Recuerdos de una vida. Loida Morales Ruiz
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Después de unos días, mi abuelita está mucho mejor y hemos ido a verla de visita. Nosotras tomamos cola cao y ellas café con leche. La abuelita saca las cartas y se pone a jugar con mami. Nos da una baraja vieja a mi hermana y a mí, nos sentamos en los escalones de la entrada de su salón y jugamos nosotras también. En una carcajada, me echo hacia atrás y me doy un golpe en el lado derecho de mi cabeza con el escalón que tenemos a nuestra espalda. No me duele nada, sigo riéndome y jugando con mi hermana. De pronto, de golpe mi abuelita le dice a mami que tengo sangre en la cabeza. Mami se gira en su silla, se levanta de un salto y me mira la cabeza, me toca con su mano y me pregunta cómo me lo he hecho. Retira la mano para coger una servilleta de la mesa y veo la sangre en su mano. Me asuste y eché a llorar, me llevó a urgencias, ella y yo solas, mama paró el coche de un vecino para que nos llevara. Me dieron puntos, los médicos y enfermeras me dijeron que fui muy buena y valiente, pues a pesar de que me dolían los puntos, ni lloré ni me moví. Volvimos a casa de la abuelita a recoger a mi hermana para volver a casa, mami le explicó a la abuelita lo que me hicieron los médicos, nos despedimos de ella y volvimos a casa.
Mi hermanita y yo nos hemos hecho amigas de las niñas de una vecina. Son guapas, simpáticas y muy buenas, su mamá también. Es por la mañana, vamos a verlas y a jugar con ellas a su piso, que está debajo del que se quemó. Llamamos a la puerta y nos abre su mamá, nos saluda y se retira para que entremos. Cierra la puerta muy despacio con cuidado y nos dice:
—Cuando vengáis, llamad muy flojito a la puerta. Como se ha quemado el piso de arriba, los bomberos me han dicho que tengamos cuidado de no dar golpes, porque se nos puede caer el techo encima.
Nos dice que entremos a la cocina, que sus niñas están allí haciendo pulseras y collares. Nos pregunta si queremos hacer también, le decimos que sí. Entramos con ella, sus hijas están con unos tubitos largos de plástico transparentes y bolitas de algodón de colores, nos enseñan a hacer las pulseras, es divertido y quedan muy bonitas. Cogen pequeñas bolitas de algodón y las van metiendo en los tubitos intercalando los colores, yo lo hago también, su mami me cierra la pulsera que hice, y me la pone en la muñeca. Asombrada, mirando lo bonita que me queda, le sonrío, le doy un beso y la abrazo. Ella me da un beso y me abraza también, le doy las gracias, mi hermanita se fue con las niñas, yo me quede con su mami. Al rato vuelvo a casa, le enseño la pulsera a mami y le cuento lo que hice en casa de la vecina, que me la regaló. Ella me regaña pensando que la había cogido yo. Le digo que no, que me la regaló la mami de las vecinas pero que la he hecho yo solita, pero no me cree y me dice que tengo que devolverla y pedir perdón por haberla cogido. Muy triste, la devuelvo, aunque la vecina no quería aceptarla.
Es por la tarde casi de noche, el cielo está muy oscuro y las luces de la calle ya se encendieron, mi hermana y yo jugamos en el patio comunitario, de pronto en la puerta de la calle se escucha mucho jaleo. Salimos a ver qué pasa, hay muchos vecinos, la policía y mami también está y en medio de todos, sentada en una silla, la mamá de nuestras amigas llora y grita. Mami, la policía y los vecinos la están abanicando con cartones y le echan agua de una botella en la cara y los brazos, todos le dicen que no pasa nada, que se calme. La policía llega, la cogen entre dos y la meten en su coche y se la llevan al médico. Todos se marchan hablando de lo que ha ocurrido, yo sigo con mi hermana, se despistó unos momentos y vuelve conmigo, le pregunto qué ha pasado, ella me cuenta lo que ha escuchado: dicen que ha visto una jaula de pájaros con una cabeza humana dentro, que la jaula se abría y se cerraba sin cesar. No sé qué creer del miedo, mi hermana me hace prometer que no contaré nada. Parece ser que alguien ha hecho esto para que se vayan del piso, igual que nos asustan a nosotros. Al verme confusa, mi hermana me coge del brazo y entramos en casa.
Es de noche, cinco de enero, lo sé porque acabamos de llegar a casa tras ver los Reyes Magos, que nos han dejado regalos. Yo no creo en los Reyes Magos, tengo siete años, sé que son papá y mamá, aunque ellos dicen que sí existe. A mi hermano le han traído un Scalextric, a mi hermana una muñeca con el pelo rubio rizado y un vestido blanco, con su cuna también en blanco, con telas cayendo sobre ella como si fuera una tienda de campaña. A mí, una noria, tiene el pie amarillo la rueda es roja y los asientos azules, en todos hay Barriguitas preciosas, son de diferentes razas, (negritas, chinas, como yo). Me encanta, la noria funciona a cuerda y tiene también música cuando gira, me gusta mucho, es preciosa. Después de jugar cada uno con nuestros regalos durante un ratito, nos vamos a la cama. Por la mañana, nos levantamos más temprano de lo normal, tenemos muchas ganas de jugar con nuestros regalos. Después de desayunar y arreglarnos, jugamos mientras papá y mamá terminan de vestirse. Vamos a casa de la abuela de visita y nos da un regalo a cada uno, a mí un anillo plateado muy bonito. Estamos allí hasta mediodía, luego nos vamos a casa de la amiga de mama, la que me bañó. Tiene una niña ya grande y dos niños como nosotros, comemos con ellos arroz amarillo, ensalada y fruta, salimos a la calle a jugar, todos juntos felices.
No sé qué día es, lo que sé es que estamos solos en casa, mi hermano hermana y yo. Mi hermano está viendo la tele sentado en el sofá y, como siempre que mamá y papá no están, él se hace el machote de la casa. Es mandón, exigente y siempre nos pega para conseguir lo que él quiera. Yo voy al patio, cuanto menos cerca esté de él mejor. De pronto, sin saber por qué, mi hermano empieza a gritarme diciéndome que entre y cierre la puerta del patio. Al responderle que no, él, muy cabreado, se levanta del sofá y se dirige a mí, me coge del brazo y me zarandea, me hace daño, y yo negándome a entrar e intentando escapar de sus manos. Me suelta y me da un tortazo en la cara, sale del patio refunfuñando y me encierra en el patio cerrando la puerta y la ventana. Me da pánico que me encierre allí, llorando suplico que me abra, que tengo miedo, se niega y me mira con furia en los ojos, estoy aterrorizada y dando con mis manos al cristal de la ventana. Siento que alguien me observa y que va a hacerme algo malo. En mi desesperación sigo llamando en la ventana, en una de esas se rompe el cristal y me corto en la mano. Mi hermano se levanta pero que muy cabreado, me dice muchas cosas feas y ahora estoy mucho más asustada. Me cura el corte que me hice en el dedo pulgar de la mano derecha, luego limpia la sangre y los cristales del suelo, no para de insultarme, amenazarme y advertirme de lo que me espera cuando lleguen papá y mamá, No paro de llorar, más por miedo que por dolor, solo me escuece y pincha un poco, pero tengo un miedo atroz por lo que se me viene encima.
Pasan algunas horas y llegan papá y mamá a casa, con un pellizco en el estómago comienzo a pedir perdón y a llorar sin atreverme a moverme del sitio donde estoy, sentada en una esquina del sofá. Mi madre se para en seco, me mira y luego a mi hermano, después el cristal de la ventana rota, enfadada le pregunta a mi hermano y él, como siempre, miente para salir airoso y yo la perjudicada, intento explicarle la verdad y me manda callar muy enfadada, mientras me mira la mano y le dice a papá que necesito puntos. Mientras salimos mi madre, le advierte a mi hermano de que si pasa algo, él será el culpable. Llegamos a urgencias y como ya hace rato que me hice el corte no necesito puntos. La doctora me quita un cristalito que aún tenía dentro, me limpia la herida y la cierra con una tirita. Me dice que pronto se curará. Tengo miedo de la bronca que me espera al llegar a casa, no estoy llorando porque me duela no. Mi madre limpia los restos de los cristales y la sangre, me ha caído una buena bronca y un buen castigo, no han escuchado mi versión de los hechos, como siempre han creído a mi hermano, que se va de rositas.
Nos mudamos de nuevo, menos mal, me daba mucho miedo vivir en esta casa con tantas cosas raras. A mami la han curado en la tripa, dice que el médico le ha colocado una especie de lacitos para no tener más bebés. Tiene una herida bajo el ombligo, con puntos.
Yo no voy hoy al colegio, mami dice que necesita que la ayude, papi está trabajando y mis hermanos en la escuela. Estoy en el salón esperando a que mami termine de recoger algunas cosas que vamos a llevar al piso nuevo. Casi en la entrada del salón, veo una silueta de una niña rubia vestida de blanco, sale del baño y se dirige al pasillo, está como borrosa, no es como yo, no le veo los pies, parece que va volando. Justo detrás le sigue algo, no tiene forma, es ovalado, blanco y con manchas negras, también está borroso. Me asusto, me quedo mirando muy quieta y callada,