Drácula. Bram Stoker
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Casi hubiera valido la pena esperar para que completara el experimento. Podría llevarse a cabo si hubiera una causa suficiente. Los hombres se burlaban de la vivisección y sin embargo, ¡hay que ver sus resultados actuales! ¿Por qué no he de ayudar al progreso de la ciencia en su aspecto más difícil y vital, es decir, el conocimiento del cerebro?
Si descifrara el secreto de una mente de este tipo. Si tuviera la llave de las imaginaciones de al menos uno de estos lunáticos, podría hacer avanzar mi propio ramo de la ciencia a tal grado que la fisiología de Burdon Sanderson o el conocimiento del cerebro humano de Ferrier no serían nada en comparación. ¡Si tan sólo hubiera causa suficiente! No debo pensar mucho en esto, o podría sentirme tentado a hacerlo. Una buena causa podría inclinar el platillo de la balanza para mí, pues ¿acaso no es cierto que yo también poseo un cerebro excepcional, congénitamente hablando?
Qué bien razonó este hombre. Los lunáticos siempre lo hacen dentro de su propio espectro. Me pregunto en cuántas vidas valorará a un hombre, o si sólo se trata de una sola. Cerró la cuenta con toda exactitud, y hoy comenzó un nuevo registro. ¿Cuántos de nosotros empezamos un nuevo registro con cada día de nuestras vidas?
A mí me parece que fue ayer cuando sentí que toda mi vida terminaba con mi nueva esperanza, y que verdaderamente empezaba un nuevo registro. Así será hasta que el Gran Juez cierre mi cuenta con un balance de ganancias o pérdidas.
¡Ay, Lucy, Lucy!, no puedo sentirme enojado contigo, ni tampoco con mi amigo cuya felicidad es la tuya. Lo único que me resta por hacer es avanzar en la desesperanza y trabajar. ¡Trabajar! ¡Trabajar!
Si tan solo tuviera una causa tan fuerte como la de mi pobre amigo loco, una causa buena y desinteresada que me hiciera trabajar. Sin duda eso me proporcionaría felicidad.
Diario de Mina Murray
26 de julio.
Estoy angustiada y me tranquiliza poder expresarme aquí. Es como susurrarme a mí misma y escuchara al mismo tiempo. Los símbolos de taquigrafía tienen un cierto encanto que los diferencia de la escritura normal. Estoy triste por Lucy y por Jonathan. No había tenido noticias de Jonathan durante varios días y me sentía muy preocupada. Pero ayer, el querido Señor Hawkins, que siempre es tan amable, me envió una carta de su parte. Yo le había escrito preguntándole si había recibido noticias de Jonathan y me respondió diciéndome que acababa de recibir la carta que me envió. Sólo son unas breves líneas escritas durante su estancia en el castillo de Drácula, donde dice que está iniciando el viaje de regreso a casa. Eso no es propio de Jonathan. No lo comprendo y me llena de angustia.
Y luego, Lucy, aunque está muy bien, ha vuelto a recaer en su viejo hábito de caminar dormida. Su madre ya me había dicho algo sobre eso y decidimos que voy a cerrar la puerta de nuestro cuarto con llave todas las noches.
La Sra. Westenra cree que los sonámbulos siempre se suben a los techos de las casas y caminan por los bordes de los despeñaderos, despertándose repentinamente, cayendo al vacío lanzando un grito desesperado que hace eco por todo el lugar.
Pobrecilla, naturalmente está preocupada por Lucy, me ha contado que su esposo, el padre de Lucy, tenía la misma costumbre de despertarse en medio de la noche, vestirse y salir de casa, a menos que alguien lo detuviera.
Lucy se casará en otoño y ya está planeando su vestido y los arreglos de su casa. La entiendo perfectamente, porque yo haré lo mismo, sólo que Jonathan y yo empezaremos nuestra vida de una manera mucho más sencilla, esforzándonos por cubrir nuestros gastos.
El Sr. Holmwood, es decir, el Honorable Arthur Holmwood, hijo único de Lord Godalming, vendrá dentro de pocos días, en cuanto pueda dejar la ciudad, pues su padre no se encuentra bien de salud. Y creo que mi querida Lucy está contando ansiosamente los días hasta su llegada.
Quiere llevarlo a nuestra banca en el cementerio de la iglesia sobre el acantilado y mostrarle la belleza de Whitby. Me atrevo a decir que lo que la tiene angustiada es esta espera. Estoy segura que se sentirá mejor cuando él esté aquí.
27 de julio.
No he tenido noticias de Jonathan. Estoy empezando a sentirme sumamente preocupada por él, aunque no sé exactamente por qué. Pero me gustaría tanto que me escribiera, aunque fuera sólo una línea.
El problema de sonambulismo de Lucy empeora día con día, y todas las noches me despierto al sentir que camina por el cuarto. Afortunadamente, el clima está tan cálido que no podría resfriarse. Pero aun así, la preocupación y el estar despierta toda la noche está comenzando a causar estragos en mí, y yo misma me estoy empezando a sentir nerviosa y no puedo dormir. Gracias a Dios, la salud de Lucy se mantiene estable. El Sr. Holmwood ha sido llamado repentinamente a Ring para ver a su padre, que se encuentra gravemente enfermo. Lucy está destrozada por la posibilidad de tener que posponer la visita de su prometido, pero esto no ha afectado su aspecto. Está ligeramente más robusta y sus mejillas tienen un encantador tono rosado. Ya no tiene esa apariencia anímica que solía tener. Rezo para que esto continúe igual.
3 de agosto.
Ha pasado otra semana y sigo sin recibir noticias de Jonathan. Ni siquiera a través del Sr. Hawkins, con quien sí he podido comunicarme. Ay, espero que no esté enfermo, porque, de ser así, sin duda alguna me habría escrito. He leído mil veces su última carta, pero hay algo en ella que no me satisface. No suena a él, y sin embargo es su escritura. De esto no cabe la menor duda.
La semana pasada Lucy casi no caminó mientras dormía, pero hay una extraña concentración en ella que no comprendo; parece como si me observara, aun estando dormida. Intenta abrir la puerta, pero al encontrarla cerrada, recorre todo el cuarto en busca de la llave.
6 de agosto.
Han pasado otros tres días, y sigo sin recibir noticias. El suspenso se está volviendo espantoso. Si tan sólo supiera a dónde escribirle, o a dónde ir, me sentiría más tranquila. Pero nadie ha escuchado una sola palabra de Jonathan desde su última carta. Sólo debo rogar a Dios que me conceda paciencia.
Lucy está más nerviosa que nunca, pero por lo demás está bien. Anoche el tiempo estuvo terrible y los pescadores dicen que se espera una gran tormenta. Debo observarla para aprender sobre las señales del tiempo.
Hoy el día está nublado, mientras escribo esto el sol está escondido detrás de las espesas nubes en lo alto del Kettleness. Todo se ve gris, con excepción del pasto verde, que parece una esmeralda en medio de este paisaje tan gris. Las rocas son grises y terrosas; grises son las nubes, teñidas por la luz del sol en su orilla más lejana, que se ciernen sobre el mar gris, en el que se introducen los bancos de arena similares a figuras grises. El mar rompe sobre las playas, ahogando su furor en la neblina marina que llega desde la tierra empujada por el viento. El horizonte se pierde en una neblina grisácea. Hay una inmensa vastedad. Las nubes están apiladas como rocas gigantes y hay ráfagas de viento sobre el mar que parecen anunciar algo funesto. Por toda la playa pueden verse diseminadas oscuras figuras, algunas envueltas a medias por la niebla, que tienen la apariencia de “árboles con formas humanas caminando”. Los botes pesqueros se apresuran para llegar a casa, se elevan y hunden en las grandes olas mientras navegan hacia el puerto, curvándose frente a los imbornales. Aquí viene el Sr. Swales, caminando directamente hacia mí. Puedo ver, por la forma en que ha levantado su sombrero, que quiere