Claves secretas de la historia. Robert Goodman
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Shabbatai intentó desembarcar en Constantinopla en 1666 pero fue detenido y encarcelado por las autoridades turcas. Se convirtió al islamismo, supuestamente para escapar de una ejecución segura, aunque Nathan y sus otros seguidores interpretaron este hecho de otra manera. Según ellos, su apostasía suponía un descenso voluntario al reino infernal para rescatar las chispas de luz perdidas. Shabbatai murió en el exilio en la población montenegrina de Ulcinj (Yugoslavia). Miles de creyentes saboteos de todo el mundo, pero sobre todo de Asia Menor, le siguen venerando en secreto bajo el disfraz del Islam o del cristianismo. Fue una secta turca conocida como Donmeh la que mantuvo vivo el movimiento, extendiéndolo por toda de Europa un siglo más tarde, a través de un judío polaco llamado Jacobo Frank, otro Mesías que afirmó ser la reencarnación de Zevi. Jacobo Frank fundó la secta frankista o zoharista que sostenía que ciertos elegidos estaban exentos de las leyes morales. Esta secta abandonó el judaísmo sustituyéndolo por «una torá superior», inspirada en la Zohar, la obra más importante de la cábala judía. Sus miembros se hicieron llamar zoharistas. En 1756, sus seguidores abandonaron la secta debido a las prácticas orgiásticas y rituales extremadamente promiscuos. No obstante la orden recibió protección de la iglesia católica que vio en ellos el instrumento para convertir a los judíos. Gracias a esta protección, los zoharistas debatían en público asuntos tan candentes como la naturaleza blasfema del Talmud o el uso de la sangre cristiana durante los rituales de Pascua.
En su libro To Eliminate the Opiate (Para eliminar a los creyentes), el rabino Marvin Antelman advertía que la sociedad de los Illuminati y el CFR (Consejo de Relaciones Extranjeras) estaban instrumentando una guerra oculta contra las religiones, particularmente, contra el judaísmo y en menor medida, contra el cristianismo. Según Barry Chamish, escritor e investigador judío, la importancia de este libro es que prueba que son los judíos las víctimas principales del Nuevo Orden Mundial, y no sus inductores más significativos. En 2002, Antelman publicó la segunda parte del libro donde intenta buscar el origen de la traición contra Israel, encontrándolo en el movimiento saboteo que aglutina a los seguidores de Shabbatai Zevi.
Después de la alianza con los Illuminati, los preceptos saboteos penetraron en los núcleos de poder de todo el mundo, alcanzando Norteamérica e Israel. Antelman se refiere a los seguidores modernos de la secta como frankistas saboteos satánicos. El apelativo satánico se debía a que Shabbatai Zevi promovía el antijudaísmo, contrario a la religión creada por Dios. Mientras que la meta real del judaísmo es la supervivencia de la raza elegida, el objetivo de la secta de los Saboteos era su erradicación y, con ello, la de sus seguidores. Para Antelman, los seguidores de Shabbatai Zevi son mucho más perversos que su instigador y sostiene que los saboteos practicaban el incesto, el adulterio y la sodomía. Conspiraban con los Illuminati para destruir las religiones y pretendían agrupar todas las naciones en una sola.
Albert Pike y su plan del Nuevo Orden Mundial
Adam Weishaupt murió en 1830 a la edad de ochenta y dos años. En 1834, Giuseppe Mazzini asumió el liderazgo de la logia de los Illuminati, manteniendo este puesto hasta su muerte en 1872. Durante su mandato mantuvo correspondencia con el satanista y masón de grado 33, Albert Pike, Gran Comandante Soberano del Rito Escocés Antiguo y Aceptado de los Francmasones, perteneciente a la jurisdicción del Sur de Estados Unidos, y más tarde, fundador del Ku Klux Klan. Mazzini había nombrado a Pike jefe de operaciones de los Illuminati en Estados Unidos, y los dos cooperaron estrechamente. Pike se encargó de los aspectos teosóficos de sus actividades y Mazzini asumió los asuntos políticos. En cierta ocasión, como consecuencia de la mala reputación en Europa de las logias masónicas del Gran Oriente, por las actividades revolucionarias de Mazzini, éste escribió a Pike, el 22 de enero de 1870, presentándole una solución:
Giuseppe Mazzini (izquierda) y Albert Pike (derecha). |
Debemos dejar que todas las federaciones sigan igual, con sus mecanismos, autoridades centrales y distintos modos de correspondencia entre los grados altos del mismo rito, organizados como están en la actualidad; pero debemos crear un «súper rito» que permanezca desconocido, para el cual sólo convocaremos a aquellos masones de grado superior a quienes seleccionamos. Con respeto a nuestros hermanos masones, deben jurar mantener sus actividades bajo el más estricto secreto. Mediante este rito superior, controlaremos a todos los masones dando lugar a un único centro internacional, el más poderoso porque su dirección sería desconocida.
Según Jan van Helsing, esta elite procede del grado 33 del Rito Escocés. Al igual que muchos ocultistas, Albert Pike tenía un «guía espiritual» que le orientaba en sus estrategias para implantar el Nuevo Orden Mundial. En una carta que envío a Mazzini, el 15 de agosto de 1871, transcribe uno de los mensajes que recibió de su guía. El contenido de la misiva incluye planes para provocar tres guerras mundiales, describiendo con gran precisión acontecimientos que han ido sucediendo dentro de su macro agenda mundial. Lógicamente, estas coincidencias no deben ser atribuidas a los poderes proféticos del guía espiritual de Pike, sino a los agentes de los Illuminati que se han encargado de manipular los sucesos políticos para hacer realidad dichos planes.
La supuesta exposición de la citada carta en el Museo Británico, en 1925, no está exenta de polémica. Algunos investigadores dan como válida la versión del cardenal Caro Rodríguez, quien sostenía que la carta había sido catalogada y expuesta por el Museo Británico, extremo que niegan los responsables del Museo. Sea como fuere, las siguientes líneas extraídas de la carta en cuestión mostrarían que las tres guerras mundiales habían sido premeditadamente planeadas tiempo atrás:
La Primera Guerra Mundial permitiría a los Illuminati eliminar el poder de los zares en Rusia dejando el país en manos de los comunistas. Las diferencias instigadas por los agentes de los Illuminati entre los imperios británico y germánico servirían para fomentar esa guerra. Al final de la cual, el comunismo quedaría establecido y utilizado para destruir otros Gobiernos y debilitar las religiones.
Es un hecho que la alianza política de Gran Bretaña y Alemania, forjada entre 1871 y 1898 por Otto von Bismarck, fue un instrumento decisivo para el estallido de la Primera Guerra Mundial.
La Segunda Guerra Mundial tendría a los fascistas a un lado de la línea y a los sionistas en la otra. Para acabar con el fascismo y fortalecer el sionismo político con vistas a la creación del Estado de Israel en Palestina había que ahondar en la sima que separaba a ambos. Durante la Segunda Guerra Mundial, el comunismo internacional tenía que ser lo suficientemente fuerte como para equilibrar el poder del cristianismo, que quedaría controlado y restringido hasta utilizarlo posteriormente para el cataclismo social final.
Acabada la Segunda Guerra Mundial, la fuerza del comunismo se puso de manifiesto con la absorción de Gobiernos más débiles con la connivencia de los aliados occidentales. En 1945, la conferencia de Potsdam, entre Truman, Churchill y Stalin, legalizó la entrega de parte de Europa a Rusia, mientras que las secuelas de la guerra con Japón contribuyeron al desarrollo del comunismo en China.
La Tercera Guerra Mundial debe fomentarse sobre la base de las diferencias ahondadas una vez más por los agentes de los Illuminati entre sionistas políticos y líderes del mundo islámico. La guerra se debe conducir de tal manera que el Islam y los sionistas (Estado de Israel) se destruyan mutuamente. Mientras tanto, las otras naciones, divididas habitualmente sobre este asunto, se verán obligadas a luchar hasta llegar al agotamiento físico, moral y económico. La idea es dejar que los nihilistas y los ateos provoquen un cataclismo social dramático que enseñe