Operaciones para la instalación de jardines y zonas verdes. AGAO0208. Juan Manuel Ruiz Cobos
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La crítica utilizó durante mucho tiempo el término “barroco” de forma despectiva, basada en las formas de un modelo que se excedía en proporciones y que resultaba ser exagerado y grotesco.
Recuerde
El clima francés es mucho más agrio y frío que el italiano y a su vez el país transalpino recoge un orografía más solvente.
Llegada la segunda mitad del siglo XVII inicia la instauración del modelo que absorbía la tesis formulada por Thomas Burnett sobre la existencia del “universo geométrico”. Según este, la tierra y en especial su medio físico y natural, habría sido totalmente manipulado y transformado hacia unas formas anárquicas y malévolas y en contra, lo natural debía ser dibujable y responder a un patrón modélico y a seriar.
Esto llevado al jardín supondría la generación de espacios ajardinados geométricos de una inmensa extensión en superficies de un relieve plano y sobre el cual el ámbito arbóreo se implementa por un sistema ortogonal en la que por encima del aspecto individual prima el del conjunto. Estábamos ante un modelo de espacio terrestre en el que todo estaría regido por las leyes de las matemáticas y con las que siempre y de la mano del hombre se la podría dominar causando la imagen más perfecta de lo abstracto. El jardín francés barroco inicia su andadura en el Castillo de “Vaux-le-Vimcomte” del que era propietario el superintendente Fouquet, a la vez Ministro de Economía de Luís XIV. El Ministro adquirió tres poblaciones limítrofes a “Melun” que demuele para realizar la construcción de un gran palacio rodeado de jardines. El proyecto que le fue encargado en su faceta arquitectónica a “Le Brun” lo fue en la jardinería a “André Le Nôtre” hijo del jardinero real. En su primer trabajo, un aventajado Le Nôtre puso de manifiesto ya, cuáles serían las pautas de un modelo que sencillamente fascinó y marcó tiempos en todo el viejo continente llegando su vigencia hasta nuestros días. El proyecto de jardín francés adoptaba una serie de pautas que tenían por máxima el que de un solo golpe de vista este habría de ser alcanzado. De esta forma la superficie del mismo tenía que considerar más longitud que anchura de igual forma ser lo más profunda posible para así dilatar al máximo el espejismo de la dimensión. En el Castillo de Vaux, “Le Nôtre” marca en un terreno levemente inclinado para su mejor visión desde el castillo, su tradicional acabado de fondo en “T”, previo a él, se representa una ordenación de traza alargada que fuerza la perspectiva buscada. En el mismo sentido se remarca linealmente el eje al que se incorporan ricas piezas escultóricas y fuentes de agua a las que hacen de telón grandes masas vegetales de tonos oscuros con los que contrastan los blancos de los paseos. Este nuevo sentir de producción jardinera se extendió por todo el país sin que curiosamente hubiesen sido redactadas o publicitadas normas algunas, circunstancia que si ocurre tras la muerte de “André”. Tras su desaparición se genera un tratado donde se aglutinan las claves y técnicas empleadas en la construcción del jardín barroco francés y que debían servir para comprenderlo mejor. Entre estas, cuatro serían las primordiales:
1 Primacía de la naturaleza sobre el arte.
2 Impedir la tristeza del jardín por la abundancia de sombreo.
3 No anticipar de una vez la belleza y razón del jardín.
4 Hacer creer que el tamaño del jardín es mayor al real.
Definición
Proyecto de jardín francés
Fue el mejor escenario del poder y visión de la naturaleza, donde se plasmaba la perspectiva con una intuición asombrosa y siempre relacionada con su periferia más inmediata.
Recuerde
André le Nôtre (1613-1700) fue sin duda alguna el mejor autor del jardín barroco francés, de su monumental arquitectura vienen las mejores y más emblemáticas obras.
Tras la conclusión del Castillo de Vaux, todo el equipo técnico fue requerido por el “Rey Sol”. Este, muy obsesionado por el resultado de los trabajos en el complejo de su ministro, adquiere el compromiso personal de rebasar con creces la creación del subordinado y así, encomienda al equipo la realización del que sería y es el más maravilloso, lujoso y más laureado jardín francés.
El Palacio de Versalles, que no venía a integrarse en un terreno con facilidades, lo había de hacer en un espacio pantanoso de aguas de mala calidad. Las obras que se dilataron, durante la práctica totalidad del reinado de Luis XIV, tuvieron al monarca como un enfermizo seguidor que se volvía bastante intervencionista a veces. La anchura del jardín es la del palacio que alcanza los cuatrocientos metros, junto a este se emplaza el que se denomina “petit parc” que adopta una planta jerarquizada por el eje central y el entramado ortogonal que forman un compendio de bosquetes en cuyo seno se muestran diversas escenas teatrales fantasiosas que el Rey cambiaba con asiduidad pero sin llegar a alterar la base jardinera creada. La pauta de la “T” con la que “Le Nôtre” firmaba sus proyectos alcanzó en Versalles aun más si cabe, pues unifica en la misma figura geométrica cruciforme que resulta ser el canal transversal al que en uno de sus brazos integra el eje principal. A este endosa milimétricamente parterres, fuentes, esculturas y todo embutido en un programa que se dispersa hacia el horizonte infinito.
Versalles se extiende en más de 800 ha de las cuales el gran canal que sirve de aljibe para los juegos de agua, acumula una dimensión de 1,5 km de largo que sirven para potenciar el trazado del eje.
A diferencia del jardín renacentista donde el eje parte desde el edificio, de igual forma en la práctica francesa este eje no sucumbe en el jardín sino que traspasa los limites y se integra en el ámbito circundante perdiéndose.
Tras Versalles, “André Le Nôtre” participó en varios proyectos aupado por el ruido generado en su producción y los fastos inaugurales, logrando raramente incrementar en alguno el equilibrio logrado entre el palacio y los jardines versallescos. Aquí se encumbró como el gran maestro jardinero de todos los tiempos con una obra que además se convirtió en santo y seña de una época y un espacio político y social.
2.5. El paisaje inglés