Summa Cosmologiae - Breve tratado (político) de inmortalidad. Fabián Ludueña Romandini
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8.4.En este contexto, se prescinde del principio antrópico en todas sus formas, comenzando por el dogma teológico-político de un Dios omnipotente, causa eficiente del universo existente o de cualquier mundo posible.
8.5.La pluralidad de mundos puede darse en número o en especie, en el Ser o en el más allá del Ser. La realidad se constituye en la agregación destotalizante de los diferentes conjuntos posibles de esa pluralidad. De igual modo, el axioma de la inmortalidad descansa sobre el postulado que sostiene dicha pluralidad.
8.6.La nóesis cosmológica no requiere del acceso a un mundo a-humano objetivamente independiente de todo viviente. Al contrario, su epicentro de pesquisa no es otro que la propia psyché, punto de convergencia de los universos paralelos en la contradicción precaria y el ensamblaje provisorio de la identidad individuada. El macrocosmos transfinito de mundos posibles encuentra un punto de manifestación en las facultades supra-humanas como la imaginación de las que la psyché es sede vacante de cualquier consistencia sustancial y, por esa misma razón, andamiaje de la disyunción en el Ser.
8.7.La cosmología disyuntológica está disociada de los postulados materiales de la física de los universos paralelos o de las branas y considera la especulación sobre el cosmos como un problema eminentemente para-ontológico.
8.8.Ninguna especulación sobre la cosmogénesis y la pluralidad de los mundos posibles puede prescindir de su campo más específico de manifestación: la inmortalidad como problema filosófico.
8.9.La teoría de la pluralidad de mundos posibles determina la noción de verdad. De esta forma, en cada mundo considerado puede existir una exactitud relativa a las reglas de su estructura. Se trata, en estos casos, de una exactitud regional. Otros mundos posibles, a su vez, pueden carecer de las modelizaciones de lo verdadero y de lo falso.
8.10.Puesto que resulta imposible abarcar la verdad como el Uno de la totalidad de los mundos posibles, sólo es dado establecer un sistema de concordancias de exactitudes relativas según los mundos posibles. La noción de verdad permanece, entonces, como patrimonio del sujeto que resulta de la convergencia entre el principio de individuación y el Outside.
8.11.La teoría filosófica de los mundos posibles sólo puede tener una vecindad de conjunto pero carece de toda homonimia con conceptos –no siempre con toda justicia derivados de la física cuántica– tales como “realidades alternativas” o “universos paralelos”. La teoría de los mundos posibles incluye la posibilidad de los mundos imposibles (inadmisibles desde el punto de vista de la ciencia física) y que sólo pueden ser fuente de especulación de la disyuntología para-metafísica.
8.12.La disyuntología, al poner en entredicho las reglas inamovibles de la lógica modal, las transforma en para-ontologías de lo fáctico y lo factual. En ese contexto, una sola necesariedad se establece según el siguiente enunciado: “es necesario que sea posible la existencia de la pluralidad de mundos”. Dicha necesariedad es un axioma para-metafísico que se sustenta en el carácter plurívoco del Ultra-Ser como disyunción.
9.1.El “caso Aby Warburg” no representa un episodio de los anales de la psiquiatría. La “ciencia sin nombre” de Warburg no es otra cosa que el síntoma más acabado de un final de la metafísica que no puede decir su nombre.
9.2.Estenografiar el nombre de Warburg equivale a trazar un plano de convergencia donde, una de las últimas veces en la era de Homo, tuvo lugar una lucha titánica por la comprensión del ámbito de lo Invisible en la era de su forclusión.
9.3.La puesta en evidencia de la disyunción que habita el Pathosformel warburguiano abre las puertas hacia la comprensión de la psyché, a la vez individual y colectiva, ontológica e histórica, que resulta una clave de comprensión casuística de la agencia de la pluralidad de mundos bajo la forma de un principium individuationis.
9.4.La voluptuosidad determina la existencia de los cuerpos y cifra su secreto cosmológico. La cosmología se transforma, por tanto, en la scientia sexualis por excelencia. La sexualidad, portadora de la disyunción, es el vehículo corporal de lo Invisible.
9.5.La figurabilidad de toda imagen trae al centro de la reflexión filosófica el vacío que, desprovisto de toda arché, resulta la condición de posibilidad del Ser disyunto y de su consecuente prolapso en la subsistencia allende la existencia.
10.1.Agotada ya la Era de Homo, todo el edificio de la ética milenaria que le perteneció ha fenecido con ella. El postulado de la pluralidad de los mundos reclama una ética a la altura de la nueva cosmología.
10.2.El universo ilimitado ha condenado a la política, ciencia del límite, a su irremediable ocaso.
10.3.Frente la hiperciencia de los Póstumos y su nuevo orden mundial teológico-digital cabe sopesar si existe la posibilidad de una ética que pueda asumir los postulados lógico-ontológicos de un sistema cósmico donde la infinitud y la inmortalidad marquen los rasgos distintivos de una contrapolítica de la disyuntividad para-metafísica.
10.4.Las respuestas que se otorguen a las proposiciones anteriores serán el nuevo Monte Análogo donde se decidirá el futuro de Gaia frente al irrefrenable Titanismo de los Póstumos.
11. La antropotecnia es una post-ontología regional de la espectrología. La espectrología se resuelve en una ultra-política, y esta última encuentra su sentido en una cosmología cuyo centro sea el problema de la inmortalidad. En todos los casos, la disyunción del Ser es un rasgo específico aglutinante. La disyuntología deberá ser futuramente abordada desarrollando los principios que rigen la para-metafísica como ciencia nueva.
Topología de la nóesis
# 1.
Entre los años 1945 y 1948, en la cesura epocal de la Europa contemporánea, Ludwig Wittgenstein pergeñaba su filosofía a contracorriente del nuevo orden epistémico-político, entonces en gestación, que haría su entrada triunfal en los albores del siglo XXI. Por entonces juzgaba que la conducta humana estaba regida por la “imprevisibilidad (Unvorhersehbarkeit)”. Este diagnóstico se sostenía sobre un lema que hoy sería tenido por escandaloso: “una de las ideas filosóficas más peligrosas (gefährlichsten) es, curiosamente, la de que pensamos con la cabeza o en la cabeza (mit dem Kopf oder im Kopf denken)” (Wittgenstein, 2007: 605).
El filósofo austríaco ponía en entredicho que el pensamiento fuese un fenómeno orgánico (organischer) y, por tanto, dudaba de que un proceso de origen inorgánico (anorganischer) pudiera cumplir el mismo propósito. De este modo, una “prótesis del pensamiento (Denkprothese)” carecería de sentido. Esta prognosis se deduce de una tesis de fondo: resulta imposible “leer en los procesos cerebrales procesos de pensamiento (aus Gehirnprozessen Denkprozesse abzulesen)” (Wittgenstein, 2007: 608). Dicho de otro