¿Depresión? No, gracias. Juan Antonio Guerrero Cañongo

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¿Depresión? No, gracias - Juan Antonio Guerrero Cañongo

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¿cambian tus imágenes y tu voz interior respecto a la anterior posición?

      ¿Cuál te gusta más?

      

      Si te gusta más la postura de éxito, ¿por qué no la mantienes todo el día? Esta simple forma de actuar podría cambiar por completo tu vida. Todos los días camina erguido, con seguridad y aplomo; esta estrategia es un excelente motivador interno.

      ¿Quieres lograr algo? Adopta la postura de como si lo hubieras logrado. En menos tiempo del que imagines, lo conseguirás. Si quieres ser exitoso, camina como si fueras exitoso; si quieres estar saludable, adopta la postura de como si lo estuvieras.

      La actitud es muy importante. Victor Frankl menciona que conoció a una joven en el campo de concentración, la cual sabía que en pocos días iba a morir, pero tenía una actitud jovial, irradiaba felicidad. Cuando le preguntó el porqué, le dijo: «Estoy muy satisfecha de que el destino se haya cebado en mí con tanta fuerza. En mi vida anterior yo era una niña malcriada y no cumplía en serio con mis deberes espirituales. ¿Ve ese árbol? Aquel árbol es el único amigo que tengo en esta soledad, muchas veces hablo con el árbol. Él me dice, «Estoy aquí, estoy aquí, yo soy la vida».

      Muchas veces omitimos las grandes pruebas de vida que existen frente a nosotros, pruebas de que estamos vivos, de que podemos hacer lo que queramos, de que podemos comportarnos como si tuviéramos salud, éxito y dinero.

      Date cuenta de lo que te rodea, todo está ahí señalándote, lo fácil que es vivir, lo sencillo que es adoptar una postura de éxito, sea cual sea tu situación personal, económica o sentimental.

      Siempre adopta una postura de éxito, ésta te acarreará sólo cosas buenas a tu vida. Al hacerlo, tu cerebro entenderá lo que le estás pidiendo y lo realizará.

      Recuerda que, mientras más hables, escuches, sientas y visualices lo malo que es algo, crearás más de eso. Si sólo piensas en la pobreza, eso tendrás; si piensas lo desafortunado que eres, seguirás siendo desafortunado. Mientras más te repitas las cosas, sucederán una y otra vez. ¿Por qué no lo cambias? ¿Por qué no sólo piensas en las cosas buenas que deseas? Si lo haces, en algún momento sucederán.

      También evita ver y escuchar noticias negativas (que, por desgracia, abundan en los canales de televisión y estaciones de radio). Si lo haces, sólo te traerá rencor, ira y depresión.

      Y son varios los estudios que sustentan lo anterior. El doctor Richard Restak, en su libro Nuestro nuevo cerebro, afirma que:

      La mera visualización de imágenes de violencia o agresión, como las que rutinariamente nos presentan la televisión y el cine, es suficiente para activar la corteza prefrontal. Esta región está en contacto con los centros de emotividad del cerebro, los cuales son los responsables de que un humano tenga reacciones, ya sean violentas o apacibles.

      En las personas con actitud optimista, la actividad cerebral más intensa se ubica en la corteza prefrontal izquierda. También se observa una inhibición de las amígdalas cerebrales, las cuales desempeñan un papel importante en la regulación de las reacciones emocionales. Mientras, en las personas infelices y vulnerables, sucede todo lo contrario: aumento en las funciones de las amígdalas y de la corteza prefrontral derecha. El hemisferio cerebral derecho está especializado en trabajar con imágenes, mientras que el izquierdo, con palabras, por eso, si se contemplan imágenes de accidentes o catástrofes, ello trastorna más la estabilidad mental que leer la descripción de los mismos acontecimientos en el periódico.

      Según recientes estudios en Neurología, las imágenes impresionan tanto al cerebro que el sujeto puede sentirse ansioso, deprimido o agresivo ante las personas que lo rodean. La sentencia que se desprende de todo lo anterior es clara: mientras más horas pasan viendo la televisión, más infelices, ansiosas, deprimidas o agresivas se encuentran las personas.

      El aumento de la agresividad y de los crímenes violentos se explica por lo mismo: el sujeto, al acostumbrarse a ver imágenes de sucesos violentos, se desensibiliza y tiene una sensación de que no es real lo que ve (o hace). Entonces, se produce una forma de distanciamiento, donde la persona ve una tragedia real como una película. La exposición constante a imágenes de violencia o agresión fomenta la pasividad ante sucesos que requieren de compasión, incrementando la conducta violenta (una persona golpeando a otra no se detendría aunque escuche sus súplicas de hacerlo).

      Por todo ello, la televisión presenta más riesgo, ya que ofrece imágenes con movimiento, con más colores y escenas rápidas que evitan que el cerebro reaccione adecuadamente.

      Mi mejor consejo (y el de muchos especialistas) es simple: apaga el televisor, esta simple acción te ahorrará muchos problemas futuros. O, si deseas motivarte con ella, puedes seguir el consejo del actor estadounidense Groucho Marx: «Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro».

      Lo que escuchamos es también importante. Hace algún tiempo llegó un matrimonio a mi consultorio por problemas en su relación de pareja. La esposa se quejaba de que el marido no la escuchaba. Cuando le pregunté a él si era correcta esa aseveración, me dijo que sí. Le pregunté el porqué, a lo que me contestó: «Sólo habla chismes de vecinas». Obviamente, la esposa enfureció. Calmé a la esposa. Entonces, le pedí al marido que explicara más sobre ello… Él nos dijo que no soportaba escuchar sobre la vida de los demás, que incluso le dolía la cabeza y tenía la sensación de querer huir de esos chismes. ¿Cuál era la razón de esa conducta?

      Me he encontrado muchos casos como el anterior, de personas que no soportan escuchar los aspectos negativos de los demás. Ellos afirman que hasta su energía se ve mermada cuando escuchan aquéllos. La solución a estos problemas es sencilla: evitar hablar de los demás y enfocarnos hacia nuestro desarrollo.

      Recuerda que somos energía y de ti depende qué tipo de energía absorbes a diario. Mientras más te enfoques en lo malo, peor te irá, pero si te enfocas en lo bueno, sólo obtendrás recompensas. Cuando mis pacientes me preguntan sobre cómo adelgazar, siempre les recomiendo que se visualicen, escuchen y se sientan como una persona delgada. La explicación a esto es simple: debemos visualizarnos, escucharnos y sentirnos como deseamos ser y evitar pensar en lo que no deseamos ser.

      La mayoría de personas se centra en lo que no quiere ser. Obviamente, estas personas están en un error. Al hacer eso, sólo atraen lo negativo a sus vidas.

      El estrés, la depresión y la agresividad, clasificadas como experiencias negativas en la vida del humano, alteran las redes neuronales y su desarrollo en ratas de laboratorio. Imagina qué pasa en tu cerebro si mantienes una postura negativa.

      Una paciente depresiva tenía razón cuando me decía que «no tenía cabeza para nada». Ella había sido una estudiante excelente, pero cuando inició su depresión sus notas escolares bajaron drásticamente. Le fallaba la memoria y tenía problemas en su lenguaje.

      Si quieres tener éxito, adopta una postura de éxito, como dijo el escritor francés François de la Rochefoucauld: «Para tener éxito debemos hacer todo lo posible por parecer exitosos».

      Puedes adoptar cualquier postura que te agrade. Si admiras a una persona, puedes copiar las conductas que te interesen de ella; esta técnica se le denomina modelado. El modelado es eficaz para copiar conductas que consideras excelentes y que deseas adquirir para ti, incorporándolas en tu vida de manera inconsciente. El proceso es sencillo:

      Eliges un modelo (alguien que ya posee esa cualidad y la emplea

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