ORCAS Supremacía en el mar. Orcaman
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Las hembras alcanzan la madurez sexual a partir de los catorce años, cuando llegan a una longitud de aproximadamente 4,6 a 5,4 metros; los machos, a los quince años, cuando tienen una longitud aproximada de 5,2 a 6,2 metros, si bien alcanzarían la madurez social entre los veintiuno y veinticinco años de edad. Los ciclos reproductivos varían entre poblaciones: en el Atlántico Noreste ocurre desde fines del otoño hasta mediados del invierno; en Patagonia se observaron crías entre los meses de febrero y abril y en noviembre y diciembre.
La gestación dura entre doce y dieciséis meses. Como tiene un cachorro cada cinco a diez años, la hembra llega a cuatro o cinco pariciones a lo largo de sus veinticinco años de vida reproductiva. Parece que nace la misma cantidad de machos que de hembras; la mortalidad neonatal se ubica en un 43 por ciento.
La cría es amamantada durante un año y puede depender de la lactancia durante al menos dos años. El destete se produce cuando el cachorro mide unos 4,3 metros de longitud. Durante el amamantamiento el cachorro no chupa el pezón de la madre: la leche sale expulsada en forma de chorro a su boca. Solo debe envolver el pezón con la lengua en forma de tubo, para evitar que la leche se desperdicie en el mar.
Las hembras en libertad viven unos cincuenta años, con una longevidad máxima de ochenta; la expectativa de vida de los machos es de aproximadamente veintinueve años, con una longevidad máxima de sesenta años. En cautiverio, salvo raras excepciones, el promedio desciende a cinco o diez años.
Los machos adultos se distinguen por la aleta dorsal triangular –alta y recta, sin soporte óseo– ubicada ligeramente antes de la mitad del dorso. El animal la utiliza para su estabilidad cuando desarrolla grandes velocidades; también en su balance corporal cuando ataca. Llega a medir hasta dos metros de altura (entre el 10 y el 15 por ciento de su largo corporal) y la mitad en las hembras, que la tienen curvada hacia atrás. Los cachorros y los machos jóvenes también tienen la aleta dorsal levemente curvada hacia atrás, lo cual genera confusión para identificar el sexo. Con la edad, aumenta en tamaño absoluto y relativo: más alta que ancha en machos viejos, esta aleta crece de modo notable a partir de los diez años. En algunos ejemplares viejos la punta se enrolla; también pueden aparecer inclinaciones hacia delante o desviaciones en toda su longitud.
Las aletas pectorales –ubicadas a ambos lados del cuerpo, más cerca del hocico que de la aleta caudal– son muy largas, anchas y redondeadas. Conservan los huesos de los miembros anteriores (igual que una mano) y en los machos adultos llegan a medir hasta dos metros de longitud por 90 centímetros de ancho; las de las hembras son hasta dos veces más pequeñas.
La fibrosa aleta caudal (generalmente llamada cola) se halla en posición horizontal, carece de soporte óseo y puede superar los 2,70 metros de ancho. Junto con los fuertes músculos del pedúnculo caudal, le permite a la orca impulsarse a velocidades de más de cincuenta kilómetros por hora. Esta aleta tiene una pronunciada hendidura central en su borde exterior; en orcas maduras, los extremos se curvan hacia abajo.
Las aletas de los cetáceos no cumplen únicamente la función de desplazar, estabilizar y dirigir la natación y buceo del animal. Constituyen un importante órgano táctil durante la socialización entre individuos: en la relación madre cría, en los juegos y en las relaciones sexuales. También son útiles para la intimidación: golpean con ellas la superficie del agua o las presas, que pueden terminar a varios metros.
El contraste del color negro y blanco de su cuerpo es muy marcado, incluso en los individuos cuyas partes claras tienden en realidad a un tono amarillento. El dorso es negro uniforme, con una pigmentación grisácea a blanca ubicada detrás de la aleta dorsal que cae hacia ambos flancos del dorso del animal y termina en punta hacia delante: la montura. En animales muy pequeños esta montura está casi ausente; su forma varía entre individuos y difiere entre el lado derecho y el izquierdo.
La zona ventral es blanca, desde la garganta hasta el área genital; el color abraza en forma de onda convergente los flancos del animal y toma la forma de un tridente. La aleta caudal también es blanca en su parte ventral, con un marcado borde de color negro; las pectorales son negras en ambos lados. Encima y hacia atrás de los ojos hay más blanco: un óvalo llamado mancha post-ocular, que varía de forma y tamaño entre individuos (y, a veces, en un mismo ejemplar).
Los colores del cuerpo de un animal desempeñan un importante papel en relación a su conducta, ya se trate de una presa como de un predador. Es muy común que los animales presenten su dorso oscuro y su vientre claro para contrarrestar el efecto de las sombras, que de otra manera serían muy fuertes y lo harían destacable. Por ejemplo, cuando una orca se desplaza cerca de la superficie del mar, puede pasar desapercibida para cualquier animal que observe desde el fondo: su silueta, por efecto de su vientre blanco, se confunde con los reflejos plateados que produce la reflexión solar. Y si se desplazara por el fondo marino, desde arriba es difícil diferenciar su dorso negro de la oscura profundidad.
¿Qué pasa cuando se la observa lateralmente y casi a un mismo nivel? En mi experiencia de buceo con orcas, el contorno de sus cuerpos (a unos siete metros de distancia y unos veinte de profundidad) se distorsiona inclusive en aguas de gran visibilidad como las patagónicas: se debe al efecto óptico que producen sus manchas post-oculares, su montura y su tridente. Uno logra observar una cosa oscura, con contornos curvados, confusos reflejos y huecos. Para saber que se trata de una orca, hay que estar cerca; si el observador es una presa, la visión es demasiado riesgosa: posiblemente, la última de su vida.
La cabeza de la orca es redondeada y se diferencia de otras especies de delfines porque su maxilar superior sobresale del inferior. Tiene entre 40 a 48 dientes cónicos de 10 a 12 centímetros de alto y unos 3,5 centímetros de diámetro curvados levemente hacia dentro y hacia atrás. Al cerrar su poderosa mandíbula los dientes inferiores encajan entre los espacios que quedan entre diente y diente en un encastre perfecto facilitando la retención de la presa: si quiere escapar, sólo puede moverse hacia la garganta de la orca: una mordida fatal.
Tan poderosa dentadura le permite una dieta variada, que incluye tanto una gaviota como una gran ballena azul: ochenta y cuatro especies documentadas (treinta y cuatro de peces, veintidós especies de cetáceos, catorce de pinnípedos, diez de aves, dos de cefalópodos, una de reptiles y una de mustélidos) componen la alimentación de las orcas, pero sin dudas es más amplia. Sin embargo, no se trata de un animal que come todo lo que encuentra a su paso: según estableció E. Mitchell, su alimentación diaria estimada es de un 4 por ciento de su peso corporal. Una orca de tres mil kilos debería ingerir 120 kilos en un día y no parece difícil que semejante individuo pueda cazar tres salmones de cuarenta kilos.
La fama de insaciables que tienen las orcas proviene en parte de una mala comprensión de los estudios del naturalista danés Daniel F. Eschricht, quien en 1866 encontró en el estómago de una hembra de 7,5 metros de longitud restos aún indigestos de trece marsopas y catorce focas. El equívoco consistió en creer que la orca tenía en su estomago los veintisiete animales enteros, cuando en realidad contenía restos ingeridos a lo largo de un período desconocido.
Según pude registrar, en nuestras aguas se alimentan de numerosas especies: lobos marinos de un pelo (Otaria flavescens), lobos marinos de dos pelos (Arctocephalus australis), elefantes marinos (Mirounga leonina), delfín oscuro (Lagenorhynchus obscurus), ballena franca ( Eubalaena australis), pingüinos de Magallanes (Spheniscus magellanicus), macá grande (Podiceps major), petrel gigante (Macronectes giganteus), cormoranes (Phalacrocórax sp), pato vapor (Tachyeres leucocephalus), tiburones (desconozco la especie, ya que sólo observé restos en sus bocas), salmón de mar (Pseudopercis semisfasciata), entre otras.
Los ojos de la orca –medianos y cubiertos con una sustancia gelatinosa