La universidad como proyecto modernizador. Óscar Pulido Cortés
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LA UNIVERSIDAD LATINOAMERICANA EN LA PERSPECTIVA MODERNIDAD/COLONIALIDAD
Al finalizar la década de los noventa un conjunto de intelectuales lati- noamericanos se congrega en torno a discursos, intereses y perspec- tivas de varias disciplinas que propende por pensar desde las Ciencias Sociales y la Filosofía, especialmente, las posibilidades de un pensa- miento y acción propia sobre Latinoamérica. Logran concretar una apuesta académica que va a ser esbozada en lo que denominaron pro- grama modernidad/colonialidad4. Dentro de las preocupaciones del grupo mencionado surgen como categorías de análisis la decoloniali-
3 Proceso mediante el cual los intereses de las políticas gubernamentales hacen un trán- sito de los intereses por consolidar la nación, lo propio, la identidad, a discursos y prác- ticas de orden mundial. Es decir, la influencia de los organismos internacionales en la consolidación de las estrategias regionales. Para el caso de la universidad, el asumir el modelo estadounidense que, para el caso de Latinoamérica, pretende ser hegemónico.
4 Santiago Castro-Gómez. “Decolonizar la universidad. La hybris del punto cero y el diálogo de saberes”, en Santiago Castro-Gómez y Ramón Grosfoguel. El giro decolonial. Bogotá: Siglo del hombre editores, 2007, 13.
dad5 y la colonialidad del poder6, ubicando el problema central en el convencimiento de que el colonialismo no ha terminado y que, a lo que Latinoamérica y el mundo asisten a finales del siglo XIX y durante todo el siglo XX y lo que va recorrido del XXI, es a la “transición del colonialismo moderno y su materialización en la colonialidad global, proceso que ciertamente ha transformado las formas de dominación desplegadas por la modernidad, pero no la estructura centro-periferia a escala mundial”7.
El grupo de estudios modernidad/colonialidad toma como punto de referencia las transformaciones del capitalismo global, luego de la Segunda Guerra Mundial, y afirma que aunque el modelo colonial moderno en apariencia termina con el desarrollo de organismos de orden internacional en financiación, políticas de paz, intervención en la cultura y la educación, organizaciones de seguridad e inteligencia, lo que ocurre es un desplazamiento y un proceso de sofisticación en las formas de acción sobre la periferia, para que ella siga subordinada. A su vez presenta situaciones más aberrantes que las del colonialis- mo moderno. La decadencia de la supremacía de los Estados-nación y de los controles políticos frente a la economía, muestra una aparente autonomía y predominio donde los ciudadanos y trabajadores pueden inf luir en la fría lógica de la ganancia capitalista u oponerse a ella;
5 Es una perspectiva de análisis que plantea que la descolonización iniciada por las colo- nias españolas y luego inglesas y francesas en los siglos XIX y XX es incompleta pues se limitó a lo jurídico político, en la medida en que se instauran los “estados-nación” en las periferias, con sus apropiaciones y formas particulares de organización y desarrollo. En este sentido la decolonialidad es un enfoque teórico-práctico que se dirige a una especie de segunda descolonización que intenta atacar las injustas y discriminatorias relaciones étnico-raciales, de género, económico-sociales, ideológicas, educativas, en la apropiación y circulación de los saberes culturales que la primera descolonización dejó latentes e incluso profundizó. Este enfoque lucha por construir un nuevo lenguaje, la resignificación de las Ciencias Sociales y su mirada eurocéntrica. Es un giro en el orden epistemológico, además es planetario e incluye los diversos movimientos sociales, es la generación de reflexiones, lenguajes, prácticas económicas, sociales y subjetivas “otras”.
6 Categoría utilizada por Aníbal Quijano que se refiere a las formas y prácticas de po-
der heredadas desde la colonia (raza, trabajo, eurocentrismo, capitalismo) y hoy hacen parte estructural y hegemónica de la globalización del mundo capitalista. Cfr. Aníbal Quijano, “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”, en La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales (Edgardo Lander, comp.), Buenos Aires: clac- so, 2005, 201-246.
7 Santiago Castro-Gómez. “Decolonizar la universidad...”, en op. cit., 13.
para el caso concreto de Latinoamérica cabría preguntar en qué condi- ciones de interlocución y cuáles son los costos que es necesario asumir.
Los factores primarios de producción e intercambio, el dinero, la tec- nología y los bienes rompen las fronteras nacionales, con lo cual los Estados-nación tienen menos fuerza en la regulación de f lujos y autori- dad económica. La decadencia de los Estados-nación, los Estados repu- blicanos, aquellos constituidos con apropiaciones particulares de estas prácticas nacionales e identitarias, y de los imperialismos en sus formas decimonónicas, no implica una decadencia de la soberanía. Esta sobe- ranía “ha adquirido una nueva forma, compuesta por una serie de or- ganismos nacionales y supranacionales unidos por una única lógica de dominio. Esa nueva forma global de soberanía es lo que llamamos impe- rio”8. El imperio hace su emergencia alternativamente con la decadencia de los Estados-nación para regular ciertos intercambios económicos y culturales. A diferencia de la soberanía y el imperialismo moderno que enfocaba su atención en un centro de poder delimitado por las fronteras y desde donde se ejercía el dominio a los territorios extranjeros a través de sistemas de relaciones e intercambios que facilitaban o entorpecían los f lujos de producción y circulación económica y política de acuerdo con los intereses del centro. Hardt y Negri afirman que
[…] el imperio no establece ningún centro de poder y no se sustenta en fronteras o barreras fijas. Es un aparato descen- trado y desterritorializado de dominio que progresivamente incorpora la totalidad del terreno global dentro de fronteras abiertas y en permanente expansión. El imperio maneja iden- tidades híbridas, jerarquías f lexibles e intercambios plurales a través de redes adaptables de mando9.
Estas situaciones, a su vez inauguran diversas discusiones contempo- ráneas en el campo de la constitución de sujetos y las transformacio- nes a las que están avocadas las instituciones educativas, en especial la universidad que se especializa, por los menos en los últimos tiempos, en la formación para los campos laborales, investigativos y sociales requeridos por la sociedad.
8 Michael Hardt y Antonio Negri. Imperio. Buenos Aires: Paidós, 2002, 11.
9 Ibídem, 94.
De aquí que la transformación imperialista y la consolidación del mercado mundial señala una profunda transformación, adaptación y reactualización dentro del modo de producción capitalista. Es decir, surgen nuevas formas de sofisticación del modelo, aparece un “nue- vo”10 capitalismo o por lo menos un nuevo “espíritu” de éste11. El capi- tal se enfrenta a nuevas concepciones del mundo, un mundo uniforme y definido por nuevas relaciones: nuevas formas de diferenciación y homogenización de desterritorialización y reterritorialización. Esto ha sido acompañado por nuevos procesos productivos lo que ha sido caracterizado por Deleuze12 en el texto posdata sobre las sociedades de control, donde el rol y la función de la fábrica y de la producción industrial es desplazado por la empresa como alma y gas de la socie- dad y del mercado, y donde la fuerza laboral y productiva es reem- plazada por actitudes de orden comunicativo, cooperativo y afectivo.
Por esta razón el grupo modernidad/colonialidad —aunque ins- pirado y en discusión con la categoría sistema-mundo capitalista instalada en la discusión contemporánea de las Ciencias Sociales por Wallerstein— prefiere hablar del “sistema-mundo europeo/eu- ro-norteamericano capitalista/patriarcal