Obras Inmortales de Aristóteles. Aristoteles
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En una serie infinita no existe primer término, no existirá primer cambio, ni tampoco cambio que se ligue al primero; por tanto, no es posible que nada se transforma, o se mueva, o experimente un cambio. Y luego el mismo ser experimentaría a la vez los dos movimientos contrarios, el reposo, la producción y la destrucción; de manera que lo que cambia perece en el caso en que aquello que cambia deviniese aún, porque no existe ya, ni en el instante mismo de este cambio, ni después de este cambio, y lo que perece debe existir. Es necesario que lo que se transforma, así como lo que cambia, posea una materia. ¿Qué movimiento, qué producción podrá tener, como el cuerpo sujeto a alteraciones, o como el alma, una existencia determinada, y que fuese aquello que cambia? ¿Y cuál sería el fin del movimiento? El movimiento es el paso de un sujeto de un estado a otro; el fin del movimiento no debe ser un movimiento. ¿Cómo había de ser un movimiento? La enseñanza no puede tener por fin la enseñanza; no hay producción de producción.
Por lo tanto, el movimiento no tiene lugar ni en la esencia, ni en la relación, ni en la acción y la pasión. Falta que se realice en la cualidad, en la cantidad, en el lugar, porque en cada una de estas categorías existe contrariedad.
Designo en este caso como cualidad, no a la cualidad en la sustancia (porque la diferencia misma sería una cualidad), sino la facultad de ser modificado, lo que hace que un ser sea o no capaz de ser modificado.
Lo inmóvil es lo que no puede absolutamente moverse; lo que no se pone en movimiento sino con dificultad, empleando mucho tiempo o lentamente; aquello que siendo capaz por su naturaleza de movimiento, no puede moverse cuando, donde y como pide su naturaleza el moverse. Lo que yo denomino reposo, solo se dice de los seres inmóviles, porque el reposo es lo contrario del movimiento, y por consiguiente debe ser una privación en el sujeto.
Reunión con relación al lugar se dice de los seres que se encuentran primitivamente en un solo y mismo lugar. Separación se dice de los seres que se encuentran en diferentes lugares.
Existe contacto cuando existe reunión de las extremidades de los objetos en el mismo lugar.
Lo intermedio es aquella etapa por donde pasa el ser que cambia antes de llegar al término a que camina, en el cambio que permite su naturaleza, todo ser cuyo cambio es continuo.
Lo contrario con relación al lugar es lo que se encuentra más distante en línea recta.
Consecuente se afirma cuando entre un ser y el principio de donde procede, sea por posición, por forma, cualquiera otra manera determinada, no existe intermedio que forme parte del mismo género, y es lo que sigue como consecuencia. Por ejemplo, las líneas vienen después de la línea, las mónadas después de la mónada, etc. Pero nada impide que exista un intermedio de otro género, porque lo siguiente es siempre resultado de algo posterior: la unidad no lo es de dos, el primer día de la Luna no es consiguiente del segundo.
La adherencia es el contacto con lo que se sigue.
Todo cambio tiene lugar en los opuestos, es decir, en los contrarios y en la contradicción. No hay medio entre las cosas contradictorias; evidentemente entre los contrarios es donde se encuentra el intermedio.
La continuidad es una especie de adherencia o de contacto. Se dice que hay continuidad cuando los límites en que dos seres se tocan y se continúan el uno al otro, se confunden entre sí. Se ve entonces que la continuidad se encuentra en los seres que son susceptibles por su naturaleza de llegar a ser o hacerse un ser único por contacto, y que la sucesión es el principio de la continuidad. El consiguiente no está en contacto; pero lo que está es consiguiente. Si hay continuidad, hay contacto; pero si no hay más que contacto, no hay todavía continuidad. En cuanto a los seres que son susceptibles de contacto, no hay conexión. De aquí se sigue que el punto no es lo mismo que la mónada, porque los puntos son susceptibles de tocarse, mientras que las mónadas no lo son; no hay en cuanto a ellas más que la sucesión; hay, por último, un intermedio entre los puntos; no lo hay entre las mónadas.
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