Ciudad y Resilencia. Отсутствует
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En tercer lugar, estas transiciones en los sistemas alimentarios, en la medida en que dialogan con el territorio, no pueden darse de manera aislada, será necesario entenderse con otras. Más allá de lo que sembremos en la tierra o nos llegue al plato, estos cambios suponen un replanteamiento de paradigmas económicos y sociales, una conquista o reconquista de territorios materiales e inmateriales, que necesariamente han de construirse de forma interseccional y en alianza con otros movimientos. Queremos recordar, por ejemplo, los inicios del Plan Nacional de Alimentación en la Escuela (allá por 2010 en Brasil), que permitía a las comunidades escolares comprar directamente producción local, favoreciendo el tejido productivo y, por ende, formas de vida campesina que pudiesen sostener procesos de soberanía alimentaria. Albergamos la esperanza de que la apuesta por salud, territorio y agroecología pueda unir a personas de diferente perfil para construir un biosindicalismo alimentario. Se necesitan alianzas que superen la compartimentación y que reflejen la complejidad de los sistemas que se pretenden transformar. Vemos ejemplos, aunque todavía mínimos, en iniciativas municipalistas o en espacios de economía social y solidaria[12]. Estas alianzas conllevan entender la cooperación y la inclusividad, es decir, ampliar la diversidad en nuestras articulaciones, salir de las «estufitas calientes» y entenderse con otras, ya que la horquilla de diversidad determinará el grado de impacto y transformación que se pueda alcanzar; escalar hacia arriba y hacia los lados, incorporando una mirada interseccional[13], poniendo el énfasis en prácticas de cerrar ciclos (materiales, energéticos, mercantiles y políticos) tratando de obviar etiquetas, procedencias e ideologías entendidas como escudos cerrados frente a otros y otras.
Los mercados (globales) o la gobernanza supeditada a los intereses privados y de un Estado que mira hacia la alimentación como un negocio que mantener no son revulsivos ni pueden ser timones para una transición agroecológica. Como recordara Polanyi, los mercados no se autorregulan, ni el precio puede ser indicador de algo viable para la especie humana. Ambos son dogmas neoliberales que permean espacios de la llamada responsabilidad social corporativa o incluso de estrategias que apelan al «bien común» mediante la construcción mercantilista. El territorio como espacio que cuidar y alimentar, el entendimiento entre diversas economías con énfasis en los cuidados y la dinamización de nuevos sistemas agroalimentarios desde lo público-comunitario son la clave, una palanca insustituible, para el empuje social agroecológico.
¿Escogeremos la salida neoliberal o la salida agroecológica? La primera sólo puede mantenerse incrementando progresivamente los niveles de violencia, desigualdad, exclusión social y depredación de territorios. Otras prácticas, otras conciencias están cultivando ya otras sociedades. En la disputa nos va no sólo nuestra capacidad para romper cercamientos y (re)construir autonomía social, base de toda resiliencia, sino también la oportunidad de reconquistar cuerpos, lazos y un hogar en el que habitarse de forma digna.
[1] Braceros políticos de la globalización, a decir de Miren Etxezarreta en ¿Para qué sirve realmente la economía?, Barcelona, Paidós, 2015.
[2] Para un análisis general de la ciudad y su ordenación de tiempos, espacios y flujos a nivel mundial, son referencia imprescindible los trabajos de José Manuel Naredo, David Harvey, Saskia Sassen o Carlos Walter Porto Gonçalves sobre megaciudades, globalización y cercamientos territoriales.
[3] La economía neoliberal se enfrenta en múltiples campos a las Economías-otras, centradas en el cuidado de la vida, lo comunitario y la sustentabilidad, como hemos abordado en Ángel Calle e Isabel Álvarez, «Economías-otras: introducción a un monográfico necesario», Revista Iberoamericana de Economía Solidaria e Innovación Socioecológica: RIESISE 2 (2019), pp. 5-26, o también Isabel Álvarez Vispo y Mirene Begiristain Zubillaga, «Feminismo para los sistemas alimentarios y la agroecología», Revista Iberoamericana de Economía Solidaria e Innovación Socioecológica: RIESISE 2 (2019), pp. 125-146.
[4] Véase Amaia Pérez Orozco, Subversión feminista de la economía, Madrid, Traficantes de Sueños, 2014.
[5] Para preguntas inherentes a toda propuesta económica para sostener la vida, véase Ángel Calle Collado, Rubén Suriñach Padilla y Concepción Piñeiro, «Comunes y economías para la sostenibilidad de la vida», en Rebeldías en común: sobre comunales, nuevos comunes y economías colaborativas, Madrid, Libros en Acción, 2017, pp. 15-46.
[6] Sobre cuestiones alimentarias, (mal)nutrición y poder, véanse Isabel Álvarez y Paola Romero, «¿Nutrición digitalizada o malnutrición personalizada?», en Observatorio del derecho a la alimetnación y nutrición adecuada, Global Network for the Right to Food and Nutrition (GNRTFN), 2018, e Isabel Álvarez, «La salud y la alimentación desde la mirada feminista», en Salud y derecho a la alimentación, Fundación Entretantos (FENT) y Red de Ciudades por la Agroecología, 2018.
[7] Véase Esther Vivas, El negocio de la comida, Barcelona, Icaria, 2014.
[8] Véanse Ángel Calle Collado, Marta Soler Montiel, Isabel Vara Sánchez y David Gallar Hernández, «La desafección al sistema agroalimentario: ciudadanía y redes sociales», Interface: a journal for and about social movements 4, 2 (noviembre de 2012), pp. 459-489, y Eric Holt-Giménez y Raj Patel, Rebeliones alimentarias. Crisis y hambre de justicia, Barcelona, El Viejo Topo, 2011.
[9] Véase E. Holt-Giménez y R. Patel, Rebeliones alimentarias, cit.
[10] Sobre la cuestión de escalas en agroecología y nuevos comunes, véanse Peter Rosset y Miguel Altieri, Agroecología: ciencia y política, Barcelona, Icaria, 2018, y Ángel Calle Collado, «Los Nuevos comunes: disputando la transición inaplazable», Revista Iberoamericana de Economía Solidaria e Innovación Socioecológica: RIESISE 2 (2019), pp. 103-124.
[11] Lo cual no asume que la cultura aldeana es algo aparte de la sociedad del consumo y sus derivas simplificadoras y encauzadoras hacia una pseudocultura de masas. Para una visión de la aldea cosmopolita, véase Jaime Izquierdo Vallina, La ciudad agropolitana. La aldea cosmopolita, Oviedo, KRK, 2019.
[12] Véase J. L. Fernández «Kois», N. Morán y F. Prats, Ciudades en movimiento. Avances y contradicciones de las políticas municipalistas ante las transiciones ecosociales, Madrid, Foro Transiciones, 2019.
[13] Leticia Urretabizkaia, «Ampliando las miradas de la soberanía alimentaria y el feminismo hegemónico: propuestas colectivas en las intersecciones de la cadena alimentaria», VI Congreso de Economía Feminista, Valencia, 2019.
Del boom del turismo urbano al freno a los desplazamientos
Ibán Díaz
INTRODUCCIÓN
El abrupto freno a los desplazamientos en marzo de 2020, a raíz de la pandemia de la covid, ha terminado de definir un boom del turismo urbano que se venía desarrollando desde la recuperación económica