La voluntad tarada. Roberto Arlt
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1925 - Ricardo Güiraldes intenta publicarle en Proa El juguete rabioso (entonces titulada aún La vida puerca). Será este mismo novelista, entonces su protector, quien le sugiera cambiar el título.
1926 - Publica El juguete rabioso en la Editorial Latina.
En noviembre comienza a publicar en Don Goyo sus notas, algunas muy interesantes y autobiográficas.
Escribe y publica sus cuentos en Última Hora, Claridad, Mundo Argentino y El Hogar, en donde ya nunca dejará de hacerlo.
1927 - Trabaja como cronista policial de Crítica.
Se hace amigo de Cayetano Córdoba Iturburu y de Edmundo Guibourg.
1928 - Ingresa al matutino El Mundo, fundado el 14 de mayo. Allí publicará crónicas policiales, cuentos y, el 14 agosto, el primero de sus célebres Aguafuertes: «El hombre que ocupa la vidriera del café». En la revista Pulso publica un anticipo de su novela Los siete locos.
1929 - Vive en una pensión de la calle Pueyrredón, 486.
Publica Los siete locos, dedicada a Maruja Romero, en la revista Claridad.
A finales de año sufre una conjuntivitis que le impide trabajar en El Mundo y en la novela Los lanzallamas, que había sido anunciada como continuación de Los siete locos.
1930 - Gran producción de cuentos que aparecen en sus revistas habituales.
Viaja a Uruguay y Brasil como corresponsal del diario El Mundo.
1931 - Reedición de El juguete rabioso en Claridad, sin la dedicatoria a Ricardo Güiraldes, tachado por la revista de oligarca.
Publica Los lanzallamas, continuación de Los siete locos, en Claridad.
1932 - Estrena la obra de teatro 300 millones.
Publica la novela El amor brujo en la edito-rial Victoria. Viaja a Tucumán y a Santiago del Estero.
1933 - Publica El jorobadito (cuentos) con dedicatoria a su mujer Carmen Antinucci.
Viaja a España y a África.
1936 - Colabora en Revista de Madrid.
Notas sobre Santiago de Compostela, Madrid y Toledo.
En mayo regresa a Buenos Aires, con la impre-sión de que en España se vive un clima peligroso.
Estrena las obras Saverio, el Cruel y El fabricante de fantasmas.
Publica Aguafuertes españolas.
1937 - Estrena obra de teatro La isla desierta.
Muere su hermana Lila, en Cosquín, Córdoba. Viaja a Santiago del Estero.
1938 - Estrena África.
1939 - Conoce a Elizabeth Mary Shine, secretaria del director de El Hogar, León Bouché.
Sigue publicando cuentos en El Hogar y en la revista Mundo argentino.
1940 - Inicia los trámites para el divorcio
de Carmen.
Estrena La fiesta del hierro. Colabora en la nueva publicación, Argentina libre.
Muere Carmen Antinucci de tuberculosis.
1941 - Se casa el 25 de mayo con Mary Shine, en Uruguay. Viaja a Chile con Mary.
Publica en Chile los cuentos El criador
de gorilas.
Vive en Larrea y Córdoba.
Instala con Pascual Nacaratti un laboratorio en Lanús para gomificar medias de mujer.
1942 - Viaja a Córdoba para ver a su madre y a su hija.
De regreso a Buenos Aires, muere el 26 de julio de un infarto a los 42 años.
En octubre nace su hijo Roberto Patricio Arlt.
LA VOLUNTAD TARADA
Me llamo Roberto Godofredo Christophersen Arlt, y he nacido en la noche del 26 de abril de 1900, bajo la conjunción de los planetas Mercurio y Saturno. Esto de haber nacido bajo dicha conjunción es una tremenda suerte, según me dice mi astrólogo, porque ganaré mucho dinero. Mas yo creo que mi astrólogo es un solemne badulaque, dado que hasta la fecha no tan sólo no he ganado nada, sino que me he perdido la bonita suma de diez mil pesos.
Además, por la influencia de Saturno —aquí habla mi astrólogo— tengo que ser melancólico y huraño, y no sé cómo hacer para estar de acuerdo con dicho señor y mi planeta, ya que colaboro en una revista que es humorística y no melancólica.
He sido un enfant terrible.
A los nueve años me habían expulsado de tres escuelas, y ya tenía en mi haber estupendas aventuras que no ocultaré. Estas cuatro aventuras pintan mi personalidad política, criminal, donjuanesca y poética de los nueve años, de los preciosos nueve años que no volverán.
Yo soy el primer escritor argentino que a los ocho años de edad ha vendido los cuentos que escribió.
En aquella época visitaba la librería de los hermanos Pellerano. Allí conocí, entre otros, a don Joaquín Costa, distinguido vecino de Flores. El señor Costa, que conocía mis aficiones estrambóticas, me dijo cierto día:
—Si traes un cuento te lo pago.
Al siguiente domingo fui a verlo a don Joaquín, ¡y con un cuento!
Recuerdo que, en una parte de dicho esperpento, un protagonista, el alcalde de Berlín, le decía a un ladrón que, escondido debajo de un ropero, no podía moverse:
—¡Infame, levanta los brazos al aire o
te fusilo!
A don Joaquín lo impresionó de tal forma mi cuento que, emocionado, me lo arrebató de las manos, y prometiéndome leerlo después me regaló cinco pesos.
Y ese fue el primer dinero que gané con la literatura.
Creo que la vida es hermosa.
Solo hay que afrontarla con sinceridad, desentendiéndose en absoluto de todo lo que no nos hace mejores, pero no por amor a la virtud, sino por egoísmo, por orgullo y porque los mejores son los que mejores cosas dan.
Mis ideas políticas son sencillas. Creo que los hombres necesitan tiranos. Lo lamentable es que no existan tiranos geniales. Quizá se deba a que para ser tirano hay que ser político y para ser político, un solemne burro o un estupendo cínico.
En literatura leo solo a Flaubert y a Dostoyevski, y socialmente me interesa más el trato de los canallas y los charlatanes que el de las personas decentes.
Orgullosamente