Drácula. Bram Stoker

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Drácula - Bram Stoker Clásicos

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curva en el valle. A mi izquierda, el paisaje se corta por la línea negra del techo de una antigua casa junto a la abadía. Las ovejas y los corderos balan en los campos a mis espaldas, escucho el ruido de las pezuñas de los burros por el camino pavimentado más abajo. La banda en el muelle está tocando un vals disonante a buen ritmo. Y más a lo lejos, en el malecón, el Ejército de Salvación está en una reunión en algún callejón. Ninguna de las bandas se puede oír mutuamente, pero aquí arriba puedo escuchar y ver a las dos. Me pregunto dónde estará Jonathan, ¡y si está pensando en mí! Me gustaría tanto que estuviera aquí.

       Diario del Doctor Seward

      5 de junio.

      El caso Reinfeld se vuelve más interesante a medida que logro entender más al hombre. Tiene algunas características ampliamente desarrolladas: el egoísmo, la discreción y la determinación.

      Me gustaría descifrar cuál es el objeto de esta determinación. Parece tener algún esquema trazado, pero no sé de qué se trate. Su cualidad redentora es su amor por los animales, aunque tiene algunos cambios tan curiosos que a veces imagino que sólo una crueldad anormal. Tiene mascotas de todo tipo.

      Por el momento, su pasatiempo favorito es atrapar moscas. Tiene ya tantas que he tenido que decirle algo al respecto. Para mi mayor asombro, no estalló en un ataque de furia como esperaba, sino que tomó las cosas con una seriedad muy simple. Reflexionó por un momento y luego dijo:

      —¿Me concede tres días? Voy a deshacerme de ellas en ese tiempo.

      Por supuesto le respondí afirmativamente. Debo vigilarlo de cerca.

      18 de junio.

      Ahora su atención está centrada en las arañas, y tiene varios ejemplares enormes dentro de una caja. Las alimenta con las moscas, y el número de estas últimas ha disminuido en gran medida, aunque utiliza casi la mitad de su comida para atraer más moscas a su cuarto.

      1 de julio.

      Sus arañas se han convertido en una molestia igual de grande que sus moscas, y hoy le he dicho que tenía que deshacerse de ellas.

      Se puso muy triste por esta noticia, así que le dije que por lo menos se deshiciera de la mayoría. Accedió alegremente a esto último y le he dado el mismo plazo que la vez pasada para llevarlo a cabo.

      Mientras estaba con él, me provocó gran repugnancia, pues cuando un horrible moscardón, hinchado por la carroña, entró volando al cuarto, él lo atrapó, sosteniéndolo entre su dedo pulgar e índice por unos instantes y, antes de que pudiera imaginar lo que haría, lo puso en su boca y se lo comió. Lo reprendí por lo que había hecho, pero me respondió tranquilamente que tenía muy buen sabor y que era muy nutritivo; que era una vida, una vida muy fuerte y que le transmitía su vitalidad. Esto me dio una idea, o el inicio de una. Debo estar atento para averiguar cómo se deshace de sus arañas.

      Es evidente que tiene algún serio problema en su mente, pues tiene consigo una pequeña libreta donde todo el tiempo está anotando algo. Hay páginas enteras llenas de montones de números, normalmente números simples sumados en grupos, y luego los totales sumados en grupos otra vez, como si estuviera ajustando en alguna cuenta, como suelen decir los contadores.

      8 de julio.

      Hay un método en su locura y la incipiente idea en mi mente está tomando cada vez más forma. Pronto será una idea completa, y entonces, ¡ah, cerebración inconsciente, tendrás que ceder el lugar de honor a tu hermano consciente!

      Me mantuve alejado de mi amigo durante algunos días para poder notar si se operaba algún cambio. Todo sigue igual, excepto que se ha deshecho de algunas de sus mascotas y ha conseguido una nueva.

      Se las ha arreglado para atrapar a un gorrión y ya lo ha domesticado parcialmente. Su manera de domesticar es muy simple, pues me he percatado de que las arañas ya han disminuido. Sin embargo, las que siguen ahí, están bien alimentadas, porque sigue atrapando moscas atrayéndolas con su comida.

      19 de julio.

      Estamos progresando. Mi amigo tiene ahora una colonia entera de gorriones y sus moscas y arañas han desaparecido casi por completo. Cuando entré a su cuarto, corrió hacia mí y me dijo que necesitaba pedirme un gran favor. Un enorme y gigantesco favor. Y mientras hablaba, se portaba zalamero, como suelen comportarse los perros.

      Le pregunté cuál era el favor y me respondió, con una especie de quebranto en su voz que parecía a punto de llorar:

      —Un gatito. ¡Un hermoso gatito, pequeño, pulcro y juguetón, con el que pueda jugar y enseñarle cosas! ¡Y alimentarlo, y alimentarlo, y alimentarlo!

      Su petición no me tomó completamente por sorpresa, pues ya había notado que sus mascotas crecían en tamaño y vivacidad, pero no me pareció agradable que su bonita familia de gorriones domesticados fuera eliminada de la misma forma en que habían sido eliminadas sus moscas y arañas. Así que le respondí que lo pensaría, y le pregunté si no preferiría tener un gato adulto a un cachorrito.

      Su ansiedad lo traicionó al contestar:

      —¡Oh, sí! ¡Me gustaría un gato adulto! Pedí un cachorrito porque pensé que me negaría un gato adulto. Nadie se atrevería a negarme un gatito, ¿verdad?

      Moví la cabeza negativamente y le dije que por el momento me temía que no sería posible, pero que lo pensaría. Su rostro se entristeció y pude ver una especie de advertencia de peligro en sus ojos, pues repentinamente apareció una mirada de reojo violenta, que significaba deseos de muerte. El hombre es un homicida maniático en potencia. Voy a poner a prueba su obsesión actual y veré cómo resulta todo; después podré saber más al respecto.

      10 pm. —Fui a verlo otra vez, y lo encontré sentado en un rincón, pensativo. Cuando entré al cuarto, se puso de rodillas frente a mí y me rogó que le permitiera tener un gato, que su salvación dependía de eso.

      Sin embargo, fui firme, y le dije que no podría ser posible, luego de lo cual se levantó sin decir una sola palabra y se sentó, mordiéndose los dedos, en la esquina donde lo había encontrado. Mañana temprano volveré a verlo.

      20 de julio.

      Fui a visitar a Renfield muy temprano por la mañana, antes de que el guardia hiciera sus rondas. Lo encontré despierto y tarareando una melodía. Estaba espolvoreando sobre la ventana el azúcar que había guardado, y a todas luces estaba empezando nuevamente con su cacería de moscas, lo hacía alegremente y de buena gana.

      Miré alrededor en busca de sus aves, pero no las vi, entonces le pregunté dónde estaban. Me respondió, sin voltear a verme, que todas se habían escapado. Había algunas plumas esparcidas por el cuarto y sobre su almohada había una gota de sangre. No dije nada, pero le ordené al guardia que me reportara si observaba cualquier comportamiento extraño en él durante el día.

      11 am. —Mi asistente acaba de venir a decirme que Renfield está muy enfermo y que ha vomitado muchas plumas.

      —Creo, doctor, —me dijo—, que se ha comido todas sus aves y completamente crudas.

      11 pm. —Esta noche le di a Renfield un fuerte sedante. Suficientemente fuerte como para ponerlo a dormir incluso a él, y tomé su libreta para revisarla. La idea que ha estado rondando mi mente ya está completa y la teoría ha sido probada.

      Mi

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