Claves secretas de la historia. Robert Goodman

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Claves secretas de la historia - Robert  Goodman Historia enigmas

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Por su parte, el escritor Carl Claudy, de grado 33, se refiere a Pike como «uno de los genios más grandes de la masonería [...]. Fue un místico, un experto en simbología y profesor de las verdades ocultas de la masonería».

      En Las enseñanzas de la masonería, Pike alude a un «secreto» escondido en el libro que sólo pueden encontrar los adeptos de grado 32 o 33 (los que tienen un poder mental superior), y afirma que otros masones o personas fuera de la masonería se engañan en relación con el uso de los símbolos masónicos y, especialmente, con el verdadero significado de la Luz, vinculado con el Gran Arquitecto del Universo, el dios masónico. Para Pike, la verdad es relativa y se equivocan los que dicen que la Biblia está inspirada en lo Absoluto. En la Biblia se dice que matar es un crimen, pero, para Pike, con frecuencia un hombre debe sacrificarse si su muerte beneficia a otros. Franklin D. Roosevelt, un masón del grado 33, creía en ese principio de Pike, aplicándolo al caso del ataque de Pearl Harbour. Aunque ese presidente de Estados Unidos sabía al menos una semana antes que Japón iba a atacar, no hizo nada para evitarlo. El sacrificio de cientos de hombres inocentes benefició a su país ya que proporcionó la excusa ideal para declarar la guerra a Japón y, a la vez, participar en la guerra contra Alemania, contrariando sus promesas electorales. Las palabras exactas de Pike dicen: «[...] el interés e incluso la vida de un hombre debe sacrificarse por los intereses y bienestar de su país y de la mayoría».

      Después de Roosevelt ha habido muchos otros casos de presidentes y primeros ministros masones que han recurrido al principio del sacrificio de Pike para justificar la muerte de inocentes en conflictos y guerras de todo tipo. Algo que veremos más adelante en este libro.

      La masonería como religión

      Como toda religión que se precie, la masonería tiene su propio dios. Sin embargo, el segundo nivel de una logia no quiere que los masones inferiores sepan que se venera a un dios distinto del suyo. De modo que ocultan intencionalmente a sus hermanos el significado del sol en los distintos ritos. Pike explica que las logias se sitúan en dirección este-oeste, porque el Maestro representa el sol naciente. Aquí no está hablando del astro rey, que aparece al amanecer y se pone en el ocaso. Habla de un dios oculto cuyo símbolo es el Sol y que nos remite al dios Osiris de los egipcios que, según afirma Pike, tenía un dios rival, Adonai (uno de los nombres que se da a Yahvé en el Antiguo Testamento). Consecuentemente, en todos los grados se pide al iniciado que busque la Luz. Así, el neófito ha de buscar esa Luz. En todas las culturas, la luz simboliza la inteligencia, el conocimiento y la verdad, en oposición a la oscuridad que simboliza la ignorancia y la maldad. De modo que los masones son los buscadores de la luz cuya fuente es el «secreto» o «parte del secreto» en Las enseñanzas de la masonería.

      Pike también relaciona el Sol (con mayúscula) con el «Ojo que todo ve» de las logias masónicas y con la serpiente cornuda, el jeroglífico de un dios egipcio. En la Biblia, la serpiente representa a Lucifer o a Satanás. En otras palabras, Pike vincula un dios «Solar» distinto al Dios de la Biblia con una «serpiente» y el «Ojo que todo ve». Además, en su libro Mágnum Opus, afirma que el Dios Solar no creó nada. Esta revelación de Pike significaría que los masones reconocen a dos dioses en el universo, un Dios Creador y un Dios Solar que recibe el nombre de Gran Arquitecto del Universo, que, como tal, diseña pero no crea.

      Volviendo a la luz que busca el masón, Pike identifica su fuente como un «portador de luz». En Las enseñanzas de la masonería, se puede leer: «¡LUCIFER, el portador de luz! ¡Un nombre extraño y misterioso para dar al espíritu de la oscuridad! ¡Lucifer, el Hijo de la Mañana! ¿Es el que porta la Luz...? ¡No hay duda!».

      Con estas aseveraciones queda claro que los masones de alto grado reconocen que la Luz que piden viene de Lucifer, el portador de Luz, también conocido como Satanás o el diablo. Lucifer es el nombre de Satanás antes de su caída. Si las Escuelas de Misterio hubieran creído que este ser «caído» era un dios, habrían creado y mantenido una religión para venerarlo. Posiblemente se la conociera como «la religión misteriosa de los antiguos».

      La Estrella del Oriente

      Existe otra forma para que un masón llegue a saber que Lucifer es el dios de su organización global: mediante el estudio del símbolo de la Estrella del Oriente, un grupo auxiliar, básicamente para «las mujeres, hijas, madres y viudas de los masones del tercer grado». El símbolo de esta estrella es una figura con una punta hacia abajo y dos hacia arriba. Esto quiere decir que la estrella es la inversa de la de cinco puntas que vemos normalmente. En un libro escrito por ochenta masones en 1890, History of Freemasonry and Concordant Orders (Historia de la masonería y ordenes concordantes), se dice lo siguiente sobre la estrella de cinco puntas:

      Esta estrella representa a Dios, todo lo que es puro, virtuoso y bueno, cuando se representa con una punta hacia arriba, pero, cuando se invierte, representa el MAL, todo lo opuesto a lo bueno, puro y virtuoso; en otras palabras representa al CABRIO MACHO DE MENDES.

      Para estos ochenta líderes masónicos, la Estrella del Oriente representa a Satanás. Llegados a este punto, interesa mencionar algunas referencias que acusan a Yahvé, el dios de los judíos, de ser negativo. Retrocediendo un poco, señalaremos que, cuando los templarios estaban excavando en el Templo de Salomón, encontraron restos de unos textos en hebreo que enviaron a un tal Etienne Harding para su traducción. Resulta que eran fragmentos de declaraciones de espías mandados por el sacerdocio para que lo tuvieran informado sobre las actividades de Jesús y de su pretendida blasfemia contra el Dios de Israel. El contenido de estos informes discrepa del que se predicaban habitualmente en las iglesias medievales. Según los espías, Jesús llamó Satanás al Dios hebreo Yahvé y reprochaba a los judíos que consideraran al diablo como su único dios. En este contexto es interesante notar que en Juan 8:44 podemos leer: «Vuestro padre es el diablo y vosotros queréis cumplir los deseos de vuestro padre». Para entender el asombro y la decepción de los templarios ante este descubrimiento es necesario apelar a su fuerte fe. El Dios que la Iglesia les había mostrado como «Padre de Cristo» era, en palabras de Jesús, el diablo, con quien tenían que luchar y motivo de su encarnación en la Tierra. Pronto se dieron cuenta de que las enseñanzas de Jesús eran totalmente opuestas. Es más, los judíos nunca se dirigen a Dios como «Padre», sino como YAHVÉ y EL SHADDAI. Este ultimo era Sheitan, el ángel caído.

      La guerra masónica

      Entre los grados 4 y 32 del Rito Escocés se deja claro que el masón está en guerra con un enemigo y que la victoria será del primero. Según Pike, este enemigo es la Iglesia y el Gobierno. En el ritual del grado 30 se habla de la necesidad de vengar un crimen terrible; no mediante el castigo de los responsables sino a través de la destrucción de aquella instancia que mandó cometer la fechoría a los criminales, instrumentos de un poder arbitrario, irresponsable, parcial e intolerante. El «crimen terrible» no es otro que el juicio y ejecución de Jacques Molay, el Gran Maestre 22 y último de los templarios, el 11 de marzo de 1314, delante de Notre-Dame de París. Al parecer, esta fecha fue elegida por su significado simbólico. Marzo es el tercer mes del año y si multiplicamos su número de orden (el 3) por 11, que fue la fecha de ejecución, obtenemos el número 33, número clave para los masones. Casual o intencionadamente, esta fecha fue también la elegida para los atentados ferroviarios de Madrid en 2004.

      Aunque la ejecución de Molay fue vengada con las muertes del papa Clemente V y de Felipe IV de Francia, la del primero en 40 días y la del segundo en menos de un año, la venganza total aún no ha sido cumplida, ya que, según Pike, hay que destruir la Iglesia y los Gobiernos.

      Parece razonable pensar que la evidencia final de que los masones quieren destruir el cristianismo yace en el significado de la simbología del sombrero que llevan los miembros de los Shriners, el grupo masónico más visible, gracias a sus obras benéficas en favor de la infancia, sobre todo en Estados Unidos. En su libro Conspiracy Against Christianity,

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