Osteopatía y oftalmología. Léopold Busquet
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– la vaina del músculo oblicuo mayor, la más gruesa y resistente, envuelve el músculo en todo su trayecto;
– la vaina del oblicuo menor se inserta en la parte interna, en el periostio del conducto nasolagrimal.
Relaciones osteopáticas relativas a los músculos oblicuos
a) El músculo oblicuo mayor puede sufrir una cierta tensión en las lesiones del frontal o lesiones frontoesfenoidales debido a su inserción posterior sobre el cuerpo del esfenoides y a su paso por la tróclea, que está situada en la parte interna del segmento horizontal del frontal.
Por otro lado, recordemos la proximidad de este músculo con el seno frontal a su paso por la tróclea (pared ósea muy delgada a ese nivel), proximidad que explica en parte los problemas de diplopía (alteración de la visión que implica la percepción de una imagen desdoblada o alterada) que aparecen debido a una sinusitis frontal.
b) El músculo oblicuo menor, por su parte, dependerá de la perfecta coordinación de funcionamiento MRP del maxilar superior y del malar, los dos huesos craneales sobre los que tiene sus inserciones fijas.
Precisiones anatómicas y deducciones clínicas sobre los músculos del ojo
a) Son decenas de veces más potentes de lo necesario para movilizar el globo ocular, en particular el músculo recto externo, cuya fuerza es unas cien veces superior a la necesaria para abductar el ojo. Por lo tanto, podemos considerar que la paresia o parálisis de uno de esos músculos sólo podrá ser de origen nervioso (nervios motores). En cambio, resulta de ello que un fenómeno de excitabilidad puede tener consecuencias mayores sobre la movilidad del globo ocular. Eso es precisamente lo que provocan las tensiones anormales ejercidas sobre esos músculos de las que resultan lesiones craneales.
b) La inervación motriz de los seis músculos oculomotores posee una riqueza excepcional ya que una fibra nerviosa se comunica como promedio con dos fibras musculares, mientras que, en el resto del cuerpo, una fibra nerviosa comunica más o menos con 200 fibras musculares. Esto prueba la importancia de la oculomotricidad en la fisiología humana.
c) Esos músculos poseen muchos propioceptores y fibras anuloespiraladas, por lo que son importantes soportes de información propioceptiva para los núcleos motores, además de permitir regular y mantener la postura del globo ocular e intervenir en el tono de los músculos de la nuca y de los músculos paravertebrales (ver capítulo 14). La modificación de la tensión de los músculos oculomotores y de sus vainas podrá influir, por lo tanto, en los umbrales de sensibilidad propioceptiva y en la importancia de las informaciones conducidas hasta el mesodiencéfalo.
d) En los últimos años se ha descubierto que los seis músculos motores del ojo presentan, en el lugar en que se insertan sobre la esclerótica, fibras musculares lisas inervadas por el sistema parasimpático procedente de los músculos ciliares, situados aproximadamente en el mismo nivel, más hacia adentro.
Esta parte lisa de los músculos oculares desempeña tres papeles:
– tendencia a comprimir o alargar ligeramente el globo ocular en los fenómenos de acomodación para completar el trabajo del cristalino:
– acercar o alejar de la retina;
– provocar además, un pequeño saltito involuntario, imperceptible y ultrarrápido (alrededor de 70 movimientos por segundo) de la parte central de la mácula, que le permite ser mucho más eficaz en la percepción de los impulsos luminosos y evitar la ausencia de percepción visual de la mancha ciega o papila. El descubrimiento de esas fibras lisas anexadas a los músculos oculomotores, y de su papel en la visión, ha permitido al doctor William H. Bates crear un método de reeducación de la visión que actualmente es oficial en EE. UU., Rusia y muchos otros países. Este método se basa por un lado, en la constatación de la correlación entre una mejora de la higiene alimentaria y de vida y una mayor distensión corporal y un mejor funcionamiento de los músculos lisos del ojo. Esta última mejora implicaría una disminución concreta de ciertas afecciones, como miopías, hipermetropías, astigmatismos o presbicias.
e) Los neurofisiólogos han determinado que los músculos de ambos ojos, los músculos de la nuca y los del cuerpo están estrechamente relacionados y que cualquier modificación en el funcionamiento de un músculo motor del ojo podía implicar variaciones tónicas y posturales de una parte del conjunto de la musculatura. En el capítulo 14 se estudiarán las influencias de la oculomotricidad en el tono postural.
f) El sistema muscular del ojo está relacionado con el vestíbulo y los tres conductos semicirculares del oído interno por las vías vestibulomesencefálicas. A partir de esas vías reflejas, cualquier modificación posicional, cualquier movimiento de la cabeza producirá una modificación tónica adaptada de los músculos oculomotores de ambos ojos, manteniendo de este modo el paralelismo y la horizontalidad de la mirada. En esas condiciones, hemos de recordar que la integridad del sistema laberíntico es eminentemente necesaria para el funcionamiento fino del sistema muscular intraocular.
g) Se conocen cuatro factores principales que influyen en el tono de los músculos extrínsecos del ojo:
– la distribución de la luz en la retina,
– la corteza cerebral,
– los propioceptores del cuerpo, sobre todo los del cuello,
– el vestíbulo y los conductos semicirculares, órganos del equilibrio.
h) los músculos oculomotores son muy sensibles a las alteraciones del funcionamiento de la glándula tiroides, por que cualquier hipertiroidismo o hipotiroidismo puede ser un factor agravante de alteraciones de la vista.
CAPÍTULO 5
Sistema fascial orbitario
Es un conjunto de tejidos conjuntivos mesequimales, muy denso y rico, formado por tres partes esenciales continuas entre sí, derivadas del sistema membranoso intracraneal (duramadre) y prolongadas por el sistema fascial cefálico extracraneal (fig. 23).
1) En el centro: la cápsula de Tenon (vaina del globo ocular).
Es una membrana fibroelástica, en forma de bóveda esférica, que engloba en su concavidad la parte posterior del globo, del que está separada por una delgada capa de tejido celuloso, muy laxa. Esta cápsula, que puede compararse a la cúpula de una glándula, es una verdadera articulación que permite los movimientos de rotación del ojo.
Derivada de la vaina dural del nervio óptico, nace en la cisura escleroóptica y separa la vaina del nervio de la esclerótica del ojo.
Por delante, la cápsula de Tenon es atravesada por los músculos del ojo y sus vainas aponeuróticas, con las que se confunde, participando a continuación en la formación de los tendones musculares que se insertan en la esclerótica y de los alerones musculares que se reflejan hasta el reborde orbitario.
La cara externa de esta cápsula está unida a los tejidos adiposos de la cavidad posterior de la