Preguntas para pensar en ética. Tomás Miranda Alonso
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INTRODUCCIÓN
Mi intención al escribir este libro no ha sido hacer una introducción a la ética, entendida esta como una disciplina complicada de carácter filosófico que exige al que quiere acercarse a ella una preparación previa para poder entender algo. Con todo, el libro puede servir a algunas personas de introducción, como aperitivo, es decir, como un espacio de reflexión que nos abre el apetito de seguir pensando en los problemas de tipo moral que se nos plantean a lo largo de la vida.
Mi intención tampoco ha sido escribir un libro de texto para ser utilizado en entornos académicos, aunque también podría ser utilizado como material de lectura y reflexión en aulas y talleres. No utilizo, por ello, el lenguaje formal y los convencionalismos exigidos por la academia. He procurado utilizar el lenguaje que uso cuando converso con amigos, compañeros, familiares y estudiantes sobre temas de calado filosófico. Un lenguaje que nos permita pensar con rigor, pero que podamos entender todos. Si la filosofía y la filosofía moral o ética se ocupan de pensar los problemas que los seres humanos nos hacemos como tales seres humanos, entonces el diálogo filosófico, la conversación filosófica, debe estar abierto a todos, y no solo a los filósofos de formación o profesión.
Mi intención no ha sido escribir un libro para que los lectores aprendan o adquieran conocimientos de ética. Como decía Aristóteles, lo importante no es conocer qué es el bien, sino ser buenos. Lo importante en la vida no es saber ética, sino ser capaces de emitir buenos juicios éticos que nos permitan tomar las riendas de nuestra existencia y vivir bien.
Mi pretensión ha sido abrir un espacio de reflexión y de diálogo a todas las personas interesadas en pensar y conversar con los demás sobre problemas de carácter moral, problemas que surgen de la necesidad que tenemos todos de decidir continuamente qué vida queremos vivir y qué mundo queremos construir entre todos.
Podría decir, pues, que, en cierto modo, lo que me ha movido a escribir estas páginas ha sido el deseo y la necesidad que tengo de pensar sobre cuestiones de naturaleza moral que me surgen en la vida. Pero, para pensar sobre estas cuestiones, necesito dialogar con los demás, tener en cuenta otros puntos de vista, otras perspectivas con las que pueda mejorar y ampliar mi pensamiento.
Por tanto, las afirmaciones que yo haya realizado o la toma de postura que haya podido tomar a lo largo de estas páginas hay que entenderlas solo como ideas mías, mantenidas porque pienso que hay razones para ello, pero susceptibles de crítica y revisables. Del mismo modo hay que entender las referencias que hago en el libro a otras personas.
Me ha parecido bien invitar a este espacio de diálogo a hombres y mujeres que nos precedieron en el tiempo o que viven entre nosotros, para que también nos ayuden a pensar, no para que pensemos como ellos. Además de filósofos nos han visitado poetas, pedagogos, psicólogos, juristas, neurocientíficos, cantantes, niños, estudiantes, etc. Sus ideas, sus poemas, sus canciones, sus relatos, forman parte del suelo, del sustrato en el que, sin ser conscientes muchas veces de ello, pensamos. He indicado sus nombres no por mera erudición, sino para hacerlos presentes y reconocerlos como compañeros de diálogo. Quizá algún lector sienta curiosidad por conocer un poco más a alguno de nuestros personajes invitados.
En algunos capítulos he introducido algunos fragmentos de la novela Lisa, la cual está incluida en el currículo de Filosofía para niños. Esta novela va dirigida a chicas y chicos de 13 y 14 años, y su objetivo es ayudarles a aplicar las destrezas de razonamiento a la investigación y análisis de la experiencia moral. A través de diálogos de carácter filosófico, mantenidos en comunidad de investigación, los adolescentes buscan juntos, y con los adultos, respuestas razonables a las preguntas que ellos mismos se plantean sobre cuestiones morales. Y para responder a estas preguntas los participantes utilizan el diálogo racional, en el que todos intervienen para encontrar las mejores respuestas, que se basan en los mejores argumentos. Mi intención al incluir fragmentos de la novela es mostrar ejemplos de diálogo argumentativo sobre cuestiones morales.
Toda reflexión, toda investigación, surge de una o de varias preguntas. Los seres humanos somos capaces de asombrarnos ante lo que sucede, de admirarnos, de preguntarnos el porqué de las cosas, el sentido de nuestras vidas, qué podemos esperar, qué debemos hacer. Y, cuando creemos que hemos llegado a responder a esas preguntas, nos surgen otras nuevas, algunas de las cuales cuestionan las mismas respuestas a las que habíamos llegado anteriormente.
Hay preguntas cuyas respuestas pueden ser encontradas en los libros o en Wikipedia. Son preguntas que podríamos considerar cerradas. Pero hay otras preguntas que, para responderlas, además de la información que podamos encontrar o de las respuestas que puedan haber dado ya otras personas, tenemos que pensar por nosotros mismos. A este tipo de preguntas pertenecen las de naturaleza filosófica y, por tanto, las preguntas éticas.
Podríamos decir que, en filosofía, más importante que las respuestas que podamos dar son las preguntas que nos podemos hacer, ya que estas son la mecha que se necesita para empezar a disparar la traca del pensamiento. Por eso, el maestro Sócrates enseñaba a sus discípulos a pensar por sí mismos a través de preguntas y respuestas. Sus preguntas no eran inocentes ni cómodas, pues obligaban a pensar y a cuestionar las propias opiniones y las ideas aceptadas acríticamente por la sociedad. Sus preguntas provocaban en aquellos a quienes iban dirigidas un escozor o calambrazo intelectual que los despertaba de su letargo y les obligaba a pensar. Por eso fue comparado con el tábano y con el pez torpedo.
La filosofía es la voz que continuamente nos despierta del sueño placentero que nos invade cuando creemos dogmáticamente que ya hemos llegado al final del camino, recordándonos que siempre cabe otra forma de pensar y que siempre podemos ensayar otras formas de relacionarnos, porque el que tenemos no es nunca el único mundo posible.
Este es un libro de preguntas que surgen de nuestra dimensión moral, preguntas que se plantean no solo los filósofos profesionales, sino también todo hombre y toda mujer, de cualquier edad, que quiera asumir la responsabilidad de decidir cómo quiere vivir. Son preguntas que se han planteado en mis clases, en talleres de filosofía, en conversaciones con amigos y familiares, en los medios de comunicación, y que yo mismo me sigo planteando.
Se trata de preguntas que nos inquietan, que no nos dejan indiferentes; son preguntas que hacemos, y nos hacemos, con la intención de iniciar un proceso de pensamiento para buscar respuestas razonables. Son preguntas, pues, que se convierten en cuestiones, con las que sometemos a juicio nuestras propias opiniones y las de los demás, preguntas que nos mueven a reflexionar sobre nuestras dudas, proponiendo razones, pruebas y fundamentos en un diálogo argumentativo con nosotros mismos y con los demás.
Algunas de las preguntas y temas tratados en cada capítulo pueden aparecer en otros, pues son cuestiones de naturaleza poliédrica, de muchas caras, que necesitan ser planteadas desde diferentes perspectivas. Son cuestiones que mantienen también una estrecha conexión entre ellas, por lo que no pueden ser tratadas aisladamente.
Este libro es, pues, una invitación a pensar en ética partiendo de preguntas, y de preguntas sobre preguntas. Es una invitación a filosofar sobre la dimensión moral de nuestra vida.
Desearía que el libro pudiera servir de ayuda a los profesores de cualquier materia que en sus clases dejan un espacio abierto a la reflexión y al diálogo sobre los problemas de naturaleza ética que se plantean en sus disciplinas.
He tenido también presente al profesorado que, sin tener una especialización en filosofía, se ve obligado, de grado o por fuerza, a dar asignaturas relacionadas con la ética. Pienso, por ejemplo, en el profesorado que tiene que dar actualmente Valores sociales y cívicos en la etapa de Educación Primaria, o Valores éticos en Educación Secundaria Obligatoria.
Son muchos los profesores que aplican