Darwin en Patagonia. James Button
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Tierra del Fuego
Es importante señalar que Tierra del Fuego no está tan cerca del Polo Sur como lo están Suecia y Noruega respecto del Polo Norte. Esta fue una observación hecha más tarde por Charles Darwin durante su estadía por tierra del fuego y en realidad, hoy con precisas mediciones podemos observar que en realidad existe una distancia de 2.300 kms más hacia el sur respecto de ambos polos hacia los respectivos continentes.
Dentro los limites de Tierra del Fuego hay una infinidad de islas grandes y pequeñas, que forman una complicada red de canales, bahías y senos, y que están dominadas en su mayoría por montañas de nieves eternas y glaciares milenarios.
Durante miles de años estas islas y canales fueron habitados por pueblos indígenas, que por mucho tiempo fueron conocidos con el único nombre de «fueguinos».
Solamente se les diferenciaría después de la mitad del siglo XIX, cuando se efectuó la expedición hidrográfica al mando del comandante Phillip Parker King, contralmirante de la marina Real Británica.
Parker King se destacó por los trabajos hidrográficos que efectuó como comandante del HMS Adventure y comandante en jefe de una expedición integrada también por el HMS Beagle en su primer viaje entre 1817 y 1822 en Australia y entre 1825 y 1830 en la parte meridional de América del Sur.
Tras Parker King, a los fueguinos se los denominaría de los siguientes modos: kawéskar (o alacalufes), yaganes (o yámanas), aonikenk (o tehuelches), selknam (u onas) y haush (o mánekenks).
Ya hacia el reinado de Isabel I, muchísimas embarcaciones inglesas emprendían su viaje rumbo a América.
Al arribar al nuevo mundo, los colonos ingleses se encontraban con un pueblo que muchas veces se interponía a sus pretensiones imperialistas. Muchos aventureros y hombres de letras solían sumarse a la empresa con fines puramente ilustrativos; otros para mantener informada a la corona británica de los movimientos del entorno inexplorado de Sancti Espíritu, y la potencial cercanía con la ciudad de los Cesares o El Dorado.
Allí Sebastián Caboto en uno de los primeros establecimientos españoles en el Río de la Plata en el año 1529 inició una exploración que culminó con el supuesto descubrimiento de El Dorado o La ciudad de los Césares.
Uno de sus marineros, Francisco Cesar, habría hallado una ciudad cuyas riquezas de oro, diamantes y aguas de la eterna juventud podrían significar una riqueza superior a la encontrada en México y en Perú.
Este mito se convirtió en el principal imán de las exploraciones y de las conquistas en tierra firme hacia el interior del territorio de Patagonia. Mas tarde en 1759 Voltaire durante su exilio en Inglaterra se inspiro en esta leyenda y escribió Cándido o el optimismo, un libro filosófico sobre las aventuras de la exploración de el El Dorado la que supuestamente estaba ubicada entre la Amazonia y Patagonia. Su relato con tal imaginación indica; Recibió el anciano a los dos extranjeros en un sofá de plumas de colibrí y les ofreció varios licores en vasos de diamante…Yo tengo ciento sesenta y dos años...Haciendo referencia al agua de la eterna juventud. Un Ingles nombrado el caballero Raleigh, llego aquí hace cerca de unos cien años… Luego sobre la religión. Que religión era la de El Dorado. ¿Acaso puede haber dos religiones? Nuestra religión es la de todo el mundo; adoramos a dios de noche y día…
Sobre lo que pedían a dios en El Dorado. No le pedimos nada y nada tenemos que pedirle, pues nos ha dado todo cuanto necesitamos.
Estos relatos revisados por Charles Darwin y muchos exploradores que le antecedieron, otorgaron interesantes estímulos para la investigación, la exploración y la posible conquista de esos territorios desconocidos.
Las máximas latitudes alcanzadas en los paralelos 58º Sur, navegadas por Francis Drake, fueron posteriormente superadas por el capitán James Cook en 1774, quien llegó hasta la latitud 66º Sur, doscientos años después que Drake.
Durante los constantes saqueos a las flotas españolas por parte de Drake y Cavendish el almirantazgo español dio orden de captura a los corsarios ingleses en particular a Drake quien era el mas metódico en asaltar barcos españoles y recurrente en esas latitudes. Se decía que Drake se escondía en Terra Incognita un territorio mas al sur de Tierra del Fuego, lo cual Cook pudo verificar que no existía esa tierra antes de casi 4.000 kilómetros mas al sur en la Antártica.
En Tierra del Fuego, el capitán Cook también se encontró con fueguinos, tal como les sucediera a los navegantes anteriores.
Dichos encuentros serían luego relatos y bitácoras que se sumarían al registro de un área geográfica, y que servirían a los futuros navegantes.
El Canal Beagle
La zona magallánica fue investigada por el almirantazgo inglés desde 1826 en adelante. Una época en la cual las nacientes repúblicas de Argentina y Chile habían dejado de ser subordinadas de la corona española y comenzaban a gozar de un gobierno republicano independiente.
Ese año arribó a las costas patagónicas una expedición conformada por los bergantines HMS Adventure y HMS Beagle, al mando de los capitanes Phillip Parker King y Robert FitzRoy, respectivamente.
Darwin en el Canal de Beagle 1833
Tenían el propósito de realizar un relevamiento hidrográfico del litoral de la Patagonia austral y evaluar una posible relación con los habitantes de la región.
Como parte de la tripulación del primero de ellos estaba el contramaestre Mathew Murray, quien descubrió el paso homónimo y avistó a lo lejos el canal que posteriormente bautizarían como Beagle, en honor a la embarcación que los llevaba.
El contacto con los nativos fue progresivo y comenzó con el trueque de productos naturales (pescados, pieles y grasas) a cambio de botones, cuentas y otros elementos de poco valor en el mercado europeo. Se encontraron con los Yaganes y otras tribus nativas. Llegaron navegando hasta Chiloé, donde la República de Chile había hace poco expulsado a los últimos ejércitos españoles y conquistado esta isla.
Los rehenes
Tras una serie de inconvenientes con los fueguinos que habían robado una pequeña embarcación ballenera o bote de desembarco, en su primer viaje a Tierra del Fuego, el capitán Robert FitzRoy como represalia decidió llevar prisioneros a cuatro nativos a Inglaterra.
A cambio de un canasto tomó a una niña de 9 años, que llamó Fuegia Basquet. otro joven de 24 años fue capturado en el promontorio de la catedral de York y bautizado como York Minster.
Al tercero, de 14 años, lo llamó Jemmy Button; el apellido lo recibió en nombre del botón brillante de nácar con el que FitzRoy pagó por su captura. Al último, de 20 años, lo rebautizó como Boat Memory, que en español quiere decir «la memoria del barco». FitzRoy los llevó a Inglaterra para educarlos y luego traerlos