El Fantasma De Girolamo Riario. Ivo Ragazzini
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—No, yo no. No soy espiritista —respondió el testigo.
—¿Entonces quiénes las han hecho?
—Muchas personas, por lo que sé, pero no han conseguido nada.
—¿Y por qué no están aquí entonces en su lugar?
—Ha pasado muchísimo tiempo y muchos ya han muerto —respondió el testigo.
—¿Quiénes eran?
—Prefiero no contarle eso tampoco.
—¿Por qué?
—Me temo que no lo entendería.
—Adelante… me lo puede decir con toda tranquilidad. Soy un investigador y he visto muchas cosas a lo largo de mi vida.
—Creo que yo he visto más, pero si eso es lo que quiere… —añadió en testigo.
—Eso quiero.
—Está bien, póngase cómodo, que la historia no es breve —dijo el testigo, mientras se preparaba para contar el resto de la historia.
No era la primera vez que alguien veía el fantasma de Girolamo Riario en el palacio comunal…
—dijo el testigo al investigador. Luego explicó—: Ya en el año 1500 se afirmaba que el lugar donde cayó Riario estaba manchado y sucio para siempre por su sangre y, casi doscientos años después, en torno a 1650, algunos cristianos llegaron a escribirlo.6
»En el año 1700 había quienes hablaban del espíritu o alma de Riario y en el 1800 corrían algunas historias de cómo, a partir de su homicidio, su fantasma vagaba en busca de alguien.
»En la segunda mitad del siglo XIX se llegó a la culminación y varios grupos de espiritistas y masones dijeron estar en contacto, no solo con él, sino también con Catalina Sforza7 y con algún otro que estuvo en la fortaleza de Ravaldino.8
»En pocas palabras, después de su asesinato ocurrido en la Sala de las Ninfas, sala que fue destruida y ya no existe, ese fantasma fue visto más veces y en distintas épocas dando vueltas por el palacio, alguno incluso decía haberlo visto en la fortaleza de Ravaldino. Solo que la mayor parte de la gente prefería olvidarlo o callárselo todo.
»También la tercera ventana del primer piso contando desde la izquierda delante de la fachada del palacio comunal fue considerada maldita por muchos, porque algunos pensaban que fue desde allí desde donde fue arrojado Riario tras su asesinato, bajo una multitud que gritaba y que despedazó su cadáver. Pero esa no era la verdadera ventana desde la que fue arrojado Riario después de su asesinato.
—¿Y desde dónde fue arrojado? —preguntó el investigador.
—Desde otra ventana. Riario fue asesinado en la Sala de las Ninfas, pero luego su cuerpo se trasladó fuera y se llevó a otra sala.
—¿Y entonces cuál fue la ventana desde la que fue arrojado? —le interrumpió el investigador.
—La ventana estaba en la parte opuesta de la fachada del palacio, la tercera ventana contando desde la derecha.
—Pero esa es la ventana donde la mujer ha dicho haber visto bailar al fantasma —dijo estupefacto el investigador.
—Exactamente, esa mujer lo ha visto en esa ventana, solo que en realidad no estaba bailando —respondió sonriendo un poco el testigo.
—¿Entonces qué estaba haciendo?
—Es demasiado pronto para entenderlo, hay muchas otras cosas que debería saber antes —explicó el testigo al investigador.
—Está bien. Entonces, ¿la Sala de las Ninfas es aquella en la que se le vio bailar? —preguntó el investigador.
—No, esa era solo una ventana junto a la cual se trasladó su cadáver después de su muerte. La Sala de las Ninfas la destruyó su esposa Catalina Sforza después de su homicidio y hoy ya no existe.
—¿Y después de cinco siglos usted conoce aún detalles similares?
—A decir verdad, conozco muchos otros.
—Entiendo, continúe entonces —respondió el investigador.
—Volviendo a la ventana desde la que fue arrojado, el punto en que Riario cayó a la plaza permaneció señalado por mucho tiempo y muchas personas en todas las épocas y todos los siglos sabían esto. Solo que hoy pocos o nadie lo recuerda ya. Desde entonces muchas personas en todas las épocas dijeron haber visto su fantasma y alguno haberlo escuchado —explicó el testigo.
—¿Cómo sabe todo esto? —preguntó el investigador.
—Corre demasiado. Ya le he dicho que hay que saber otras cosas —respondió el testigo mientras se preparaba para contar más.
La Romaña hace cinco siglos
Mercado de Faenza a inicios de 1488. Un maestro de esgrima se acerca en medio de la plaza a un campesino adinerado de Forlí, que ha viajado al mercado de Faenza rodeado de amigos, para pedirle que entregue un libro de profecías a un cronista de Forlí 9
El maestro de esgrima llega delante del campesino y sus amigos y le pide en alta voz:
—Señor, necesito de vos un favor.
—¿Quién sois? —responde el campesino.
—Soy Cesare Scrimidore,10 de Faenza y conozco desde hace mucho tiempo a Leone Cobelli,11 pintor y cronista de vuestro ayuntamiento de Forlivio.12
»Sé que lo conocéis bien y debo entregarle a través de vos una cosa que le debo desde hace mucho tiempo. Ambos os estaremos muy agradecidos por vuestro favor.
—Sí, Conozco bien al cronista Leone Cobelli. Decidme de qué se trata —respondió el campesino.
—Me pidió que le hiciera llegar personalmente este libro que me ha entregado un fraile adivino menor de San Francisco, y, al no tener la posibilidad de ir a Forolivio, os pido a vos, que sois amigo suyo, que se lo entreguéis en mi lugar —dijo el espadachín.
—Está bien. ¿Quién debo decirle que sois? —respondió el campesino.
—Decidle que soy un espadachín de Faenza y que le mando un libro de un fraile astrólogo para que sepa que el destino de vuestro señor y de vuestras tierras ya está predestinado, deseado y escrito en los cielos.
—¿Pero de qué destino celeste escrito estáis hablando, maestro de la espada? —intervino un escribano amigo del campesino.
—Señor, no