E-Pack Se anuncia un romance abril 2021. Varias Autoras

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placer que no podía desaprovechar.

      Era una mujer insaciable, y ojalá pudiera tenerla siempre a su lado.

      Abrió la puerta del camarote principal y se detuvo en seco al ver la cama vacía. ¿Adónde demonios se había ido? No podía haber llegado muy lejos…

      Se giró hacia la cocina y encendió la luz. Lauren estaba acurrucada en el sofá, vestida únicamente con una camiseta de él, abrazada a sus rodillas y con los ojos enrojecidos por las lágrimas.

      –¿Lauren? –la llamó con cautela–. ¿Estás bien?

      Ella se irguió rápidamente y le sonrió.

      –Pues claro. ¿Por qué no habría de estarlo? –se tiró de la camiseta hacia abajo. Era una vieja camiseta de la Marina, descolorida después de tantos lavados–. Acabo de hacer el amor bajo las estrellas y me espera un sexo increíble hasta que amanezca.

      Jason estaba más que dispuesto a dárselo. Pero aún no. Antes tenía que averiguar qué le pasaba. Se sentó a su lado, pero manteniendo las distancias. Parecía tan tensa que temía que se derrumbara si la tocaba.

      –Pareces ausente. Y perdóname si te parezco egoísta, pero cuando estoy con una mujer en la cama… cuanto estoy contigo en la cama… quiero recibir tu atención total y exclusiva.

      –No pasa nada –murmuró ella, tirándose nerviosamente del dobladillo de la camiseta–. En serio.

      –Es evidente que te pasa algo –le puso la mano sobre las suyas para detener el temblor–. ¿Por qué no puedes decírmelo?

      Ella metió la mano bajo la pierna y sacó su móvil.

      –Mi madre ha vuelto a llamar –puso una mueca de exasperación, que no consiguió ocultar su inquietud, y arrojó el teléfono al otro extremo del sofá. El barco se balanceó ligeramente y el aparato cayó al suelo.

      ¿Su madre a esas horas? Si allí era medianoche, en Nueva York eran más de las tres de la mañana. ¿Cómo se podía tener tan poca consideración con el reposo de una hija embarazada?

      Obviamente, Jacqueline había sufrido otro de sus ataques. Jason no sabía mucho sobre el trastorno bipolar, algo que pensaba remediar de inmediato, pero sospechaba que la llamada de esa noche no debía de haber sido agradable.

      No podía cambiar el pasado, pero tal vez pudiera ayudarla a mejorar el presente.

      –Tendrías que haberme avisado y habría venido a rescatarte al momento.

      Una temblorosa sonrisa apareció fugazmente en su rostro.

      –Gracias, pero no puedes quitarme el teléfono para siempre.

      –¿Qué te ha dicho?

      –Nada grave, en serio. Simplemente, no tiene noción del tiempo y me llama a cualquier hora –se apretó contra él, lo que a Jason le pareció una señal muy prometedora–. Está muy alterada por lo del bebé. Me ha dicho que tengo que conseguir un buen acuerdo de divorcio, y después de colgar me ha enviado el número de su abogado.

      Jason permaneció unos segundos en silencio. No quería decirle lo que pensaba de su madre, y tampoco podía arrojar el teléfono al mar.

      –No te ha dado muchos ánimos, ¿eh?

      Lauren apretó los puños.

      –Ya sé que suena absurdo. No es que estemos pensando en seguir casados, pero me molesta que mi madre quiera desplumarte. Me ha hecho pensar en el medio millón de dólares –descargó un puño contra el cojín–. Debería haber permanecido firme aunque la empresa se hundiera… Pero lo fastidié todo.

      –Espera un momento –le agarró los hombros y la hizo girarse hacia él. Tal vez tuviera asuntos que tratar con ella, pero de ningún modo iba a permitir que Lauren dudase de sí misma. Maldijo a Jacqueline por atacar la seguridad de aquella mujer tan increíble–. Vamos a analizarlo paso a paso. Primero, el dinero te lo robó un sinvergüenza, y es algo que por desgracia ocurre con mucha frecuencia en las empresas. Segundo, nuestro compromiso es el bebé, y eso significa que tenemos que ayudarnos mutuamente. No creo que me dejaras en la estacada si yo me viera en apuros, ¿verdad?

      Ella negó con la cabeza y esbozó una sonrisa más firme.

      –Claro que no, y te confieso que me gusta lo que dices.

      –Y por último, deja de preocuparte por lo que piense tu madre. No quiero que siga haciendo daño a la madre de mi hijo.

      Ella le puso las manos a ambos lados del cuello y ladeó la cabeza.

      –Ese último punto no es tan razonable como los otros dos.

      Jason estaba de acuerdo, sobre todo porque él mismo se había dejado influir por su padre durante gran parte de su vida.

      –Puede que contigo me cueste ser todo lo razonable que debería… Y ahora ven a la cama.

      Lauren le sonrió sensualmente.

      –¿Me estás seduciendo?

      –¿Pero es que sólo piensas en eso? –le rodeó los hombros con el brazo y le acarició el pecho con los nudillos–. Te estoy pidiendo que duermas conmigo.

      –Con mucho gusto –aceptó ella con un bostezo, pero sin entender el verdadero significado de lo que él intentaba decirle.

      Ni siquiera lo estaba mirando. Caminaba con la cabeza en su hombro hacia el camarote.

      Jason intentó convencerse de que era la impaciencia lo que lo hacía sospechar, pero cuando se acostaron y Lauren se acurrucó junto a él, sintió que estaba negándole una parte de ella. No parecía tener ningún problema en compartir sus fantasías sexuales, pero cuando se trataba de enfrentarse a los sentimientos se encerraba en sí misma.

      Mucho después de que Jason se quedara dormido, Lauren miraba la luna y las estrellas por la ventana. El suave balanceo del barco le habría provocado sueño cualquier otra noche, pero en aquellos momentos estaba demasiado nerviosa.

      Tiró del edredón y metió la pierna entre las de Jason para deleitarse con el calor de su cuerpo. Si pudieran quedarse así para siempre, o adentrarse en alta mar hasta que se perdiera la cobertura…

      No iba a llorar. Las llamadas nocturnas de su madre no eran ninguna novedad, y tendría que haberse esperado su último sermón. Era lógico que su madre se tomara mal las noticias sobre el bebé. Pero había confiado en que por una sola vez…

      Cerró los ojos y se reprendió por esperar tanto de su madre. Era una estúpida por albergar ilusiones como elegir con su madre la decoración del cuarto de los niños o discutir nombres para el bebé. En vez de eso, sólo había conseguido el nombre de un abogado matrimonialista.

      De una cosa estaba segura, y era que no iba a ponerle a su hijo el nombre de Horace… como el abogado favorito de su madre.

      Se acurrucó contra Jason y él la abrazó por la cintura sin despertarse. Suspiró y se permitió bajar la guardia para aceptar el consuelo que tanto necesitaba.

      Era mucho mejor mantener las cosas en un plano

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