Summa Cosmologiae - Breve tratado (político) de inmortalidad. Fabián Ludueña Romandini
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4.7.La pysché presenta, no obstante, un carácter de excedencia en relación a cualquier determinación finita de los cuerpos. Su reino no es, siquiera, lo infinito continuo (aun si lo engloba) y su modo de existencia no es unitario. La biografía es una ilusión de la temporalidad de la memoria y un reflejo del ego. La grafía de la vida no se deja atrapar ni siquiera por la letra pero se desliza siempre en la opacidad del trazo.
4.8.La hipótesis de la inmortalidad sólo puede defenderse como un corolario de la tesis, formalmente filosófica y no dependiente de la ciencia cuántica, de la pluralidad de los mundos posibles. Esto conlleva admitir que los diversos mundos posibles no necesariamente se rigen por las mismas leyes epistémicas de nuestro mundo. Por ende, los únicos postulados comunes en el infinito son los que hacen posible la pluralidad de los mundos posibles en la disyunción en el Ser.
4.9.La trans-mundaneidad es el fundamento que permite el acceso a la región de lo Invisible (tò aóraton). Lo Invisible es el poliedro de fuerzas exo-endógenas que dan consistencia al ego en la acosidad.
4.10.La muerte puede definirse como la disolución del ego o la dispersión, en un mundo posible determinado, del principio de individuación.
4.11.Los fragmentos, las imágenes, los ecos de una vida en un mundo posible pueden volver a converger en una integral de individuación diferenciada traspasándose en otro. Ciertamente, la configuración “antropomorfa” no goza de ningún privilegio. En otros mundos posibles, esta puede tener lugar como resultar completamente desconocida en beneficio de otras formas de individuación.
4.12.Nuestra propia ilusión de existencia originaria (nacimiento) en este mundo no es más que una subrepción del ego que no deja verse como estructura predeterminada por otros mundos posibles y principios de individuación que lo anteceden formalmente.
4.13.Del mismo modo, la existencia póstuma es imposible a título individual pero necesaria dentro del marco de la teoría de la pluralidad de los mundos donde el ego no es sino el conjunto vacío que se forma –como singularidad– debido al efecto de trans-mundaneidad que la pysche hace suyo dada su constitución disyunta. Aun así, las formas de la pysché-corporalidad tampoco deben revestir caracteres similares al nuestro en infinitos mundos posibles. Otros cuerpos, una forma de psyché completamente diferente, entran en el campo de la para-metafísica de los mundos posibles. En mundos posibles para-ontológicamente más próximos, incluso, la psyché-corporalidad puede ser similar a la nuestra mas nunca sinonímica y la diferencia establece la especificidad de un mundo otro.
4.14.La pluralidad de los mundos se pueden clasificar en, al menos, dos clases: los mundos fácticos (propios del ámbito del Ser) y los factuales (propios del ámbito del Outside). La disyuntología hace suya la tarea de ocuparse de las propiedades de los mundos posibles y, por tanto, la metafísica es un subconjunto incluido en otro mayor en cuanto a sus elementos de pertenencia.
4.15.La pluralidad de los mundos no admite la necesariedad (pero sí la contingencia) de los tres grandes principios metafísicos: no contradicción, razón suficiente y antropismo. De allí que la lógica sólo pueda tener utilidad ontológica regional. Se torna, por tanto, necesario utilizar una ilogicidad para-metafísica en la comprensión de los mundos posibles que escapan a las determinaciones de lo verdadero y lo falso.
4.16.La trans-mundaneidad indica que ningún mundo es cerrado y, al contrario, todos se encuentran en directa vinculación pues se trata del modo mismo de su efectivización óntica.
4.17.La pluralidad de mundos posibles acaecen, en primer lugar, como resultado de un principio de decoherencia para-ontológica: la disyuntología demuestra la inexistencia del Uno-múltiple pero instala el infinito.
4.18.La infinitud de mundos posibles se entrelazan entre sí, cuando ocurre, por un efecto après coup de la pluralidad. El “eterno retorno” marca la repetición diferenciada de acontecimientos en diversos mundos posibles y no en el acontecer recursivo del mismo mundo. No obstante, hay mundos posibles que jamás conocerán determinada variación de una singularidad presente en un mundo cualesquiera.
4.19.La pluralidad de mundos posibles explicada por medio de la disyuntología no invalida la hipótesis del continuo sino que muestra que la disyunción es un principio que actúa como determinante estructural del binomio continuo-discreto.
4.20.Todo conjunto proposicional tiene sus principios limitativos. Por principio de estructura de la pluralidad, tanto la ecopraxia ontológica como la repetición resultan inviables. Ergo, no es posible que existan dos mundos idénticos entre sí. La asimetría determina la relación entre los mundos posibles.
4.21.Enunciados mítico-mistéricos como aquellos que proclaman, desde la Antigüedad helenística, la emigración de los dioses o la desaparición de los Oráculos no marcan un fenómeno teológico sino una capacidad (temporalmente) perdida para hallar los caminos del noroeste entre los trans-mundos posibles.
4.22.Sólo una doble disociación, por un lado, de la filosofía respecto de la teología política cristiana y, por otro, del orden jurídico-prescriptivo, puede tornar nuevamente pensable, sobre bases por completo inéditas, el problema para-metafísico de la inmortalidad. El dogma de la resurrección de la carne no es, en este sentido, un problema filosófico genuino sino una quaestio del derecho canónico y, por tanto, uno de los pilares teológico-políticos que presidieron el orden del mundo durante la Era de Homo. No es casual, por tanto, que los Póstumos hayan transformado un dictum jurídico en una utopía política transhumanista de la hiperciencia.
4.23.La presuposición originaria del mundo como continuo (xunón) daba sustento a las teorías de la metafísica clásica sobre la inmortalidad del alma. En el eón del discontinuo, en cambio, es tarea de la disyuntología recoger el guante de esa interrogación auroral para llevarla allende la metafísica.
4.24.Por esta razón, la teoría de la inmortalidad se sitúa más allá de la ontología matemática del ser y de la lógica del aparecer objetual para ir en busca de una para-metafísica del Ultra-Ser.
5.1.La filosofía es scientia suprema sin relación necesaria con el sistema de las (post)ciencias empírico-abstractas. Su horizonte se desarrolla en el saber acerca del no-saber o, más precisamente, en el pasaje del noroeste donde se tocan ambas polaridades. En suma, su ambición implica poder dar cuenta de la región del sin-sentido ilógico.
5.2. Como corolario, lo inefable no constituye un límite para su decir.
5.3.La terapéutica de la clarificación escéptica de los pensamientos no puede, en el mejor de los casos, más que ser una propedéutica para la post-metafísica.
5.4.Cuando la filosofía aborda la post-metafísica se convierte, por tanto, en ultra-filosofía del Ser, pues la disyunción marca su acceso a la región para-ontológica.
5.5.Lo impensable que no puede ser dicho es el punto de partida del decir disyuntológico.
5.6.Si el sujeto metafísico es el límite y no una parte del mundo, el sujeto post-metafísico se constituye en el Afuera del límite del lenguaje a partir del axioma según el cual el Outside es, respecto del lenguaje, su interior.
5.7.La ultra-filosofía, por definición, se aleja de cualquier matriz geodésica. El ecosistema de Gaia no es el locus del filosofar sino meramente un posición contingente. Lo ultra-filosófico no puede más que resolverse en el misterio de la cosmogénesis.