Mayas. El ciclo desconocido. Dino Alreich

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Mayas. El ciclo desconocido - Dino Alreich

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encontrado el cuerpo de K’inich Janab Pakal I, rey de Palenque. –dijo Lhuillier mostrando gran sorpresa en su rostro.

      –Esto sí que es un momento histórico. –dijo la asistente.

      –De eso no hay duda. Pakal, era conocido como el “Gran Sol” y la mayoría lo llamaban Pakal el Grande. Su gobierno sobre el estado maya de B’aakal que justamente se encontraba aquí en Palenque consiguió un nivel de esplendor impresionante en su tiempo. Junto con su hijo K’inich Kan Balam II, mejor conocido como la “Serpiente Jaguar orientado al sol” fueron los responsables de la edificación de muchos edificios en toda esta zona. –explicó Lhuillier.

      –Eso quiere decir que esta tumba lleva en este lugar más de doce siglos. –comentó uno de sus ayudantes.

      –Oigan, vean que interesante estas representaciones que aparecen en la tapa de este sarcófago. –dijo uno de los ayudantes.

      Los ojos de todos se posaron en aquel monumento. Frente a ellos se mostraba un cosmograma que representaba al propio Pakal en su viaje al inframundo.

      –Señores, estas inscripciones que han sido grabadas en piedra muestran la representación de la muerte y la resurrección y el conjunto de creencias de ultratumba. –les explicó uno de los investigadores.

      Frente a ellos la inscripción del monumento funerario del legendario Pakal. Aquellas inscripciones levantaban diversidad de opiniones en algunos investigadores. Para unos, la representación del viaje al inframundo de un antiguo gobernante soberano y para otros un enigma difícil de descifrar. Un misterio que mantendría al mundo alerta hasta el fin de los días sobre la tierra.

Parte A En búsqueda del enigma maya

       El hombre bueno es su propio amigo.”

      –Sófocles

      Capítulo 1

       Encuentro amistoso

      Boston, Massachussets,

       Estados Unidos

       30 de septiembre de 2011

       6:00 p.m.

      El aeropuerto se mostraba muy inquieto. La gente iba y venía acelerada procurando no perder sus vuelos. Entre el desasosiego de la gente se notaba la figura de un famoso personaje dentro del mundo de la arqueología, sin embargo, para muchos en aquel lugar pasaba desapercibido. El Doctor Eugene Smith se encontraba a paso acelerado en el Terminal del aeropuerto. Faltaba sólo media hora para emprender su viaje rumbo a Chiapas, México, en una investigación para el Departamento de Arqueología de la universidad donde trabajaba ya por veinticinco años. Renombrado en su área de trabajo, eran pocos los que conocían el lado oscuro de su persona. Ante la gente, su impresión era de una persona respetable, elocuente y de gran valor académico, pero en las sombras de su vida había una historia misteriosa que contar. El segundo propósito de su viaje a México era el traer consigo a un prospecto. Su víctima nunca tendría la mínima sospecha del trágico final a la cual la conducirían, sin embargo, el señor Smith estaba seguro que la conseguiría, pues era muy raro que no lograra sus objetivos por medio de toda clase de técnicas de manipulación y engaño.

      El cincuentón profesor tuvo la sensación por un momento que alguien le seguía. Por un momento se detuvo.

      –Señor. –le llamó un extraño.

      El Doctor Eugene Smith volteó a mirar a quien le llamaba. Se trataba de un hombre que aparentaba tener algunos sesenta años. Antes que el señor Smith hiciera alguna pregunta el hombre se apresuró a hablar.

      –Señor, ¿es ésta su billetera? –dijo el hombre mostrando la cartera al acercarse.

      Smith no mostró sorpresa alguna, en cambio en su mirada había una expresión de malicia.

      –No lo puedo creer. –contestó Smith fingiendo sorpresa.

      –Señor, usted perdió su cartera en la cafetería. Cuando pude notarla, ya usted había salido y se había adelantado bastante por lo que llevo un rato tratando de alcanzarle. –dijo el hombre entregándole la billetera.

      El Doctor Smith lo miró a los ojos, tomó la billetera y la encontró intacta. Smith mostraba una apariencia ruda y tosca, siempre denotando malicia en su mirada.

      –Señor, cuanto le agradezco que haya actuado de esta manera tan amable conmigo. –reaccionó Smith estrechando conversación con el hombre.

      Smith hizo el gesto de sacar algunos billetes para pagarle a aquel extraño por el buen acto de recobrar su billetera.

      –Esto es por haber obrado de buena fe. –dijo Smith ofreciéndole cincuenta dólares a aquel hombre.

      –No, para nada, no tomaré dinero alguno por este favor. –respondió el hombre.

      –A la verdad que todavía queda gente buena en la sociedad. –comentó Smith–. Dígame, ¿cuál es su nombre? –indagó.

      –Jacob Burke, ese es mi nombre. –contestó.

      –Señor Burke, mucho gusto en conocerle. –dijo Smith con tono amable.

      –Su nombre ya lo sé pues lo leí en las identificaciones de su billetera al abrirla para asegurarme que realmente era suya. –dijo Burke.

      –Señor Burke, le agradezco por el gran favor que me ha hecho al devolverme la billetera. Ahora debo irme pues no quiero perder mi vuelo. –dijo Smith.

      –¿Hacia donde se dirige? –preguntó Burke.

      –Me dirijo hacia México. –contestó Smith.

      –¡Qué coincidencia! –dijo Burke.

      –Que bueno que viaje hacia México, así no estaré sólo en el viaje. –comentó Smith.

      –¿Viaja por negocio o por placer? –indagó Burke.

      –Por negocio, ¿y usted? –preguntó Smith.

      –Me dirijo hacia Chiapas pues me han dicho que hay mucho para ver en esa zona. Con el deseo de despejar mi mente, me decidí a aventurarme en este viaje. –dijo Burke.

      –¿De veras? –inquirió Smith–. ¿Estamos en el mismo vuelo? –preguntó.

      Burke tomó su pasaje y verificó su número de vuelo.

      –¿Es éste su mismo vuelo? –preguntó Burke.

      –Sí, es el mismo. ¡Que bien! –reaccionó Smith–Entonces, nuevo amigo, le invito nuevamente a acompañarme en el viaje hacia México. –le comentó.

      –Me parece interesante su propuesta. –dijo Burke.

      Ambos tomaron el mismo avión rumbo a México. Allí en el avión conversaban.

      –Señor Smith, ¿cuál es específicamente

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