Buenas noches, que duermas bien: un manual para ayudar a tus hijos a dormir bien y despertar contentos. Kim West
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A medida que leas este manual, verás cómo uso el despertar dramático para ayudar a tu hijo a diferenciar el momento en que vas a sacarlo de su cuna o cama. Digamos que se despierta a las 5:00 y te sientas cerca de su cuna o cama para ayudarlo a dormirse de nuevo. A las 6:00 sigue despierto, sin signos de volver a dormirse, y deseas darte por vencida de que duerma cuando aún es de noche (6:00 es lo más temprano que te recomiendo como horario para que pierdas las esperanzas de que duerma de noche). No te aconsejaría que te pararas, lo sacaras de la cuna y comenzaras el día con el temor de que podrías acostumbrarlo a llorar intermitentemente por una hora (ver refuerzo intermitente, más abajo). En su lugar, te recomiendo que salgas de la habitación, cuentes hasta diez, vuelvas a entrar, enciendas la luz, le des los buenos días y comiences tu día.
Una nota importante sobre la consistencia: una vez que pones en práctica el plan de entrenamiento para dormir, es absolutamente crucial que seas consistente, aún a mitad de la noche cuando estás cansada y no puedes pensar con claridad. Enviar mensajes mixtos —que en ciencias de la conducta se llaman “refuerzo intermitente”— a tu hijo durante el día (¡y la noche!) sólo lo frustrará. No podrá distinguir qué tipo de comportamiento amerita una recompensa y cuál no. El comportamiento reforzado intermitentemente es el más difícil de modificar o extinguir. Toma mucho más tiempo cambiarlo y siempre empeora antes de mejorar. Esto es particularmente cierto con niños mayores a un año de edad.
A continuación hay tres ejemplos de refuerzo intermitente en relación al sueño que me gustaría que evitaras:
1. “A veces te doy de comer para dormirte y otras no”. Por ejemplo, quizá amamantas a tu bebé para dormirlo, le das de comer si se despierta después de las 22:00, lo meces si se despierta antes de la 1:00 y finalmente lo llevas a tu cama porque ya estás desesperada. Esto causa confusión. Quiero que te enfoques en acostar a tu bebé somnoliento pero despierto, y que respondas consistentemente durante toda la noche.
2. “A veces te he dejado llorar por quince o treinta minutos porque estaba desesperada y oí que esto funciona, pero luego no aguanté más y fui a levantarte y te mecí hasta que te dormiste”. Este es un ejemplo de cómo enseñarle a tu bebé a llorar hasta que lo lleves a dormir, ¡de cualquier manera que puedas!
3. “A veces te traigo a mi cama, pero sólo después de las 5:00”. Por favor, recuerda que tu hijo no sabe qué hora es. ¿Por qué no esperaría ir a tu cama a las 2:00 si lo llevas a las 5:00?
CONSEJO PARA DORMIR BIEN
La consistencia en verdad es la clave para criar a tu hijo, y en especial para tener éxito durante el entrenamiento para dormir mejor.
Considera además que los niños, de hecho, ansían tener consistencia a la hora de dormir (y todo el tiempo, en todo caso). Cuando saben qué esperar y qué se espera de ellos, les da seguridad y los ayuda a sentirse sanos y salvos.
Cómo prepararse para enseñar a dormir con éxito: antes de comenzar
1. Obtén el visto bueno del médico de tu hijo.
La mayoría de los problemas para dormir son de comportamiento; sin embargo, deberías pedir a tu pediatra que descarte enfermedades que pueden contribuir a los problemas de sueño de tu hijo, como reflujo, asma, alergias, infecciones de oído o apnea del sueño. Asegúrate de que los medicamentos, aún los de venta libre, no afecten el sueño de tu hijo.
Si aún alimentas a tu bebé durante la noche, pregúntale al doctor si —considerando su edad, su peso y su salud en general— todavía necesita comer de noche. Revisa con tu pediatra cuánto come cuando está despierto.
2. Lleva un diario de sueño y alimentación.
Debido a la falta de sueño, es probable que tu memoria no sea óptima: los días y las noches se te van entre los dedos. Para solucionar el problema de sueño de tu hijo, necesitas tener una idea clara de qué sucede a la hora de dormir, durante la noche, qué funciona y qué no, cómo responde tu bebé, etcétera. Lleva un registro: escríbelo por algunos días o una semana. Tener todo por escrito —en lugar de confiar en notas mentales revueltas en tu cansado cerebro— te dará una idea más precisa de cuáles son los patrones de tu hijo y tus propias respuestas.
Algunos padres encuentran que lo más fácil es conservar un diario junto a la cama del niño. Busca señales de su ventana natural de sueño. Toma nota de cuándo y con qué frecuencia se despierta por la noche. Anota lo que hiciste para lograr que se durmiera de nuevo, ya sea que lo mecieras, lo amamantaras, le cantaras o lo llevaras a tu cama. Compara el calendario de cada día de tu hijo con los horarios típicos que te sugiero en el capítulo 2.
Una vez que comiences mi programa, continúa con el diario. Llevar nota de los patrones de tu hijo te ayudará a darte cuenta de qué funciona y qué no, además de las tácticas que deberías ajustar. Al final de este manual hay un ejemplo de diario que puedes usar (si el mío no te gusta, puedes crear el tuyo).
3. Averigua cuál es la hora ideal de tu hijo para acostarse.
Este es el periodo durante el cual mostrará señales de que está listo para ir a dormir: bosteza, se frota los ojos, juega con su pelo, está irritable. Muchas veces los padres dejan pasar las señales de cansancio de sus hijos, especialmente por la tarde, puesto que es la hora en que están más ocupados. Puede ser que estén lavando los platos, revisando el correo, ayudando a los hijos más grandes con la tarea, etcétera. Presta atención a cómo se comporta tu hijo entre las 18:00 y las 20:00 (y asegúrate de que no se distraiga frente a la televisión). Tan pronto como comience a parecer somnoliento, sabrás que esa es su hora natural para ir a dormir, y el momento en que deberías acostarlo cada noche.
A pesar de que por lo general recomiendo ajustar gradualmente la hora de dormir, treinta minutos más o menos cada vez, con un niño menor de tres años puedes hacer cambios rápidos si aprendes a reconocer sus patrones naturales. Por ejemplo, si un niño de veinte meses está acostumbrado a irse a dormir a las 22:00, pero notas que a las 19:30 ya parece cansado, no necesitas ajustar su horario gradualmente. Acuéstalo a las 19:30 y asegúrate de hacerlo la noche siguiente y cada noche sucesivamente.
Si tienes dificultad para entender las señales de cansancio de tu hijo, puedes determinar un horario razonable para acostarlo con sólo considerar la hora a la que normalmente despierta y cuántas horas de sueño debería tener a partir de su edad (en las páginas 14–26 encontrarás promedios de sueño). Digamos que tu hijo tiene dos años y generalmente se despierta a las 7:00. En promedio, un niño de esa edad necesita once horas de sueño por la noche, lo que significa que tu hijo debería estar dormido a las 20:00.
4. Crea una rutina relajante para ir a dormir.
Todos los niños, desde los recién nacidos hasta los de edad escolar, necesitan una serie de rituales relajantes y predecibles para ayudarles a prepararse física y psicológicamente para dormir. Estas actividades deben ser apacibles y tranquilas, como leer un libro, contar una historia o cantar una canción de cuna. La hora de ir a dormir no es momento para cosquillas, jugar a las luchas, historias de miedo,