Drácula. Bram Stoker

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Drácula - Bram Stoker Clásicos

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      Sobra decir que el cuerpo del piloto muerto ha sido removido reverentemente del lugar donde llevó a cabo su honorable guardia y custodia hasta su muerte. Tan tenaz y noblemente como el joven Casabianca, y ha sido colocado en la morgue en espera de las investigaciones.

      La repentina tormenta ya está pasando, su furor ya ha menguado. La multitud ha empezado a retirarse a sus casas y el cielo está empezando a enrojecer sobre la campiña de Yorkshire.

      En mi próxima entrada, proporcionaré más detalles sobre el barco abandonado que logró llegar milagrosamente hasta el puerto en medio de la tormenta.

      9 de agosto.

      Las consecuencias de la extraña llegada del barco abandonado en la tormenta, es casi tan sorprendente como el suceso en sí mismo. Resulta que la goleta es rusa, de Varna, y se llama Demeter. El lastre estaba conformado casi en su totalidad por sacos de arena fina, con solo un pequeño cargamento, unas cuantas enormes cajas de madera llenas de tierra.

      El cargamento fue consignado a un abogado de Whitby, el Sr. S.F. Billington, que radica en el No. 7 de The Crescent, y que esta mañana subió a bordo del banco para tomar posesión formal de los bienes que le habían sido consignados.

      El cónsul ruso, en su calidad de representante del transportista, también tomó posesión formal del barco, y se hizo cargo de todos los derechos portuarios, etc.

      No se habla de otra cosa hoy más que de la extraña coincidencia. Los funcionarios del Ministerio de Comercio se han esforzado al máximo para asegurarse de que todos los trámites legales se lleven a cabo según las regulaciones en vigor. Como el asunto parece no ser más que una “maravilla de nueve días”, están tomando todas las medidas necesarias para que no haya ningún otro motivo de queja.

      El asunto del perro que saltó a la tierra cuando el barco atracó ha generado gran interés, y más de un miembro de la S.P.C.A. (Sociedad para la Prevención de la Crueldad a los Animales) , asociación muy importante en Whitby, se ha ofrecido a ayudar al animal. Sin embargo, para la decepción de la mayoría, no han visto al perro por ningún lado. Parece haber desaparecido completamente de la ciudad. Tal vez estaba tan asustado que corrió hasta los pantanos, donde probablemente siga escondido aterrorizado.

      Hay quienes creen que esta posibilidad es terrible, pues podría suceder que el animal se convirtiera en un peligro, ya que a todas luces se trata de una bestia feroz. Esta mañana temprano fue encontrado muerto, en el camino frente al patio de su dueño, un perro de gran tamaño, cruza de mastín que pertenecía a un mercader de carbón que radica cerca al Muelle Tate Hill. Había estado peleando y era evidente que se había enfrentado a un oponente salvaje, pues su pescuezo estaba desgarrado y su vientre abierto como por una garra salvaje.

      Más tarde. —Gracias a la amabilidad del inspector del Ministerio de Comercio, se me ha permitido echar un vistazo a la bitácora del barco Demeter, que se actualizó hasta hace tres días. Pero no contiene nada importante, con excepción de lo relacionado a los hombres desaparecidos. Sin embargo, lo más interesante hasta el momento es el papel que había dentro de la botella, presentado hoy durante las investigaciones. Es la primera vez que me enfrento a un suceso tan extraño como el que parece desprenderse de esos textos.

      Como no hay ningún motivo para guardar el secreto, se me ha permitido usarlos y enviarle una transcripción, omitiendo simplemente los detalles técnicos de marinería y sobrecargo. Pareciera como si el capitán hubiera sido atacado por una especie de manía antes de adentrarse en altamar, y que esta situación aumentó persistentemente a lo largo del viaje. Desde luego, mi observación no debe tomarse al pie de la letra, porque estoy escribiendo basándome en el dictado de un empleado del cónsul romano, que tuvo la amabilidad de traducirlo para mí, debido a que no dispongo de mucho tiempo.

      Bitácora del “Demeter”. De Varna a Whitby

      Escrito el 18 de julio, están pasando cosas tan extrañas, que a partir de ahora mantendré un registro exacto de ellas, y así lo haré hasta que desembarquemos.

      El 6 de julio terminamos de subir el cargamento de arena fina y cajas de tierra. Zarpamos por la tarde. Viento fresco proveniente del este. Tripulación: cinco manos… dos oficiales, un cocinero y yo (el capitán).

      El 11 de julio al amanecer llegamos al Bósforo. Fuimos abordados por oficiales aduaneros de Turquía. Propinas. Todo en orden. Zarpamos nuevamente a las 4 p.m.

      El 12 de julio cruzamos los Dardanelos. Más oficiales aduaneros y barco insignia del escuadrón de guardia. Más propinas. El trabajo de los funcionarios minucioso, pero rápido. Quieren que zarpemos rápidamente. Al amanecer pasamos el Archipiélago.

      El 13 de julio pasamos por Cabo Matapán. La tripulación está a disgusto por algo. Parece asustada, pero no dicen por qué.

      El 14 de julio. Me sentí inquieto por la tripulación. Todos son hombres tranquilos, con los que ya he navegado antes. El piloto tampoco pudo descifrar lo que sucede. Solo le dijeron que había ALGO a bordo, y se santiguaron. El piloto perdió los estribos con uno de ellos ese día y lo golpeó. Esperaba una pelea feroz, pero todo sigue tranquilo.

      El 16 de julio. Por la mañana, el piloto reportó que uno de la tripulación, Petrofsky, estaba desparecido. No pudo dar más detalles. Anoche tomó guardia a babor a las ocho campanadas. Fue relevado por Amramoff, pero no fue a su camarote. Los hombres están más abatidos que nunca. Todos dicen que ya esperaban algo parecido, pero lo único que dicen es que hay ALGO a bordo. El piloto está cada vez más impaciente con ellos. Temo que surja algún problema más adelante.

      El 17 de julio. Ayer, uno de ellos, Olgaren, entró a mi cabina y atemorizadamente me confió que pensaba que había un hombre extraño a bordo. Me dijo que durante su guardia se había resguardado detrás de la cámara de la cubierta, porque había una tormenta, cuando vio a un hombre alto y delgado, que no se parecía a ninguno de la tripulación, subiendo por la escalera de la cámara y caminando a través de la cubierta hasta desaparecer. Lo siguió cautelosamente, pero cuando llego a la proa no vio a nadie, y todas las compuertas estaban cerradas. Sintió un terrible pánico supersticioso, me temo que ese pánico se extienda a toda la tripulación. Para evitar esto, hoy registraré todo el barco cuidadosamente, de proa a popa.

      Más tarde ese día, reuní a toda la tripulación y les dije que, como evidentemente estaban convencidos de que había alguien en el barco, haríamos una inspección de proa a popa. El piloto se enojó, me dijo que le parecía una locura, que ceder ante esas ideas tan absurdas desmoralizaría al resto de los hombres. Me aseguró que él se encargaría de mantenerlos en orden por la fuerza. Lo dejé a cargo del timón, mientras el resto llevaba a cabo una minuciosa inspección, manteniéndonos informados todo el tiempo y con la ayuda de linternas. Buscamos en todos los rincones. Como el único cargamento eran las grandes cajas de madera, no había recovecos donde se pudiera esconder un hombre. Los hombres estaban mucho más tranquilos cuando terminó la inspección, y regresaron a trabajar alegremente. El piloto puso mala cara pero no dijo nada más.

      22 de julio.

      Ha habido un clima terrible los últimos tres días, y todos están ocupados con las velas. No hay tiempo para el miedo. Parece que los hombres ya olvidaron sus temores. El piloto está de buen humor nuevamente y toda la tripulación está en buenos términos. Elogié a los hombres por su gran trabajo durante el mal tiempo. Pasamos Gibraltar y salimos por los Estrechos. Todo está en orden.

      24 de julio.

      Parece haber una especie de maldición sobre este barco. Ya habíamos perdido un hombre y, anoche, al entrar a la Bahía de Vizcaya con un clima terrible ante

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