Líderes en crecimiento. James Lawrence
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Introducción
Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.
— Juan 15.5
Durante los años anteriores a aquellos en los que escribí este libro, cuatro situaciones alimentaron mi preocupación acerca del liderazgo en la iglesia. Primero, mi propia travesía como líder. No recuerdo exactamente cuándo comenzó, pero durante mi adolescencia me hallaba liderando a un grupo de jóvenes en casa, completamente sin preparación y sin ninguna idea de lo que estaba haciendo. Ansiaba que las personas se hicieran cristianas y, como no había muchos adolescentes cristianos en la iglesia, comencé a asistir a ella, lo cual parecía algo sensato. Luego, un par de maestros de escuela, quienes eran también cristianos, comenzaron a orientarme; fui ordenado cuando tenía 24 años de edad. Amaba ser ministro en una iglesia local; cometí muchos errores y aprendí mucho. A los 30 años me uní a cpas1 como un evangelista y no pude estar más feliz. Durante los siguientes diez años experimentaría los altibajos del liderazgo, y las principales luchas se relacionaban con aquello que necesitaba atención dentro de mí mismo. Líderes en crecimiento es una reflexión personal sobre lo que salió mal y el trabajo misericordioso de Dios en mi vida.
Segundo, en mi rol como evangelista en dos organizaciones cristianas, cpas y Springboard,2 trabajé con diversas iglesias a lo largo del Reino Unido, y mi experiencia confirmó toda la investigación que había leído acerca del crecimiento de ellas. Una de las principales características para un crecimiento sano de las iglesias es el liderazgo. No es la única señal de una iglesia sana,3 pero es una indispensable. Los líderes le dan forma para bien o para mal. Y lamentablemente los resultados iniciales de la investigación de la Natural Church Development Network (Red de Desarrollo Natural de la Iglesia) indica que la característica del “fortalecimiento del liderazgo” se ubica habitualmente en los niveles más bajos en las iglesias inglesas.4 No significa que el liderazgo cristiano sea un fin en sí mismo, o que un buen liderazgo definitivamente logrará el crecimiento de la iglesia, pero sí es el factor clave en la propagación del evangelio.
Tercero, a medida que leía más ampliamente sobre liderazgo, iba descubriendo a varios autores que decían cosas similares a lo que yo pensaba. Dos ejemplos serán suficientes. Leighton Ford, desde una perspectiva global, dice que “el mundo está experimentando un gran cambio en el liderazgo” con una correspondiente necesidad de “un nuevo tipo de líderes”.5 Por su parte, Chris Edmondson, en el capítulo inicial de su Fit to Lead (Apto para liderar), le “toma la temperatura” a la iglesia y la sociedad británica, y concluye: “Se necesitará liderazgo fresco, con imaginación, y hará falta recursos”.6 Estas conclusiones encuentran eco en muchos de quienes están en el liderazgo hoy en día. Modelos de liderazgo, de iglesia y de evangelismo que funcionaron bien en el pasado, se hallan bajo cuestionamiento. Muchos están reconsiderando tales modelos con el fin de poder comprometerse con un mundo que cambia rápidamente, particularmente en contextos en los cuales los ministros ordenados tienen responsabilidades con hasta veinticinco iglesias.
En cuarto lugar, tuve el privilegio de trabajar junto con líderes más jóvenes. En 1998, asistí en los Estados Unidos a un programa de desarrollo de líderes llamado Arrow. Fue una gran experiencia. Es un programa de 18 meses orientado a líderes de entre 25 a 40 años de edad, que procura ayudarlos a ser dirigidos más por Jesús, conociéndolo y comprendiendo su voluntad; a liderar más como Él, dando la posibilidad de que su pueblo sea una comunidad reconciliadora; y a guiar más hacia Jesús, sirviendo a sus propósitos redentores en nuestra generación. Desde entonces, comenzamos un programa de Arrow en el Reino Unido. Completamos tres programas y descubrimos que muchos de los que asisten están luchando con problemas similares. ¿Cómo los líderes cristianos comprometidos sostienen su relación con Dios sin caer en el cinismo y la decepción? ¿Cómo manejan las demandas en su tiempo? ¿Cómo continúan creciendo como cristianos mientras alientan a otros a crecer? ¿Dónde encuentran recursos para ayudarlos a encontrarle sentido a un mundo y a una iglesia cambiantes?
Como resultado de estas cuatro cuestiones, estoy convencido de la necesidad de proveer recursos a los líderes para lo que Chris Edmundson llama “liderazgo fresco, con imaginación” dentro de la iglesia. Líderes en crecimiento es una pequeña contribución a esta tarea.
¿Por qué líderes en crecimiento?
Hay dos aspectos principales en mi estrategia. La primera es que necesitamos hacer crecer más líderes. Debido a que la reflexión en teología y las restricciones financieras afectan el rol del líder ordenado en la iglesia, necesitaremos más personas que asuman las responsabilidades de liderazgo en las congregaciones locales. Por esta razón, el libro habla de líderes, en lugar de presbíteros o sacerdotes, reconociendo la diversidad de posiciones de liderazgo dentro de las iglesias locales y las organizaciones cristianas. También utilizo pronombres masculinos y femeninos indistintamente.
Parte de la motivación para hacer crecer más líderes es liberar al pueblo de Dios a que acepte el liderazgo en cada nivel. Unas de las frases comunes que escucho son: “No soy un líder, sólo me ocupo del grupo de niños”, “No soy un líder, sólo hago funcionar el grupo de jóvenes”, “No soy un líder, sólo coordino las reuniones caseras”. Cuando les hago ver que realmente están en una posición de líderes, normalmente les cuesta aceptar el término “líder”. ¿Por qué? Porque el modelo de liderazgo reflejado en la vida de la iglesia local es muy limitado, y no suficientemente bíblico. Necesitamos una iglesia en la que se ayude a la gente a tomar roles de liderazgo y a equiparla para llevarlos a cabo con confianza y destreza. Necesitamos una iglesia en la cual aquellos que están en el liderazgo no sientan, al entrar en el edificio de la iglesia el domingo, que deben dejar atrás todo lo vivido de lunes a sábado. Necesitamos una iglesia en la que ayudemos a crecer a más líderes de todas las edades: niños, jóvenes y adultos.
El segundo aspecto es una convicción de que para poder ayudar a los líderes a crecer, necesitamos más líderes en crecimiento. Éste es el enfoque principal del libro. Líderes en crecimiento se ocupa de ayudar en la tarea de hacer crecer a otros en el liderazgo.
El liderazgo cristiano puede ser duro,7 particularmente en este tiempo de cambios en la sociedad y la iglesia, cuando muchos líderes están inseguros de su rol y no se sienten suficientemente entrenados como para llevarlo a cabo. Informes como Affirmation and Accountability8 (Confirmación y responsabilidad) y Leaders Under Pressure9 (Líderes bajo presión) resaltan algunas de las presiones actuales que experimentan estos líderes de la iglesia:
» Tres de cada diez sintieron por un prolongado tiempo el deseo de abandonar el servicio cristiano.
» Tres de cada diez sienten que sus familias sufren por su trabajo.
» Cuatro de cada diez se sienten presionados por un sueldo inadecuado.
» Sólo dos de cada diez recibieron entrenamiento en manejo o formación de equipo.
» Siete de cada diez se sienten muy sobrecargados de trabajo.
» Doscientos líderes de iglesia faltan cada semana a las actividades de los domingos debido