E-Pack Se anuncia un romance abril 2021. Varias Autoras

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llevó el dedo a la boca y lamió la mezcla de chocolate y malvavisco mientras veía cómo Jason se desabrochaba el cuello de la camisa. Después del sufrimiento que había supuesto ducharse en solitario, se sentía invadida por una oleada de placer y esperanza. La mirada de Jason la hacía sentirse muy sexy y deseada. ¿Y a qué mujer embarazada no le gustaría sentirse así?

      –Quizá no le falte algo de razón, después de que mi contable se fugara con mi dinero a una isla –añadió.

      Le dio un bocado al sándwich y soltó un gemido de placer. ¿O tal vez era Jason quien había gemido?

      –Esas cosas ocurren –dijo él–. Pero lo estás superando muy bien –se cambió de postura sobre el edredón, y a Lauren no se le pasó por alto el bulto de su entrepierna.

      –A veces examino atentamente todos mis movimientos, en busca de los fallos que haya podido cometer –devolvió el sándwich al plato–. ¿Y tus padres? ¿Los has llamado ya?

      –No hablo con mis padres –respondió él, preparando otro sándwich.

      –Eso es muy triste.

      –¿Por qué? ¿No te gustaría librarte de esas conversaciones con tu madre?

      Por mucho daño que su madre le hiciera, Lauren no podía imaginarse echándola de su vida por completo. Y se preguntó cuál sería la causa de separación entre Jason y su familia.

      –A pesar de todo, sigue siendo mi madre –dijo, aunque tenía que admitir que la distancia geográfica le quitaba un poco de presión.

      –Eres una persona muy indulgente… salvo cuando se trata de mí.

      Lauren recordó la escena en el despacho de Jason y puso una mueca.

      –¿No me dijiste que no habías hecho nada con Celia?

      –Me refiero a la forma que tuve de afrontar la situación hace cuatro meses –apartó los utensilios y se acercó a ella–. Tendría que haber perdido el maldito vuelo y haberme quedado a hablar contigo.

      –Te dije que te marcharas.

      Jason le acarició el pelo y la mejilla.

      –Y yo tendría que haberte preguntado si lo decías en serio.

      –En aquel momento, sí.

      Había tenido tanto miedo por lo descontrolada que podía sentirse entre sus brazos que lo había echado lo más rápidamente posible, y había creído que él lo sentía de igual manera.

      Sólo habían podido derribar las barreras que se interponían entre ellos cuando ambos tuvieron la certeza de que uno de los dos se marcharía.

      –¿Y ahora, Lauren?

      Ahora no podía volver a echarlo de su vida. Eso lo sabía.

      –Estamos unidos para siempre a través del bebé.

      De repente, todo le pareció demasiado intenso. El aire, el fuego, el olor de Jason, la conversación íntima… Necesitaba aire.

      Se echó hacia atrás y sacó una copia de una ecografía del bolsillo de la bata.

      –He traído algo para enseñarte.

      Jason miró la ecografía con expresión sobrecogida.

      –¿Es nuestro bebé?

      Ella asintió, reprimiendo las lágrimas que le escocían en la garganta. Podía ganarles una batalla a las malditas hormonas.

      –¿Sabes si es niño o niña? –le preguntó él, pasando el dedo por el borde de la imagen.

      –No supieron decírmelo, pero el médico dijo que podrán saberlo en la próxima ecografía. ¿Estás impaciente por saberlo?

      –Me da igual lo que sea –la miró a los ojos con una intensidad más embriagadora que cualquier afrodisíaco–. Lo único que necesito saber es que los dos estáis bien.

      Deslizó la mano despacio desde su cintura y le frotó el trasero. Su tacto y suavidad le aliviaron el dolor muscular, pero le provocaron otra clase de dolor. Las llamas crepitaban en la chimenea, y en su interior se propagaba un fuego descontrolado. Todo lo que Jason había dicho y hecho aquella noche la hacía replantearse su decisión de volver a Nueva York. Una parte de ella empezaba a acariciar la idea de renunciar a todo lo que tanto le había costado conseguir a cambio de tener una oportunidad con él…

      Volvió a apartarse e intentó recuperar los restos de su autocontrol.

      –El bebé y yo estamos bien. No tienes que preocuparte por nada –agarró el sándwich y se levantó–. Gracias otra vez, pero tengo que irme a dormir.

      Él la dejó marchar con una suave risa la acompañó mientras subía por la escalera. Maldito fuera por preparar una velada perfecta y provocarla con un atisbo de lo que podrían compartir si ella se quedaba en San Francisco.

      Capítulo 8

      El Rosa Lounge no era lo que Lauren se había esperado. Sabía que se trataba de un bar, pero se imaginaba un local para intelectuales al estilo de los exclusivos clubes de Nueva York. Para su sorpresa, se encontró con el típico ambiente retro de San Francisco.

      Música a todo volumen, focos de luz rosada y mobiliario blanco y negro cuyos contrastes visuales cautivaron a la artista que había en ella.

      La comida tampoco se quedaba atrás, y se deleitó mojando los bocaditos de queso gratinado en salsa de tomate. Las náuseas ya eran cosa del pasado y parecía que su apetito intentaba recuperar el tiempo perdido. Sin embargo, nada podría superar los sándwiches de bombones Godiva con Jason.

      Nada estaba resultando ser como había esperado. ¿Se atrevería a correr más riesgos lanzándose a una aventura con Jason? La idea le parecía descabellada, estando embarazada de su hijo, pero no se le ocurría otra manera para sacárselo de la cabeza.

      Una mano se posó ligeramente en su hombro, sacándola de sus divagaciones.

      –¿Sí?

      –Hola –la saludó una mujer delgada y castaña, tendiéndole cordialmente la mano–. Soy Elle Linton, la ayudante de Brock.

      –Lauren Presley… eh, Lauren Reagert, quiero decir. Aún no me he acostumbrado al nombre.

      –Es natural –dijo Elle con una sonrisa comprensiva–. Las bodas express apenas te dejan tiempo para acostumbrarte a los cambios.

      Una boda express de la que todo el mundo se había enterado gracias al arrebato de celos de Lauren. Recorrió el bar con la mirada y vio a Celia en el otro extremo del local, lo más lejos posible de ella.

      –Jason y yo nos conocemos desde hace un año.

      –Disculpa si te he ofendido con mi comentario. No pretendía insinuar nada –sus ojos azules brillaban de sinceridad y también de curiosidad–. Pero todos nos preguntamos por la mujer que ha conseguido conquistar

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