Crimen y castigo. Fiódor Dostoyevski
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Me encontraba verdaderamente angustiada. No me atrevía a contarte la verdad, ya que con ello solamente habría logrado entristecerte y provocar tu indignación. Además, ¿tú qué podías hacer? Perderte: solo eso. Por otro lado, Dunia me prohibió. Me sentía incapaz de llenar una carta de palabras vacías y frívolas cuando mi corazón estaba lleno de dolor.
Fuimos el tema favorito de los murmuradores e intrigantes de la ciudad desde que se conoció todo esto, y eso duró un mes completo. Ni siquiera nos atrevimos a cumplir con nuestras actividades y deberes religiosos, ya que nuestra presencia era recibida con miradas despectivas, cuchicheos e incluso comentarios en voz alta. Nuestras amistades se alejaron de nosotras, nadie se nos acercaba ni nos saludaba, e incluso sé de buena fuente que varios empleadillos planeaban contra nosotras la mayor ofensa y humillación: recubrir la puerta de nuestra casa con brea. A propósito, el casero nos había exigido que le entregáramos la vivienda.
Y la culpable fue Marfa Petrovna, que se había apresurado a difamar e injuriar a tu hermana por toda la ciudad. Casi diariamente visitaba esta población, en la que conoce a muchas personas. Es una habladora que se satisface en relatar historias familiares frente al primero que llega y, sobre todo, en criticar a su esposo públicamente, cosa que me parece mal. Así, no es raro que no le alcanzara el tiempo para ir divulgando el asunto de Dunia, no solamente por la ciudad, sino por toda la región.
Me enfermé. Dunia fue mucho más fuerte que yo. ¡Si hubieras visto la entereza y firmeza con que aguantaba su desdicha e intentaba reconfortarme y animarme! Es un verdadero ángel...
Pero Dios, en su divina misericordia, ha puesto fin a nuestra desgracia.
El señor Svidrigailof recobró la sensatez y la lucidez. Atormentado por el arrepentimiento e indudablemente condoliéndose de la suerte de Dunia, mostró a Marfa Petrovna las pruebas más categóricas y concluyentes de que tu hermana era inocente: una misiva que Dunia le escribió antes de que la mujer los sorprendiera en el jardín, para evitar las explicaciones de palabra y demostrarle que no quería tener ninguna entrevista con él. En esta carta, que quedó en poder del señor Svidrigailof cuando Dunetchka abandonó la casa, esta le recriminaba vivamente y con franca indignación la vileza de su comportamiento para con Marfa Petrovna, le decía que no olvidara que estaba casado y que era padre de familia y le hacía ver la indignidad que cometía persiguiendo a una muchacha indefensa e infortunada. Querido Rodia, en una palabra, que esta misiva respira tal nobleza y generosidad de sentimientos y está escrita con frases y expresiones tan emocionantes y conmovedoras, que cuando la leí no pude evitar el llanto, e incluso actualmente no puedo volver a leerla sin derramar unas lágrimas. Además, tu hermana pudo contar finalmente con el testimonio de los criados, que conocían más de lo que el señor Svidrigailof imaginaba.
Por segunda ocasión, Marfa Petrovna quedó atónita, como herida por un relámpago, según sus propias palabras, pero no dudó ni un instante de la inocencia de tu hermana, y al siguiente día, que era domingo, lo primero que hizo fue visitar la iglesia y suplicar a la Santa Virgen que le diera muchas fuerzas para aguantar su nuevo infortunio y para poder cumplir con su deber. Después vino a nuestra casa y, llorando con mucha amargura, nos comentó todo lo sucedido. En un arranque de arrepentimiento, se lanzó en los brazos de Dunia y le rogó que la disculpara. Luego, sin perder tiempo, visitó todas las casas de la ciudad y en todas partes, llorando y con las frases más halagadoras, rendía homenaje a la pureza, a la inocencia, a la nobleza de sentimientos y al comportamiento íntegro de tu hermana. No satisfecha con esto, mostraba y leía a todas las personas la misiva escrita por Dunetchka al señor Svidrigailof. E incluso permitía que le sacaran copias, algo que me parece exagerado. Empleó varios días en recorrer las casas de todos sus amigos.
Ello provocó que varias de sus amistades se molestaran cuando vieron que daba preferencia a otras, y creyeron que era una verdadera injusticia. Finalmente se estableció con toda precisión el orden de las visitas, de manera que cada uno supo anticipadamente el día que le correspondía el turno. Se sabía en toda la ciudad dónde y cuál día Marfa Petrovna tenía que leer la misiva, y el vecindario adquirió el hábito de reunirse en la casa beneficiada, sin excluir a esas familias que ya habían oído la lectura en su propio hogar y en el de las demás familias amigas. Yo pienso que en todo esto existe demasiada exageración, pero así es el temperamento de Marfa Petrovna. Por otro lado, la verdad es que ella ha reivindicado completamente a Dunia. Sobre el señor Svidrigailof cayó toda la vergüenza de esta historia, a quien ella muestra como único culpable, y de forma tan inflexible, que incluso me compadezco de él. En mi opinión, las personas son exageradamente severas con este hombre poco sensato.
Sobre tu hermana llovieron en seguida ofertas para dar lecciones, pero ella no aceptó ninguna. Todos se han apresurado a manifestarle su estima y respeto. Yo pienso que a esto hay que atribuir, primordialmente, el suceso imprevisto que transformará, por así decirlo, nuestra existencia. Querido Rodia, tienes que saber que Dunia recibió una propuesta de casamiento y la aceptó, lo que me apresuro a informarte. Aunque esto se hizo sin consultarte, confío en que nos disculparás, ya que entenderás que no podíamos demorar nuestra decisión hasta que tú nos respondieras. Por otro lado, no habrías logrado juzgar acertadamente las cosas estando tan distante.
Te relato, entonces, cómo han sucedido las cosas:
Piotr Petrovitch Lujine, el novio de Dunia, es consejero de los Tribunales y familiar lejano de Marfa Petrovna. A través de ella, y después de intervenir de forma activa en esta cuestión, nos manifestó su deseo de conocernos mejor. Con mucha cortesía y gentileza lo recibimos, tomamos café y, al siguiente día, nos mandó una misiva en la que nos hacía su propuesta con expresiones muy delicadas y pedía una contestación rápida y definitiva. Es un caballero muy activo y que siempre está muy ocupado. Tiene que marcharse cuanto antes para Petersburgo y debe aprovechar el tiempo lo mejor posible.
Como entenderás, inicialmente nos quedamos estupefactas, ya que no esperábamos en forma alguna una petición de esta clase, y Dunia y yo nos pasamos todo el día analizando el asunto. Es un caballero muy digno y bien situado. Tiene una pequeña fortuna y en dos departamentos presta sus servicios. Es cierto que ya tiene cuarenta y cinco años de edad, pero su aspecto es tan agradable, que no tengo ninguna duda de que todavía le gusta a las damas. Es justo y sereno, aunque quizás algo arrogante. Pero tal vez esto último sea solamente una engañosa apariencia.
Querido Rodia, ahora te hago una recomendación: al verlo en Petersburgo, algo que sucederá muy pronto, no te apures a juzgarlo severamente, como acostumbras, si ves en él algo que te moleste. Te estoy diciendo esto en un exceso de previsión, ya que estoy completamente segura de que en ti provocará una favorable impresión. Por otro lado, para conocer a una persona hay que mirarla y observarla detenidamente durante mucho tiempo, para no dejarte llevar de prejuicios y cometer equivocaciones que después no se subsanan con facilidad.
Todo lleva a pensar que Piotr Petrovitch es un caballero respetable a carta cabal. Cuando nos visitó por primera vez nos comentó que era un espíritu realista, que