Anatomía del ejercicio y el movimiento. Jo Ann Staugaard-Jones
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4. Músculos del suelo de la pelvis
Son un grupo de músculos y tejidos blandos que forman la base de la cavidad abdominal-pélvica. Intervienen en el mantenimiento de la presión intraabdominal y la transferencia de la estabilidad creada por la respiración. No obstante, sus funciones principales son sostener los órganos internos de la pelvis y ayudar a mantener la continencia.
5. Otros grupos de músculos
Otros grupos de músculos trabajan de forma activa junto con los principales músculos de la respiración, pero se activan cuando el ejercicio o los asanas son exigentes, o cuando hay un cambio de posición durante el ejercicio o asana. Son necesarios para estabilizar las partes del cuerpo y mejorar la acción respiratoria.
Los músculos escalenos ayudan a la respiración profunda fijando la primera y segunda costillas durante la espiración contra la contracción de los músculos abdominales. El músculo esternocleidomastoideo eleva el esternón y aumenta la dimensión anterior y posterior del pecho durante la inspiración moderada a honda si la columna cervical se mantiene estable. El músculo serrato anterior ayuda a la inspiración para expandir lateralmente la caja torácica si las escápulas están estabilizadas.
Los músculos pectorales actúan durante la inspiración forzada para elevar las costillas, aunque haya que estabilizar las escápulas mediante la acción del trapecio y el serrato anterior con el fin de impedir el aleteo de la escápula. El músculo dorsal ancho interviene en la inspiración y espiración forzadas. El músculo erector de la columna ayuda a la respiración extendiendo la columna torácica y elevando la caja torácica. El músculo cuadrado lumbar estabiliza la XII costilla para impedir su elevación durante la respiración.
Articulaciones sinoviales
Los capítulos 3 a 10 describen con detalle la función de los grupos musculares y articulaciones sinoviales en relación con el movimiento. Las articulaciones desempeñan dos funciones: mantener juntos los huesos y dotar de movilidad al esqueleto rígido. Las articulaciones inamovibles (sinartrosis) y ligeramente móviles (anfiartrosis) se encuentran sobre todo en el esqueleto axial, donde la estabilidad articular es importante para proteger los órganos internos. Las articulaciones sinoviales se mueven con libertad (diartrosis) y por eso se encuentran sobre todo en las extremidades, donde se requiere un mayor grado de movilidad. Dichas articulaciones sinoviales presentan varias características distintivas: el cartílago articular (hialino) que cubre los extremos de los huesos que forman la articulación; una cavidad articular llena de líquido sinovial lubricante (un líquido resbaladizo que crea una película que reduce la fricción); ligamentos colaterales o accesorios que refuerzan y aportan resistencia; bolsas llenas de líquido que amortiguan; vainas tendinosas que envuelven los tendones sometidos a fricción para protegerlos. Hay discos articulares (meniscos) en algunas articulaciones sinoviales (p. ej., la rodilla) que actúan de amortiguadores. Hay seis tipos de articulaciones sinoviales:
Articulaciones anfiartrodiales
El movimiento ocurre donde dos superficies, por lo general planas o ligeramente curvas, se deslizan una sobre otra. Son ejemplos las articulaciones acromioclavicular y sacroilíaca.
Articulaciones trocleares
El movimiento ocurre en sólo un eje (transverso), como la bisagra de la tapa de una caja; el plano es sagital. La protrusión de un hueso se acomoda en la superficie articular cóncava o cilíndrica de otro hueso, permitiendo flexión y extensión. Ejemplos: las articulaciones interfalángicas, el codo y la rodilla.
Articulaciones trocoideas
El movimiento ocurre en un eje vertical, como la bisagra de una puerta. Una superficie articular más o menos cilíndrica de un hueso sobresale y gira dentro de un anillo formado por hueso o ligamento. Ejemplo: la articulación entre el radio y el cúbito en el codo.
Articulaciones esferoideas
Se componen de una ‘esfera’ formada por la cabeza esférica o semiesférica de un hueso que gira dentro de la cavidad cóncava de otro hueso, permitiendo flexión, extensión, aducción, abducción, circunducción y rotación. Por tanto, son articulaciones multiaxiales y capaces de la mayor movilidad entre articulaciones. Ejemplos: las articulaciones del hombro y la cadera.
Articulaciones condiloideas
Presentan una superficie articular esférica o elipsoide que encaja en una concavidad. Permiten flexión, extensión, abducción y aducción, que se combinan para crear circunducción. Ejemplo: la muñeca, las articulaciones metacarpofalángicas de los dedos (pero no el pulgar).
Articulaciones sellares
Las superficies articulares presentan áreas convexas y cóncavas, y se parecen a dos ‘sillas de montar’ que se unen acomodando la superficie cóncava de una a la convexa de la otra. Permiten incluso más movimiento que las articulaciones condiloideas; por ejemplo, permiten la ‘oposición’ del pulgar con los dedos. Ejemplo: la articulación carpometacarpiana del pulgar.
*Hay que destacar que todos los músculos esqueléticos son estabilizadores y movilizadores, ello depende del movimiento y de la posición del cuerpo, así como de los músculos que reaccionan al mismo tiempo.
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