E-Pack Se anuncia un romance abril 2021. Varias Autoras
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–Vaya… –exclamó Elle con los ojos muy abiertos–, sí que sabes hablar claro, Lauren.
–A menos que me equivoque, todos en la oficina sabéis lo que pasó. Ya sé que me puse un poco histérica, pero… me temo que siempre saco las uñas cuando otra mujer se atreve a acercarse a mi hombre.
Nada más decirlo puso una mueca. Y lo peor era que lo había dicho en serio. Volvió a mirar a Celia. La deslumbrante pelirroja le sonrió forzadamente al hombre que intentaba ligar con ella y luego miró hacia la puerta. Era obvio que no quería estar allí, pero no sabía cómo escapar.
–Lauren… –Elle le puso la mano en el brazo y la apartó para dejar pasar a un camarero con una bandeja–, nadie te culpa por tu reacción. Celia es muy guapa, y no son pocos los que piensan que se ha valido de su cuerpo para llegar a donde está.
A Lauren no le gustó nada compadecerse de Celia, pero no lo pudo evitar. Sabía lo difícil que era ascender en el mundo de los negocios sin provocar esa clase de rumores.
–Eso es muy ofensivo.
–A menos que sea cierto. Sólo te digo que aquí la gente es muy competitiva. Ten cuidado.
Lauren miró a Elle y vio que buscaba a su jefe con la mirada. ¿Podría ser que ella también tuviera celos? En cualquier caso, Elle tenía razón: debía andarse con cuidado, especialmente con la mano derecha de Brock.
Y sobre todo con un gran secreto que ocultar bajo la farsa de un matrimonio.
–Gracias por la advertencia, Elle. Es un detalle que te preocupes por mí, y seguro que Jason también lo apreciará.
–No hay de qué. Considérame la mediadora oficial.
–Hola, señoritas –las saludó Jason, apareciendo detrás de Lauren–. ¿Les apetece otra copa?
Lauren pudo oler su loción de afeitado mezclada con su incomparable olor corporal antes de que hubiera anunciado su presencia.
–A mí no, gracias.
–A mí tampoco –dijo Elle, levantando su Martini en un brindis.
Jason abrazó a Lauren por la cintura.
–¿Lo estáis pasando bien?
Lauren echó la cabeza hacia atrás para mirarlo.
–Elle me estaba poniendo al corriente de lo que pasa en la oficina…
–Muy propio de ella –dijo Jason con una sonrisa.
La aludida se echó a reír y miró el sándwich de Lauren.
–Voy a pedirme uno de ésos. Ha sido un placer hablar contigo.
Una vez que Elle se marchó, Lauren se giró en los brazos de Jason, con cuidado de no volcar el plato de comida.
–Creo que todo está saliendo bien.
–Mejor que bien. Ya has cumplido con creces con tu papel por esta noche. Ahora toca relajarse un poco –le quitó el plato y lo dejó en una mesa cercana–. ¿Quieres sentarte, comer, bailar…?
Lauren a punto estuvo de elegir la comida, pero el calor de las manos de Jason le despertó un deseo aún más fuerte. Quería estar en sus brazos. ¿Y qué mejor manera de poner a prueba sus deseos que sacarlos a la pista de baile?
Al fin y al cabo, ¿qué podía pasar?
Tres canciones después, Jason estrechó a Lauren entre sus brazos al tiempo que una canción lenta empezaba a sonar por los altavoces. Ella se puso rígida por un instante fugaz, antes de apretarse contra él con un suspiro. Una capa de sudor añadía un brillo adicional a su piel, y el olor almizclado le hizo pensar a Jason en el sexo. No era tan extraño, pues siempre pensaba en sexo cuando veía a Lauren. Era la tentación personificada.
El baile ofrecía la oportunidad perfecta para seguir adelante con su plan sin parecer demasiado impaciente. Quería acostarse con ella, pero esa vez sin remordimientos.
–Gracias por estar tan fabulosa esta noche –le dijo, apoyando la frente contra la suya.
–Sólo estoy cumpliendo con mi parte del trato –respondió ella. Sus piernas le rozaban las suyas y sus pechos se apretaban contra su torso. Tal vez no hubiera sido buena idea sacarla a bailar, pero…
–Eres increíble, y no sólo en un ambiente de trabajo, ¿lo sabías? –se movió lo justo para rozarle la boca con la suya y prolongar el contacto de sus labios. No duró lo bastante para provocar algo más, pero sí lo suficiente para que ella se derritiera contra él al tiempo que crecía su erección. Los labios de Lauren sabían a lima y queso fundido, y Jason no quería detenerse.
Una pareja los empujó un poco y no tuvo más remedio que apartar la cabeza. Lauren lo miró con los ojos medio cerrados.
–¿Intentas seducirme? –le preguntó con voz ronca y sensual, respirando agitadamente.
Él bajó las manos a su cintura y se detuvo allí, aunque sus dedos ansiaban seguir explorando.
–Sólo ha sido un beso.
–¿Eso crees? ¿Sólo te ha parecido un simple beso?
Sus palabras avivaron la adrenalina que le recorría las venas.
–Me lo tomaré como un halago.
Ella se puso colorada y le dio un ligero manotazo en el pecho.
–Sabes muy bien lo que me estabas haciendo…
–Te ha gustado el beso –afirmó él.
–Eso es evidente –se contoneó contra él–. Mi cuerpo te responde por sí solo. Así que dime, ¿intentas seducirme?
Lo que resultaba evidente, por desgracia, era que no podía seguir así. Necesitaba un acercamiento más sutil y romántico.
–¿Quién ha dicho que un beso tenga que llevar necesariamente a la cama? –ella parpadeó con asombro–. ¿Qué? –la sacó de la pista de baile, lejos de los altavoces–. ¿No estás de acuerdo?
–No he dicho eso –se apresuró a aclarar ella–. Simplemente, esperaba otra cosa de ti. Al fin y al cabo, eres un hombre.
–De eso puedes estar segura.
–Ya lo sé –movió ligeramente las caderas contra su erección.
–Me gusta besarte –murmuró él, rozándole provocativamente los labios. Además de placer también le provocaba un sufrimiento casi insoportable, pero eso no iba a decírselo.
El gerente de la empresa, Ash, pasó junto a ellos para bailar con su novia, una estudiante de Derecho. ¿Había olvidado Ash que tan sólo tres semanas antes, allí mismo, en el Rosa Lounge, él y Jason se habían declarado solteros consumados? Aunque en el caso de Ash ya tenía un matrimonio fallido a sus espaldas.
Jason se tocó la alianza y se recordó la importancia de