Como desees. Cary Elwes

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Como desees - Cary Elwes

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subiéndome a la espalda de mucha gente gigantesca tratando de encontrar a ese tipo, porque cuando nos reuníamos con ellos y les pedíamos que leyeran el papel, todos decían: «Podría hacerlo mejor si te me subieras a la espalda en esta escena». Hubo un tipo, que había ganado el concurso del hombre más fuerte del mundo, y ahí estaba yo, subido a su espalda mientras intentaba leer sus líneas. Conocimos a un par de tipos más, incluido Richard Kiel, que había hecho de Jaws en la película de James Bond La espía que me amó y Moonraker. Pero ninguno de ellos era el adecuado.

       ROB REINER

      Fue Bill Goldman el que dijo: «Tendríais que echar un vistazo a André el Gigante». Todos conocíamos a André porque lo habíamos visto pelear, pero no tenía ni idea de si sabía actuar o no. Nos reunimos con él en un hotel de París, y cuando entramos, el director dijo: «Hay un hombre esperándolos en el bar». Así que entramos en el bar; tenía exactamente el mismo aspecto que Fezzik en el libro. Era como una masa de tierra sentada en un taburete. Subió a nuestra habitación a hacer la prueba. Teníamos preparada una escena de tres páginas, y no entendí ni una palabra de lo que dijo. Además, nunca había estado en un solo sitio más de dos semanas; siempre estaba viajando por todo el mundo. Le dije: «Sabes que esto son quince semanas, ¿verdad?» Y él contestó: «Yo lo hago, jefe». Entonces añadió: «¿Quieres que interprete estas tres páginas durante quince semanas?». Pensó que eso era todo su papel. Así que le dije: «No, no, sales en toda la película. Hay muchas escenas». Y volvió a decir: «Yo lo hago, jefe». Así que se marchó (realmente era un tipo muy dulce) y yo me volví hacia Andy y le dije: «Madre mía. No sé si puede hacer esto». Pero era perfecto para el papel. Tenía el aspecto idóneo.

      ~

      En ese mismo momento, la puerta de la ornamentada sala se abrió y entró el mismísimo gigante…, André. Fue como una escena de una vieja película del Oeste, donde el tipo entra en la cantina y todo el mundo se queda quieto, incluido el pianista. Lo primero que recuerdo sobre él, aparte de su enorme altura, por supuesto, era su hermosa, dulce y radiante sonrisa. Era una sonrisa gigante, y la razón de ello era que tenía unos dientes de tamaño normal, así que se le veían todos cuando abría la boca. Tuvo que agacharse bastante al pasar por la puerta para no golpearse la cabeza contra el marco; obviamente, algo a lo que se había acostumbrado con los años. Recuerdo que Rob nos presentó y vi mis dedos desaparecer cuando nos dimos la mano, completamente sepultados por una palma más grande que un guante de béisbol. Si quieres hacerte una idea de lo grandes que eran, busca en Google «André el Gigante» y «lata de cerveza», y entenderás de lo que estoy hablando. Según su página web oficial, su talla de zapato era un 56 y su muñeca medía unos treinta centímetros de circunferencia. ¡De pie solo le llegaba al ombligo!

      En retrospectiva, André parecía haber nacido para aquel papel, como dijo Rob: «Cuando anuncias un casting para buscar un gigante no es que recibas un montón de llamadas». Era un auténtico gigante, con sus 2,25 metros de altura y sus 255 kilos. Según Rob, al principio André expresó su inquietud respecto a aparecer en la película. Era francés (su verdadero nombre era André René Roussimoff), y al parecer se sentía muy inseguro acerca de su habilidad para hablar inglés con fluidez. Rob alivió sus preocupaciones al enviarle una cinta con una versión grabada de la escena de Fezzik que quería que viese, para que la estudiara y luego, si estaba interesado, hacer una prueba para el papel. Cosa que hizo para Rob y Andy cuando viajaron a París tras encontrarse conmigo en Berlín. Cuando la prueba terminó, Rob se volvió hacia él y le dijo: «Ha estado genial, André. ¡Es tuyo, amigo!».

      —Gracias, jefe —respondió.

      Habría que remarcar que, pese a su colosal tamaño, André llamaba a todo el mundo «jefe» como método para desarmarlos de una manera encantadora.

      ~

       ROB REINER

      Lo que hice fue grabarle en cintas todo el papel. Lo representé y André lo estudió una y otra vez y lo pilló. Quiero decir, no tuvimos ni que repetirlo. Así que André era la tercera pieza. Si no hubiera conseguido a alguno de ellos, no podría haber hecho la película.

       ANDY SCHEINMAN

      Rob y yo grabamos todas las escenas de André en cinta. Rob hacía de André y yo hacía de cualquier otro que estuviera en la escena. Y André caminaba por ahí con los auriculares puestos, con la cinta puesta todo el tiempo. Escuchándola, entendiéndola. ¡Y funcionó! Lo hizo genial.

      ~

      Finalmente, todo el guion se grabó en una cinta para que comprendiera y memorizar a su papel. E hizo un gran trabajo con ello, pese a que el inglés no era su lengua materna y a no estar en las mejores condiciones de salud. Al parecer tenía programada una operación de espalda.

      La primera mesa italiana fue una experiencia extraordinaria. Había muchísima gente con talento en una única sala. En más de una ocasión tuve que tragarme los nervios que me provocaba estar trabajando con un grupo tan extraordinario de gente con un gran talento. Miré a Chris Sarandon y pensé: «Este es el tío al que nominaron a un Oscar por su interpretación de Leon, su primer papel en el cine, en una de mis películas favoritas de Sidney Lumet, Tarde de perros».

      Miré hacia otro lado y vi a Wally Shawn, e instantáneamente pensé no solo en su notable actuación y maravilloso guion en Mi cena con André, sino también en sus papeles en Empieza el espectáculo y Manhattan.

      Y allí estaba Mandy, a quien reconocía de Ragtime, de Milos ̌ Forman, charlando en una esquina con Chris Guest. Ambos eran auténticos veteranos del mundillo. ¡Era una locura! Todo el mundo parecía tener un currículum más prestigioso que el mío. Incluso Fred Savage había acumulado una increíble cantidad de papeles en televisión a la tierna edad de diez años. Esto no era «el típico grupo de Hadassah», como bien señaló Goldman una vez. Aunque hice todo lo que pude para ocultarlo, desarrollé un ligero complejo de inferioridad.

      ~

       CHRIS SARANDON

      La audición fue algo así: entré por la puerta y Rob y Bill Goldman fueron ambos muy amables y encantadores. Y dije: «Lo siento, no puedo contenerme. ¡Los Knicks han fichado a fulano de tal!». Entonces, Bill Goldman y yo procedimos a hablar sobre el draft de los Knicks durante los siguientes diez o quince minutos. Ambos estábamos realmente enfadados. Al final de la conversación me sentía muy cómodo porque solo éramos un par de tipos de Nueva York hablando de baloncesto. Y entonces, Rob me dijo: «¿Te importaría leer la escena?». Y eso hice; era la escena en la que Humperdinck le pregunta a Buttercup si lo consideraría una alternativa al suicidio. Creo que escogieron esa escena porque es muy divertida, pero la leí con total seriedad. Y Rob simplemente se partió de risa porque…, bueno, en primer lugar, es el mejor público del mundo. Y de golpe me encontraba en un avión rumbo a Inglaterra para rodar la película.

      ~

      Hubo otras sorpresas ese día, como la inesperada presencia del guionista Buck Henry, ataviado con su característica gorra de béisbol y gafas. No tenía nada que ver con La princesa prometida, pero estaba en Londres de casualidad por otro negocio y se alojaba en el hotel. Aunque nunca nos habían presentado, obviamente conocía su trabajo. Allí estaba un hombre cuya carrera como actor y guionista abarcaba ya tres décadas, desde la creación de Superagente 86 a mediados de los sesenta con Mel Brooks, a los guiones para El graduado, Trampa-22 y El cielo puede esperar, entre otros muchos. Era amigo de Rob y un presentador invitado habitual de Saturday Night Live. Creo que todos sentían que, si Buck quería estar presente en la lectura, ¿por qué diantres no iba a ser así? Claramente no estaba allí

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