La conquista de la actualidad. Steven Johnson
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу La conquista de la actualidad - Steven Johnson страница 13
La historia convencional de Chicago cuenta que esto fue posible gracias a la invención del ferrocarril y a la construcción del canal de Erie. Pero esto es solo parte de lo que sucedió. El crecimiento desenfrenado de Chicago nunca hubiera sido posible sin las peculiares propiedades químicas del agua: su capacidad de almacenar y liberar lentamente el frío con una mínima intervención del hombre. Si las propiedades químicas del agua líquida hubieran sido diferentes, la vida en la Tierra habría tomado una forma radicalmente distinta (o, lo que es más probable, nunca hubiera evolucionado). Pero si el agua no hubiera tenido la peculiar capacidad de congelarse, la trayectoria de los Estados Unidos en el siglo xix sin dudas también habría sido muy diferente. Es posible enviar especias alrededor del mundo sin necesidad de refrigeración, pero no hubiera sido posible enviar carne vacuna. El hielo abrió la puerta a una nueva red de comidas. Pensamos en Chicago como una ciudad de hombros anchos, empresas ferroviarias y mataderos. Pero también podríamos decir que fue construida sobre los enlaces tetraédricos del hidrógeno.
Si ampliamos nuestro marco de referencia y analizamos el comercio del hielo en el contexto de la historia tecnológica, veremos que existe algo desconcertante, casi anacrónico, respecto de la innovación de Tudor. Esto se produjo a mediados del siglo xix, una época en que las fábricas funcionaban con carbón y en que las vías férreas y los cables del telégrafo conectaban a las grandes ciudades. Sin embargo, la última tecnología frigorífica estaba completamente basada en la obtención de trozos de agua congelada de un lago. Los hombres ya habían estado experimentando con la tecnología del calor, por lo menos durante cien mil años, desde el dominio del fuego –que fue quizá el primer invento del Homo sapiens–. Pero el lado opuesto del espectro térmico presentaba un panorama mucho más desafiante. Un siglo después de la Revolución Industrial, el frío artificial aún era una fantasía.
Pero la demanda comercial de hielo –los millones de dólares que iban desde los trópicos hacia los barones del hielo de Nueva Inglaterra– envió una señal alrededor del mundo para demostrar que podía obtenerse dinero del hielo, lo que inevitablemente llevó a algunas de las mentes más brillantes de la época a buscar cuál sería el próximo paso lógico en cuanto al frío artificial. Podríamos suponer que el éxito de Tudor inspiraría a una nueva generación de inventores y emprendedores igualmente mercenarios para revolucionar la refrigeración hecha por el hombre. Sin embargo, aunque en la actualidad celebramos ampliamente la cultura de las nuevas empresas en el mundo tecnológico, los inventos esenciales no siempre se obtienen de la investigación en el sector privado. Las nuevas ideas no siempre son motivadas –como la invención de Tudor– por “fortunas mucho más grandes de las que alguien podría imaginar”. El arte de la invención humana tiene más de una musa inspiradora. Mientras el comercio del hielo comenzó con el sueño de riquezas infinitas, la historia del frío artificial surgió a partir de una necesidad más urgente y humanitaria: un médico que intentaba mantener con vida a sus pacientes.
Конец ознакомительного фрагмента.
Текст предоставлен ООО «ЛитРес».
Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию на ЛитРес.
Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.