaremos días tranquilos y libres de toda zozobra! " Al oírla, el martín-pescador dijo:

      "¡Oh tortuga! demos juntos gracias al Optimo, que ha permitido que nos reuniéramos!" Y exclamó: ¡Loor a Nuestro Señor! Da riquezas a unos y pobreza a otros. Sus designios son sabios y bien calculados. ¡Loor a Nuestro Señor! ¡Cuántos pobres son ricos en sonrisas! ¡Cuántos ricos son pobres de alegría!

      En este momento de su narración,

      Schehrazada vió aparecer la mañana, y se calló discretamente.

      Entonces el rey Schahriar dijo:

      "¡Oh Schehrazada! tus palabras alejan de mí los feroces pensamientos. ¡Quisiera saber si conoces historias de lobos, por ejemplo, o de animales montaraces!"

      Y contestó Schehrazada: "¡Precisamente son las historias que mejor conozco!"

      Entonces el rey Schahriar dijo:

      "¡Apresúrate, pues, a contarlas!"

      Y Schehrazada prometió contarlas en la noche venidera.

       Y CUANDO LLEGO LA 149ª NOCHE

      Cuento del lobo y el zorro Schehrazada dijo:

      Sabe, ¡oh rey afortunado! que el zorro, cansado de las continuas iras de su señor el lobo, y de su constante ferocidad, y de sus intrusiones en los últimos derechos que al zorro le quedaban, se sentó un día en el tronco de un árbol, y se puso a reflexionar.

      Después dió un brinco lleno de alegría, porque se le había ocurrido una idea que le parecía la solución. Y enseguida corrió en busca del lobo, hallándole al fin con el pelo todo erizado, el hocico contraído y de muy mal humor. Desde lo más lejos que pudo divisarle, besó la tierra, llegó humildemente ante él, y aguardó con los ojos bajos que le interrogase.

      El lobo gritó: "¿Qué te pasa, hijo de perro?" Y el zorro dijo: Perdona, ¡oh señor! mi osadía, pero tengo una idea que exponerte y un ruego que dirigirte, si tienes a bien otorgarme una audencia".

      El lobo gritó: "¡Ahorra palabras, y en cuanto acabes, márchate en seguida, o te romperé los huesos!"

      Entonces el zorro dijo: "He notado, ¡oh señor! que desde hace algún tiempo IbnAdán nos hace una guerra incesante. ¡Por todo el bosque no se ven más que trampas y lazos de todas clases! Como sigamos así, llegará a ser inhabitable el bosque. ¿Qué te parecería de una alianza entre todos los lobos y todos los zorros para oponerse en masa a los ataques de Ibn-Adán y prohibirle que se acerque a nuestro territorio?"

      Al oír estas palabras, el lobo exclamó:

      "¡Digo que eres muy osado pretendiendo mi alianza y mi amistad, falso, enclenque y miserable zorro! ¡Ahí tienes, por tu insolencia!" Y le sacudió una patada que lo tumbó en el suelo, medio muerto.

      El zorro se levantó renqueando, pero se guardó muy bien de mostrar ningún resentimiento; al contrario, revistió el aspecto más sonriente y contrito, y dijo al lobo: "¡Señor, perdona a tu esclavo su falta de tacto y su escaso trato social! ¡Reconozco mis faltas, que son muy grandes! ¡Si no las hubiese advertido, ese golpe tan terrible como merecido que me acabas de dirigir, y que bastaría por sí solo para matar a un elefante, me las habría mostrado sobradamente! "

      El lobo, algo calmado por la actitud del zorro, le dijo: "¡Así aprenderás para otra vez a no meterte en lo que no te importa!"

      El zorro contestó: "¡Cuánta razón tienes!

      Ya lo dijo el sabio: "¡No hables ni cuentes nada hasta que te lo pidan, y no contestes antes que te pregunten! Y no te olvides de atender solamente lo que pueda interesarte.

      Pero sobre todo, guárdate bien de prodigar consejos a quienes no hayan de comprenderlos, y no los des tampoco a los malos, que te tomarían ojeriza por el bien que quisieras hacerles".

      Tales eran las palabras que el zorro decía al lobo, pero por dentro pensaba: "¡Ya me tocará la vez, y este lobo me pagará la deuda hasta lo último porque la arrogancia, la provocación, la insolencia y el orgullo necio tienen al fin y al cabo su castigo! ¡Humillémonos pues, hasta que seamos poderosos!" Después el zorro dijo: "¡Oh mi señor lobo! ya sabes que la equidad es la virtud de los poderosos, y la bondad y la dulzura de modales los dones y el ornamento de los fuertes. El mismo Alah perdona al culpable arrepentido. Ahora bien; mi crimen es enorme, ya lo sé, pero mi arrepentimiento no es menor, pues ese golpe doloroso que has tenido la bondad de darme, me ha estropeado el cuerpo pero me ha remediado el alma y esto es para mí un gran motivo de júbiilo. Ya lo dijo el sabio:

      "El castigo que te impone la mano de tu maestro, tendrá al principio cierta amargura pero después te sabrá más dulce que la miel clarificada".

      Entonces

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