La zanahoria es lo de menos. David Montalvo

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La zanahoria es lo de menos - David Montalvo

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la carreta de la vida estaría gritándonos un mensaje: «BASTA, no puedo más».

      Para poder reconstruir desde adentro, entonces, primero hay que echarle un vistazo al orden de las cajas, gestionar sus contenidos y corregir lo que sea necesario.

      Para eso existe el detox emocional.

       ¿Y eso qué es?

      Detox proviene de la palabra inglesa detoxification (desintoxicación) y es el proceso para neutralizar o eliminar toxinas del cuerpo. Es una forma para limpiar, nutrir y «resetear» el organismo, restaurándolo de adentro hacia afuera para generar balance y equilibrio. Recuerda que cuando una computadora se cicla o empieza a trabajar con lentitud, solemos reiniciarla para conseguir un mejor desempeño.

      Aunque su popularidad ha aumentado en estos últimos años, la verdad es que, más que una palabra de moda, es una práctica milenaria.

      El detox típico de la actualidad se realiza en espacios que van desde uno, tres a veintiocho días, según las necesidades de quien lo realiza, y comúnmente se lleva a cabo alimentándose de agua, té y jugos verdes o de frutas y verduras. Algunas variantes permiten ciertos alimentos más sólidos, pero se privan de algunos otros que acidifican el organismo (más adelante veremos este concepto) y, desde luego, de cualquier tipo de químico.

      El objetivo es el mismo: limpiar y darle un descanso al organismo de la saturación y excesos que pudiera tener (alcohol, harinas, grasas trans, lácteos, comida chatarra, carbohidratos procesados, azúcar, refrescos, etcétera).

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      La toxicidad emocional es la consecuencia, efectos y resultados negativos debido a emociones, sentimientos, pensamientos y conductas mal gestionadas interiormente.

      Realmente este proceso nace, se crea y se desarrolla para una cuestión puramente física, y aunque ciertos detoxs (he conocido, leído y aplicado diversos a lo largo de mi vida) tocan un poco la relación que existe entre la depuración física con la emocional, siempre el centro de atención es el cuerpo.

      Precisamente porque soy un viajero frecuente de este tipo de «procesos naturales» para el beneficio de mi salud, y sobre los que ya cada quien tendrá sus reservas sobre si está a favor o en contra, desde la experiencia puedo compartirte una nueva visión sobre este sistema de liberación física, pero ya completamente enfocada a la limpieza interior.

      El detox emocional que te propongo es el proceso de remover, quitar, limpiar, reacomodar y reajustar lo que nos esté impidiendo avanzar de forma más ligera por la vida. Es una saludable y positiva manera para trabajar en nuestro desarrollo personal y profesional.

      Desde luego que esto puede causar miedo a muchos, especialmente a quienes no les gusta entrar a fondo para ver cómo están sus vidas. Pero la verdad es que para avanzar hay que moverse, y para moverse, hay que quitar lo que estorba. En otras palabras, para andar hay que vaciar la carreta.

       ¿Por qué es importante un detox?

      ¿Recuerdas cuando nuestros padres y abuelos contaban que antes la vida era más sencilla que podían comer de todo sin problema que incluso eran generaciones con menos obesidad que las de ahora?

      Por un lado tenían razón. Hace poco estaba en un supermercado precisamente pensando: ¿quién iba a imaginar que hace cuarenta años uno viniera a estos lugares para surtir leche de almendra o de quinoa, pollo sin hormonas, lechuga, espinaca y tomate orgánico o pan sin gluten? Antes todo eso no estaba precisamente al alcance de tu mano, hoy hasta tiene su sección aparte.

      Aunque este tipo de productos ahora «especiales» lleva muchos años, al menos en mi país la adopción en el mercado es más reciente. Este boom se ha dado porque ahora las personas tienen más conciencia sobre la importancia del autocuidado y de llevar una mejor calidad de vida.

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      El detox emocional que te propongo es el proceso de remover, quitar, limpiar, reacomodar y reajustar lo que nos esté impidiendo avanzar de forma más ligera por la vida.

      Cada vez observamos a más gente que se ocupa de lo que consume por sus cinco sentidos y no solo por lo que ofrece el mercado de forma rápida.

      La vida de nuestros abuelos no fue la misma que la de nuestros padres, pero en la de nuestros padres, comparada con nuestra generación, sin duda creció la brecha, y así será con la de nuestros hijos y nietos. No se requiere ser visionario para llegar a esta conclusión. Por lo tanto, no podemos permanecer ajenos a esa realidad.

      Y en este punto, sin el afán de defender a nadie, solo quiero aclarar que definitivamente, a diferencia de generaciones pasadas, el tiempo, el cambio y los saltos cuánticos de la tecnología han ido de la mano, dejándonos como herencia gran cantidad de enfermedades, bacterias, residuos tóxicos y muertes sin sentido. Algunos incluso han llegado a decir que vivimos en una sociedad gravemente enferma.

      Precisamente, así como pasa con el tema alimenticio, si «escarbamos un poco» en el corazón de las personas, podemos darnos cuenta de que por el estrés, el ajetreo, la rutina, las noticias, los impulsos para buscar el placer por el placer mismo, la alta demanda de esfuerzo y de trabajo, así como los recursos mal utilizados, hemos caído en una sociedad dormida y también enferma emocionalmente.

      No pretendo crear un discurso político ni tengo la intención de levantar una bandera a favor de nadie, ni pedirte que hagamos una marcha para protestar. Siempre he creído, y lo digo mucho en mis conferencias, que quejarse no sirve de nada. Respeto a quien lo hace, pero siento que es mucho más saludable y positivo abrazar nuestra propia responsabilidad. Cambia la forma de ver las cosas y las cosas cambiarán de forma.

      Sirviéndome de esta comparación de lo que vivimos como sociedad, así como no podemos evitar ni controlar en todo el mundo el maltrato a los animales, los pesticidas en los cultivos o las toxinas en los alimentos, está en nuestras manos la decisión de cuidar nuestro entorno, tener una alimentación más adecuada y de alguna manera ser más conscientes, y por lo tanto, más amigables con nuestro ecosistema.

      Tampoco podemos evitar los males del mundo, ni lo que hace o deja de hacer el vecino, ni lo que hicieron o dejaron de hacer nuestros padres, pero podemos despertar y ponernos en acción para ser más responsables con nuestra propia realidad, con lo que nos toca.

      Si reiteramos que detox significa «resetear el organismo», y si realmente queremos colaborar para que este mundo sea un mejor lugar donde vivir para todos, podemos decir que es indispensable aceptar la invitación a «resetear» la vida para acceder a una más ligera, más simple, sin tanto drama y con mayor calidad.

      Además, la crisis depurativa abre la puerta a nuevos mundos, a nuevos espacios en tu vida. Un detox emocional puede doler, es un viaje que llega a causar mareo y vértigo, pero las recompensas son incontables. Vale la pena.

       ¿Cómo saber cuándo es necesario?

      Así como la mayoría de las enfermedades surge por emociones mal gestionadas, también dice mi gran amiga y autora Tere Bermea:

      «Los

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