VIAJE A VENUS
© Mela Putosuda. 2020
© Ediciones Hidroavión. 2020
TextoMela Putosuda
FotoSofia Masiello
Editado por Ediciones Hidroavión www.edicioneshidroavion.com
ISBN: 978-84-
Depósito legal: A 329-2020
Ejemplar digital autoridazo por Ediciones Hidroavión.
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PRÓLOGO
Agosto de 2019
Era una soleada tarde de verano y volvía de un fin de semana en Cadaqués con amigas. Un fin de semana intenso que mi mente prefiere no recordar.
Rendida ante el vaivén de la furgoneta y el cansancio del viaje, mis párpados cedieron y me vi pilotando una pequeña nave rumbo a Venus en busca de un lugar mejor, huyendo de mi propio mundo.
Y en lugar de sumergirme en el sueño de esta idea, me puse a escribir.
¿Y por qué Venus? ¿Y por qué no?
Me atrae la idea de viajar a un mundo creado por esta diosa históricamente asociada a la mujer, a su sensualidad, sexualidad, belleza y amor.
En el primer borrador de este libro, os explicaba detalladamente mi viaje a Venus, mi sueño de aquella tarde de verano. Os contaba mi llegada, os describía el planeta frío y rocoso de superficie azul, os relataba las conversaciones con los peculiares habitantes de este planeta. Pero, en realidad, lo importante aquí no es cómo llegué a Venus ni qué me contaron sus habitantes, sino lo que yo les conté.
Así que iré al grano.
Tras escuchar a los habitantes de Venus contarme sus historias, su cultura y su modo de vida llena de empatía y respeto, uno de ellos me pregunta:
“Ahora, cuéntanos, ¿de dónde vienes? ¿Cómo es tu planeta?”.
Podría empezar describiendo la belleza de la naturaleza, la intensidad del amor, la magia de la música, las maravillas de nuestro planeta. Pero entonces este libro sería una oda a la Tierra y a la naturaleza, y no van por ahí los tiros precisamente.
“Empezaré diciendo que soy mujer”, digo serena.
“¿Qué significa ser mujer?”, me pregunta uno de ellos.
Respiro hondo y empiezo a hablar.
Nota de la autora
Los treinta textos que leeréis a continuación están basados en hechos reales.
“La ciencia social afirma que el lugar de una mujer en la sociedad señala el nivel de civilización”.
Elizabeth Cady Stanton
“¿Y las denuncias falsas, qué?”
Sus ojos desalmados traen las ojeras
que bajo una densa manta de maquillaje
ha estado paseando en silencio
estos últimos meses,
años,
daños.
Sufría sin quejarse,
perdida en un horror sin lágrimas.
Más corta le iba la vida
cuanto más larga era la mano
y duro el puño.
Viva a medias,
muerta a trozos,
ha llegado arrastrando los pies descalzos
–se huye mejor sin dejar rastro–
con la mirada fija en estar perdida,
en busca de ser reencontrada
en un limbo entre el horror y la libertad.
Con miedo a tener un final como Perséfone,
eternamente en los infiernos.
Con temor a girarse, verle,
y convertirse en porcelana
para ser destrozada
y acabar siendo cenizas en polvo
y un titular al alba.
Pero llegó a salvo y a trozos,
y tocó tres veces a la puerta
0, 1, 6.
Con llagas en la voz y miedos en la piel,
con una mirada perdida en ser socorrida,
entre lágrimas secas y pupilas fijas,
cruzó el umbral sin mirar atrás.
Se salvó.
Ella
se salvó.
“Muchas lo hacen porque quieren”
