David, La Esperanza Perdida. Serna Moisés De La Juan

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David, La Esperanza Perdida - Serna Moisés De La Juan

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padres, y pensó, “Aún es muy joven y aunque no es muy alto, sí está desarrollado, pero mejor se lo dejo al padre, y dentro de unos años vuelvo por aquí”, y se marchó al día siguiente, después de agradecer al pueblo su generosidad y pagar por ello, en esto veréis que pasó.

      Estando despidiéndose el rey del principal y de los aldeanos, apareció David, y así le dijo,

      ―Gran Rey, ¿os ha gustado la comida, y la cama y la mujer?

      Pues era costumbre que cuando el Rey pasaba por algún sitio y paraba, cohabitase con alguna mujer para de esa forma dejar su semilla, y agradecer al pueblo su generosidad, más en el caso de Saúl, la mujer que le habían puesto la rechazó, y así contestó,

      ―La comida bien, el vino bueno, mas la mujer no la he tocado, pues me encuentro enfermo.

      Y así le preguntó David en voz alta para que todos le escuchasen,

      ―Entonces ¿qué nos dejas de lo tuyo para merecer lo que te has comido?

      Todos se asustaron, de tal manera que temieron que el Rey soltar a sus soldados e hiciera gran mortandad, pues aquello se podía considerar una ofensa al pedir cuentas a alguien tan importante.

      Más esto mismo pensó David que podía pensar el Rey, y sin disimulo ninguno sacó la honda, y la puso una buena piedra, y así le dijo,

      ―Mirar gran Rey, existe aquí un acostumbre que, a lo mejor estando tan lejos desconocéis, y que no estáis obligados a cumplir si no hubierais comido nuestra comida y bebido nuestro vino, y es la de pagar lo que cada uno come y bebe, y si no lo hacéis por qué no tenéis dinero, entonces gustoso te lo damos como regalo, y cuando alguien admite un regalo, y tú ya lo has admitido, en ésta tierra está obligado a dar otro del mismo tamaño por lo menos o de valor semejante, y teniendo en cuenta que como se han matado más de veinte reses, y bebido un buen vino, calculo que con tus caballos podréis pagar lo que aquí se ha consumido.

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