Justo antes de la boda. Linda Miles
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Por enésima vez en veinticuatro horas su mente se puso a redactar la repulsiva carta de retractación que tendría que enviar a todos los invitados. Lo dejó para intentar pensar por enésima vez en un nuevo trabajo para la semana siguiente. Para entonces tampoco tendría un lugar donde vivir ni donde dejar sus cosas. Tasha dio otro trago.
Pensó que si las llevaba a casa de su padre tendría que mudarse dos veces, y además su padre no tenía sitio. Si las llevaba a casa de su madre, tendría que aguantar el largo sermón de que ella ahuyentaba a los hombres, y además su madre tenía la casa llena de regalos. ¡Regalos de boda! Por enésima vez recordó que iba a tener que devolver todos los regalos. Dio otro sorbo, con el ceño fruncido.
—Va a ser horrible –se lamentó Tasha—. Dentro de una semana estaré sin casa y sin trabajo. Además he invitado a cientos de personas a la boda, y ahora tendré que enviarles una carta de retractación junto con todos sus regalos, y explicar…¿qué?
Chaz la miraba fascinado.
—Tengo una idea –dijo—. ¿Cuándo es la boda?
—La semana que viene –respondió Tasha con una mueca de disgusto.
—No hay problema –dijo Chaz—. Licencia especial.
—No necesitas una licencia para anular una boda –replicó Tasha, cansada.
—Lo sé –admitió Chaz, mirándola divertido—. Pero creo que no deberías anularla.
—No tengo elección –dijo Tasha con impaciencia—. Aunque Jeremy cambiase de idea, yo no podría después de lo que dijo.
Chaz sacudió la cabeza.
—Oh, no puedes casarte con Jeremy. No resultaría –sonrió a Tasha anodinamente—. Creo que deberías seguir adelante con la boda, pero casándote conmigo.
Capítulo 2
CÓMO has dicho? —preguntó Tasha.
—Que deberías casarte conmigo —respondió Chaz—. Es obvio, no sé por qué no se me ha ocurrido antes.
—¿Te has vuelto loco? —dijo ella con escepticismo.
Chaz sonrió con malicia.
—En absoluto —respondió—. Sólo intento ayudar. Eso lo resuelve todo.
—No seas ridículo —dijo Tasha—. No podría casarme contigo.
—Oh, no permanentemente, por supuesto —dijo Chaz—. Sólo durante un año o dos. Todos estarán esperando la ruptura, así que no se sorprenderán. La única sorpresa será que nos casemos.
—Exacto —convino Tasha—. Porque es una idea ridícula.
Chaz arqueó una ceja.
—Piénsalo bien —dijo—. Si anulas la boda no tendrás que explicar a los invitados los verdaderos motivos, pero sí a tu padre.
—Lo sé.
—¿Y estás segura de querer hacerlo?
Tasha se quedó mirándolo. Por primera vez pensaba en la reacción de su padre al oír la razón de la ruptura. ¿Y si se sentía culpable por no darle más dinero? ¿Y si pensaba que ella lo culpaba por ello? Se mordió el labio.
—Exacto —dijo Chaz—. Sería pedirle que soportase una gran carga. Pero, de esta manera, podríamos contar la misma historia a todo el mundo. Que nos encontramos en algún lugar y nos enamoramos locamente; tú rompiste tu compromiso con Jeremy y decidiste casarte conmigo y seguir adelante con la boda puesto que ya estaba organizada.
Dirigió a Tasha una amplia sonrisa y continuó:
—Lo mejor de todo son las invitaciones. Conociéndote, apuesto a que has invitado a mis cinco familias fraccionarias, así que sólo me quedaría invitar a unos cuantos amigos. Y en cuanto a los invitados de Jeremy, dejemos que se encargue él de avisarlos. Si se presenta alguno, le daremos la bienvenida. Podemos ser generosos en nuestro gran día.
Tasha se rió nerviosamente a su pesar, imaginando a algunos de los repulsivos familiares de Jeremy sentados en los bancos de la iglesia viendo a Chaz a su lado.
—Es una tentación —admitió—. Y sería bastante útil, porque podrían recoger sus regalos a la salida.
Chaz se rió.
—Así me gusta. Después, puedes venir a Nueva York conmigo, y solicitar el divorcio al cabo de una año.
Tasha suspiró.
—Ójala fuese tan sencillo.
Chaz levantó una ceja.
—¿Dónde está lo complicado? Lo más importante es no disgustar a tu padre. Y después, facilitarte las cosas —sonrió a Tasha—. Sé que será un poco duro para ti representar una farsa cuando pensabas que iba a ser real, pero yo te ayudaré. No será tan horrible como piensas. Y luego, puedes dejar todo atrás y pasar un año en Nueva York mientras piensas en lo que harás a continuación.
Tasha se pasó la mano por el pelo distraídamente. Por primera vez empezaba a considerar la absurda sugerencia como una posibilidad seria. Sin duda era más sencillo seguir adelante que echarse atrás. Pero ¿cómo iba a casarse con Chaz?
—¿Y por qué ibas a hacer algo así? —preguntó ella finalmente—. No creo que te interese estar casado, dado tu estilo de vida.
Chaz se encogió de hombros.
—Es cierto —dijo pensativo—. Pero tu padre se ha portado muy bien conmigo. Es lo más parecido a un padre que he tenido y no tengo muchas oportunidades de hacer algo por él —su boca se curvó en una sonrisa—. Además, Tash, eres mi pariente más divertida, y yo haría cualquier cosa por la gente que no me aburre.
—Pero si me odias —protestó ella.
—Tú me odias a mí —le corrigió Chaz con delicadeza—. Pero tú pasión no es correspondida, y creo que es inmerecida. Espero que me concedas algún mérito por hacer esto.
Tasha seguía con la copa en la mano. Dio un último trago y la dejó en la mesa, con el ceño fruncido.
—No sé —dijo—. Nunca he dormido con alguien de quien no estuviese enamorada. Sé que dije que lo haría hace un rato, pero hoy no soy yo misma. No quiero que te hagas ilusiones.
Tasha levantó la vista, obligándose a mirarlo a los ojos.
—No me hago ninguna ilusión —dijo Chaz, sonriéndole con ironía—. Ya he dicho que no era tu estilo. Es una oferta incondicional, Tash; no tienes que dormir conmigo si no quieres —enarcó una ceja divertida cuando un pensamiento cruzó su mente—. Además, si empiezo a cometer adulterio dos semanas después de la boda, tendrás un buen motivo de divorcio. Y Dios sabe que la tentación estará ahí, todas