Obras Inmortales de Aristóteles. Aristoteles
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Parte XIV
La cualidad es, en primer lugar, la diferencia que distingue la esencia; y así el hombre es un animal que posee tal cualidad, porque es bípedo; el caballo, porque es cuadrúpedo. El círculo es una figura que posee también tal cualidad: no posee ángulos. En este sentido, por tanto, cualidad significa la diferencia que distingue la esencia. Cualidad puede decirse asimismo de los seres inmóviles y de los seres matemáticos, de los números, por ejemplo. En este caso se encuentran los números compuestos, y no los que tienen por factor la unidad; en una palabra, los que son imitaciones de la superficie y del sólido, esto es, los números cuadrados, los números cúbicos; y, en general, la expresión cualidad se aplica a todo lo que es la esencia del número distinto de la cantidad. La esencia del número es el ser producto de la cantidad. La esencia del número es el ser producto de un número multiplicado por la unidad: la esencia de seis no es dos veces, tres veces un número, sino una vez, porque seis es una vez seis. Cualidad se afirma también de los atributos de las sustancias en movimiento. Tales son el calor y el frío, la blancura y la negrura, la pesantez y la ligereza, y todos los atributos de este género que pueden tomar alternativamente los cuerpos en sus cambios. Finalmente, esta expresión se aplica a la virtud y al vicio, y en general, al mal y al bien.
Pueden, pues, reducirse los diferentes significados de cualidad a dos fundamentales, uno de los cuales es por excelencia el propio de la palabra. La cualidad primera es la diferencia en la esencia. La cualidad en los números es parte de los números mismos; se trata realmente de una diferencia entre esencias, pero esencias inmóviles o consideradas en tanto que inmóviles.
En la segunda clase de cualidades, por lo contrario, se incluyen los modos de los seres en movimiento, en tanto que están en movimiento, y las diferencias de los movimientos. La virtud, el vicio, pueden incluirse como constituyendo parte de estos modos, porque son la expresión de las diferencias de movimiento o de acción en los seres en movimiento que hacen o experimentan el bien o el mal. Por ejemplo este ser puede ser puesto en movimiento y actuar de tal manera; entonces es bueno, aquel otro de una manera contraria, y entonces es malo. El bien y el mal sobre todo reciben el nombre de cualidades que se dan en los seres animados, y entre estos sobre todo en los que tienen voluntad.
Parte XV
Por relación se tiene, o bien del doble con relación a la mitad, del triple con relación a la tercera parte y, por lo general, de lo múltiplo con relación a lo submúltiplo, de lo más con relación a lo menos; o bien se trata de la relación de lo que calienta a lo que es calentado, de lo que corta a lo que es cortado y, en general, de lo que es activo a lo que es pasivo. También es la relación de lo conmensurable a la medida, de lo que puede ser conocido a la ciencia, de lo sensible a la sensación. Las primeras relaciones son las numéricas, relaciones indeterminadas o relaciones de números determinados entre sí o relaciones de un número con la unidad. De este modo, la relación numérica de la pluralidad a la unidad no es determinada: puede ser tal o cual número. La relación de uno y medio con un medio es una relación de números determinados; la relación del número fraccionado en general a la fracción, no es una relación de números determinados, ocurre con ella lo que con la de la pluralidad a la unidad. En resumen, la relación del más o menos es una relación numérica completamente indeterminada. El número inferior es en verdad conmensurable, pero se le compara a un número inconmensurable. En efecto, lo más relativamente a lo menos, es lo menos y un resto; este resto es indeterminado; puede o no ser igual a lo menos.
Todas estas relaciones se trata de relaciones de números o de propiedades de números, y también relaciones por igualdad, por semejanza, por identidad; pero estas son de otra especie. En efecto, bajo cada uno de estos modos hay unidad: se considera idéntico aquello cuya esencia es una: semejante lo que tiene la misma cualidad; igual lo que tiene la misma cantidad. Ahora bien, la unidad es el principio, la medida del número. De forma que puede decirse que todas estas relaciones son relaciones numéricas, pero no de la misma especie que las precedentes. Las relaciones de lo que es activo a lo que es pasivo son relaciones, ya de las potencias activa y pasiva, ya de los actos de estas potencias. Así existe relación de lo que puede calentar a lo que posee la posibilidad de calentarse, porque hay potencia. Existe igualmente relación de aquello que calienta a lo que es calentado, de lo que corta a lo que es cortado, pero relación de seres en acto. Para las relaciones numéricas, por lo contrario, no existe acto, a menos que se entienda por esto las propiedades que hemos citado antes; el acto como movimiento no se encuentra en ellas.
En cuanto a las relaciones de potencia, existen por lo pronto las que son determinadas por el tiempo: estas son las relaciones del que hace a lo que es hecho, del que debe hacer a lo que debe ser hecho. En este sentido se afirma que el padre es padre de su hijo; el uno ha hecho, el otro ha padecido la acción. Por último existen cosas que se tienen por relativas, como siendo privaciones de potencia; como por ejemplo, lo imposible y demás de este género, lo invisible, etc.
Lo que es relativo numéricamente o en potencia es relativo en el concepto de referirse él a otra cosa, pero no otra cosa a él. Por lo contrario, lo que es medible, científico, inteligible, se denomina relativo, porque se refiere a otra cosa. Decir que una cosa es inteligible, es decir que se puede tener inteligencia de esta cosa; porque la inteligencia no es relativa al ser que la tiene, hablar de esta manera sería repetir dos veces la misma cosa. Del mismo modo, la vista es relativa a algún objeto, no al ser a quien pertenece la vista, bien que sea verdad mencionarlo. La vista es relativa o al color o a otra cosa semejante. En la otra expresión habría dos veces la misma cosa; la vista es la vista del ser que posee visión.
Las cosas que en sí mismas son relativas, lo son, o como aquellas de que acabamos de explicar, o bien porque los géneros de que ellas dependen son relativos de esta forma. La medicina, por ejemplo, es una de las cosas relativas, porque la ciencia, de la que es ella una especie, parece una cosa relativa. También se da el nombre de relativos a los atributos en cuya virtud los seres que los poseen se consideran relativos: a la igualdad, porque lo igual es relativo; a la semejanza, porque lo semejante lo es también. Hay, por último, relaciones accidentales: en este concepto el hombre es relativo, porque accidentalmente es doble, y lo doble es una cosa relativa. Lo blanco, asimismo, puede ser relativo de la misma forma, si el mismo ser es accidentalmente doble y blanco.
Parte XVI
Perfecto se dice aquello que contiene en sí todo, y fuera de lo que no hay nada, ni una sola parte. Así, tal duración determinada es perfecta cuando fuera de esta duración no existe ninguna duración que sea parte de la primera. Se denomina también perfecto aquello que, bajo las relaciones del mérito y del bien, no es superado en un género particular. Así se menciona: un médico perfecto, un perfecto tocador de flauta, cuando no les falta ninguna de las cualidades propias de su arte. Esta calificación se aplica metafóricamente también a lo que es malo. Se habla de un perfecto sicofanta; un perfecto ladrón; y también se le suele dar el nombre de buenos, un buen ladrón, un buen sicofanta. El mérito de un ser es también una perfección. Una cosa, una esencia es perfecta cuando en su género propio no le falta ninguna de las partes que constituyen naturalmente su fuerza y su grandeza. Se concede también el nombre de perfectas a las cosas que tienden a un buen fin. Son perfectas en tanto que tienen un fin. Y como la perfección es un punto extremo, se aplica metafóricamente esta palabra a las cosas malas, y se dice: esto está perfectamente perdido, perfectamente destruido, cuando nada falta a la destrucción y al mal, cuando estos han llegado al límite. Por esto la palabra perfecta se aplica metafóricamente a la muerte: ambos son el último término al límite de la vida. Finalmente, la razón por la qué se hace una cosa, es un fin, una perfección.
Perfecto en sí se dice, por tanto, o de aquello a que no falta nada de lo que constituye el bien, de aquello que no es superado en su género propio, o de lo que no