E-Pack Se anuncia un romance abril 2021. Varias Autoras
Чтение книги онлайн.
Читать онлайн книгу E-Pack Se anuncia un romance abril 2021 - Varias Autoras страница 34
Era el detective privado que había contratado para que encontrase al ex contable de Lauren.
El mensaje decía lo siguiente:
*He localizado al sujeto, su cuenta en las Islas Caimán y otros datos de interés. La información está lista para ser enviada a la policía. Dime cómo quieres proceder.
No podía ocultarle aquel mensaje a Lauren, aunque con ello aumentasen las posibilidades de que se quedara con él. Había perdido su oportunidad para conquistarla.
La empresa de Lauren estaba a salvo y ella ya no necesitaba su dinero. Por tanto, no había nada que la retuviera en San Francisco.
Lauren no tenía ningún motivo para quedarse. Jason no la amaba y nada hacía pensar que alguna vez lo hiciera.
Desde el coche de Jason contempló las casas que se alineaban en la empinada calle. Durante una semana más, la casa de Jason también sería la suya. Había prometido que se quedaría dos semanas para ayudarlo a rematar el trato con Walter Prentice y cumpliría su palabra, aunque ya no necesitara su dinero.
Tras recibir el mensaje en su BlackBerry, Jason le había hablado del detective que contrató para encontrar al contable y el dinero desaparecido, que resultó estar en una cuenta de las Islas Caimán. Las autoridades se disponían a detenerlo y ya habían congelado sus cuentas en otros países. Aunque no pudieran acceder a la cuenta o tuvieran problemas con la extradición, el criminal tenía tanto dinero en metálico guardado en otros lugares que ella acabaría recuperando lo que le pertenecía.
Al cabo de una semana volvería a su pequeño apartamento de Nueva York, a los fríos inviernos y a su empresa. Gracias a Jason y a su detective había recuperado su vida y podría devolverle a Jason el préstamo. Tenía todo lo que deseaba.
Entonces, ¿por qué se sentía tan vacía?
Iba a ser una semana muy larga y desgraciada en casa de Jason. Había sido una ilusa al creer que podía hace realidad sus fantasías con él y después marcharse con el corazón ileso.
Jason conducía en silencio a su lado. El olor de su cuerpo recién duchado se mezclaba con la calefacción del coche. La mañana era fría, pero no tanto como el nudo que le congelaba el pecho. Lo único que Lauren quería era llegar a su habitación, alejarse de Jason e ignorar la tentación que suponía cambiar sus planes por un hombre que ni siquiera le había dicho que la amaba.
Porque ella sí lo amaba. Llevaba la certeza grabada en lo más profundo de su ser, pero la simple palabra bastaba para asustarla. Había visto lo que les hizo el amor a sus padres y no quería que a ella le pasara lo mismo. Al parecer, Jason era tan cauto como ella ante los sentimientos, ya que no le había demostrado que sintiera por ella algo tan complicado, inconveniente y maravilloso como el amor.
¿Y si ella se arriesgara y se lo dijera? Tal vez cuando estuvieran en casa, cenando frente a la chimenea, se atreviera a correr ese riesgo…
Al llegar a lo alto de la colina, Lauren entornó los ojos para contemplar el amanecer y vio un coche de lujo aparcado frente a la casa de Jason. Él maldijo en voz baja y ella se enderezó en el asiento para mirar por la ventanilla. Un hombre alto y moreno estaba apoyado contra el coche y, al acercarse vieron que se trataba de Brock Maddox, el jefe de Jason. Iba vestido con un traje oscuro, y Lauren se preguntó si iría de camino al trabajo o a la iglesia. En cualquier caso, no le parecía buena señal que estuviera esperándolos.
Jason detuvo el coche junto al de Brock y salió del vehículo. Lauren también se bajó, pero se quedó en la acera en vez de entrar en casa. La curiosidad era demasiado fuerte.
–Buenos días, Brock –lo saludó Jason–. ¿Qué puedo hacer por ti?
Brock se irguió y se metió las manos en los bolsillos.
–Prentice no está contento.
–¿A qué te refieres? –preguntó Jason con el ceño fruncido.
–A la farsa de matrimonio que habéis montado.
Lauren se estremeció al oírlo. Independientemente de cuáles fueran sus sentimientos, no quería que Jason perdiera su trabajo. Se acercó a él y le agarró el brazo con una mano temblorosa.
–¿Quién dice que no es un matrimonio de verdad?
Brock los miró a uno y a otro, como si estuviera dudando sobre la conveniencia de incluirla en la conversación. No parecía tener interés en entrar en casa y mostraba su actitud habitual, distante e incluso un poco indiferente. ¿Sería ése el modelo que Jason aspiraba a imitar?
Lauren se frotó vigorosamente los brazos. Se le había puesto la piel de gallina. Al menos el barrio estaba tranquilo, salvo por un Jaguar que pasaba lentamente frente a la casa y los cuatro miembros de una familia vecina que se subían a un coche para ir a la iglesia. A Lauren se le formó un nudo en la garganta al verlos.
–Cualquier cosa que tengas que decirme puedes decírsela también a Lauren –dijo Jason.
–Muy bien –aceptó Brock–. En el mundo de los negocios todos se conocen. ¿Creías que esa transferencia de medio millón de dólares pasaría inadvertida? Vamos a ver si lo he entendido bien, porque los rumores que circulan desde Wall Street a Golden Gate Promotions son bastante confusos. El contable de Lauren se fugó con medio millón de dólares de la empresa…
Lauren miró a Jason, llena de pánico, pero él permanecía impasible.
–Supongo que le ofreciste a Lauren ayuda económica a cambio de que se casara contigo para que Prentice no sospechara del embarazo.
–Puede que no fuera un comienzo muy romántico –dijo Lauren, intentando buscar las palabras adecuadas para salvar la carrera de Jason. Qué irónico resultaba que él empezara a tener problemas justo cuando los suyos se solucionaban–. Pero las cosas han cambiado.
Le costaba entender que Jason pudiera trabajar en un ambiente tan claustrofóbico, rodeado de fisgones y envidiosos. Por un momento pensó en declarar en voz alta lo mucho que lo amaba.
Brock volvió a mirar a Jason.
–Entonces… ¿Lauren va a quedarse contigo?
Jason dudó más de la cuenta en responder.
–No ha reservado ningún billete de avión.
Brock arqueó una ceja.
–Tendrás que inventarte algo mejor. Ya sé que la policía está metida en el asunto.
–Mi mujer y yo compartimos muchas cosas, entre ellas los problemas económicos. Su negocio es mi negocio. ¿Qué hay de malo en que invierta en su empresa?
–Prentice no lo ve así. No confía en un hombre que le paga a una mujer para que finja estar casada con él sólo por salvar una campaña publicitaria.
Lauren quería decirle a Brock que se largara, pero se contuvo por el bien de Jason. Además, por una vez los rumores eran ciertos.
Jason se cuadró como si estuviera en el ejército.
–¿Qué