Planeamiento Estratégico. Mario José Krieger
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De uno mismo hacia un grupo, y del grupo hacia un plenario, y en el plenario los resultados compartidos, en igualdad de condiciones, el saber de cada uno a disposición de todos y el de todos para cada uno.
“Negocio” extraordinario y aprendizaje que va del egoísmo a la solidaridad.
Algunas de las reflexiones precedentes aluden al “pensar”; de allí se infiere que existen formas diferenciadas de pensar que, sintetizando, adjetivamos a algunas como pensar estratégicamente, por lo tanto, habrá otras. De este modo, enfrentamos lo estratégico con lo tradicional, y a este último con “más de lo mismo”.
De allí que reflexionar sobre las formas de pensar resulta liminar (prioritario) a cualquier emprendimiento organizacional y a medida que se incrementan y multiplican las personas “adheridas” a esta forma la organización se dispara, transforma su cultura e identidad, pues cada uno da lo mejor de sí: pensar, y recibe lo mejor de los otros: pensar. Esta reciprocidad –dar y recibir– es formadora de capital social interno, otorgando a la organización una competencia que le permite evolucionar positivamente.
b) La capacidad de pensamiento para mejorar el planeamiento
El pensamiento es una de las actividades más abstractas e intangibles. Constituye un acto continuo, hasta los sueños son una forma de pensar. El cerebro es el órgano biológico por excelencia que lo produce. Cada vez sabemos más acerca del cerebro, a medida que progresan las neurociencias, es decir, las partes del cerebro y cómo cada una produce una dimensión diferenciada. La producción de pensamiento está sujeta a determinadas condiciones de formación y desarrollo de la especie. Es el estado del homo sapiens, un estado de desarrollo de la especie, a la que le han seguido otras más contemporáneas, hasta llegar al siglo XXI, con la identificación del homo videns y, en la versión más contemporánea, el homo digitalis.
Allí estamos, en la era digital.
Reflexionar acerca del pensamiento, sus mecanismos y la necesidad de invertir en él para la producción de mejores organizaciones, a través de las personas, tal que permita mirar el futuro con una visión amplia, generosa, solidaria, constructiva, llena de posibilidades y probabilidades de ocurrencia.
El ejercicio de pensar es una gimnasia que motoriza, potencia y multiplica saberes y comportamientos, remueve aptitudes y actitudes, permite el desarrollo humano y organizacional, se transforma en conjunto en una fortaleza que permite la sustentabilidad institucional.
¿Usted piensa?
Sin duda que sí, de hecho, es lo que está haciendo en este momento, es obvio.
¿Y qué es lo que hace cuando piensa? Esto no es tan obvio.
Podemos avanzar en una idea tentativa, que nos ayude a entender qué hacemos cuando pensamos.
Pensar es representar. Dichas representaciones se llevan a cabo sobre la base de modelos simplificados de la realidad.
Cuando un artista pinta un retrato, lo que hace es representar a esa persona; el retrato no es la persona, sino que la representa.
Cuando consultamos un mapa, el mapa no es el territorio, sino que hace lo mismo que el retrato.
Tanto el cuadro como el mapa no logran abarcar la totalidad de la realidad que representan.
La persona representada por el cuadro (suponiendo que fue retratada de frente) posee una espalda, pensamientos, órganos, infinidad de aspectos que el cuadro no representa.
De igual manera, el mapa no representa las imperfecciones del camino, publicidades, puentes rotos, accidentes, elementos que escapan al propósito del mapa.
Cuando pensamos, hacemos lo mismo.
Representamos en forma parcial y simplificada la realidad que nos rodea. Nos creamos nuestro propio mapa del territorio, nuestro propio retrato de la realidad.
Constituye una parcialidad; el pensamiento individual obviamente es siempre valioso, pero escaso. De allí que compartir pensamiento, participar en la gimnasia de pensar, produce automáticamente sinergia.
El ejercicio del pensamiento es una gimnasia, se aprende a pensar pensando, y creando los espacios de pensamiento y reflexión acerca de un tema, una situación, acontecimiento o problema a resolver.
La participación significa involucramiento, compromiso y compartir situaciones para encontrar la mejor solución, y siempre puede haber otra mejor. Los equipos que piensan producen resultados más viables, pues los aportes individuales suman hasta encontrar convergencias, siempre mejores que las divergencias.
De la divergencia a la convergencia, del conflicto al acuerdo, del disenso al consenso. Siempre dialógico, no hay neutralidad.
Es requisito de la definición de “estrategia” anteponerle la forma de pensar.
Si, entre otras acepciones, “estrategia” se relaciona con una visión de largo plazo, con ideas originales e innovadoras, con lo prioritario, con los puntos de partida, con la definición de ejes centrales e imperativos del accionar de las personas y organizaciones, prepara un terreno sólido para la acción, operación y ejecución o implementación de lo decidido “estratégicamente”.
Es importante el lenguaje, pues la especie humana “es palabra” y a través del lenguaje interacciona y genera compromisos, lo que la distingue de otras especies.
El proceso que permite revelar la complejidad de la organización exige la gimnasia de aproximarse a la misma desde las distintas metáforas posibles. Tanto es así que una organización puede no solo ser entendida como una máquina, un organismo viviente, una prisión psíquica, sino también como una red de conversaciones; en este sentido, el exponente más relevante del enunciado es Rafael Echeverría en su obra ya clásica La empresa emergente.
Este enfoque “conversacional” supera al sistema de comunicaciones tradicional, pues se coloca por encima del emisor, receptor, mensaje, canal; ya que en la conversación generalmente hay también mímicas y motivaciones intencionales que a partir de un efecto sinérgico generan un producto más valioso.
Como señala Echeverría en su obra, en todo proceso conversacional se generan pedidos, compromisos y promesas.
Es de tener en cuenta que un caudal importante de conversaciones organizacionales es asimétrico, es decir, entre distintos niveles jerárquicos y distintos sectores, ello amerita tener en cuenta que la dispersión de las calificaciones del personal produce sus distintas formas de pensar.
Las organizaciones construyen lenguaje que las diferencian, como así construyen formas de comunicación que las distinguen una de otras; también “piensan” de modo diferente.
Instalar el pensamiento estratégico extendido en toda la institución habilita al desarrollo de procesos estratégicos en tres secuencias: Planeamiento Estratégico, Gestión Estratégica y Control Estratégico.
Lo secuencial no significa linealidad, pues siempre está presente el funcionamiento continuo de la organización donde los procesos ocurren al mismo tiempo y ello forma parte de la complejidad.