El comportamiento administrativo. Herbert Alexander Simon

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El comportamiento administrativo - Herbert Alexander Simon

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que los militares les dieron a sus investigaciones (Sent, 2000). Otra visión, sin embargo, da cuenta de que la variante del perfil de investigación hacia la psicología cognitiva y la inteligencia artificial no fue sino su manera de incorporar el estudio del proceso de decisión y el concepto de racionalidad limitada a otras áreas disciplinarias (economía, sociología, psicología, teoría de la organización y ciencias de la computación) intentando utilizar y vincular elementos y partes interdisciplinarias (Augier, 2000). Otra perspectiva es la que otorga otro autor (Crowther-Heyck, 2005), a partir de la investigación inicial de Simon al definir cómo las organizaciones afectan las elecciones de los miembros individuales y su preocupación posterior por descubrir la estructura mental de la solución de problemas. Dice el autor: “Con esta redefinición del problema de elección, vinieron otras clases de cambios, cada uno sutil, pero significativo. Esto incluye una inclinación de la teoría de la organización a las teorías de los complejos sistemas de procesamiento de información como foco de su trabajo, el correspondiente cambio de mayor énfasis en la psicología individual que en lo social, y un cambio de ‘proceso de decisión’ al interés en la solución de problemas. Simon también se movió de una ciencia cuyos modelos estaban encarnados en textos, testeados en entrevistas, encuestas y en la observación del comportamiento grupal preferiblemente en experimentos de campo, a una ciencia cuyos modelos fueron diseñados y testeados, en su consistencia interna, en computadoras, y en su consistencia externa, a través de experimentos de laboratorio controlados (Crowther-Heyck, 2005).

      Todas estas visiones intentan convalidar que no hubo un cambio, sino una continuidad conceptual en las investigaciones que Simon realizó con posterioridad a la publicación de esta obra (Simon, 1947), consideraciones que, obviamente, no comparto.

      Por otra parte, Simon instó a los teóricos neoclásicos a fingir que el proceso de elección puede ser pronosticado a partir de los modelos teóricos de la elección óptima, al sostener que cualquier descripción adecuada del proceso de las decisiones humanas debe tomar en consideración el proceso psicológico que implica, por lo que se llegará, incuestionablemente, a que la ambición neoclásica de evitar las necesidades humanas se constituya en una pretensión irrealizable.

      La contribución de Simon es indiscutible y el redescubrimiento que se está haciendo hoy de sus teorías es una demostración que constituye una de las columnas del estudio de la disciplina. Cuando se le preguntó a Henry Mintzberg a quién seleccionaría como el pensador de management más influyente en la historia de esa disciplina dijo: “Peter Drucker tiene muchas ideas y es indudable que ejerce una gran influencia. Pero yo también nombraría a Herbert Simon. No se habla mucho de él en la comunidad del management, pero ejerce una profunda influencia en la cuestión de cómo adoptan decisiones los directivos. Cambió la forma de contemplar las organizaciones. Desde una perspectiva histórica, citaría a Frederick Taylor como el más influyente. Todavía practicamos taylorismo a gran escala” (Brown, et al., 2002).

      03. La década del treinta es señalada por Simon como aquella en la que comenzó su fascinación por el proceso de la toma de decisiones humana. Fue a los diecinueve años y así lo recordó: “Mi interés en cada persona comenzó en 1935 como un atractivo en la toma de decisión humana, especialmente en la adaptación de la gente a las complejidades, incertidumbres, conflictos de objetivos e inconmensurabilidades de la vida diaria personal y profesional. Ustedes me han visto seguir este interés en estas páginas por más de cincuenta años, que nunca abandoné. No me siento tan ignorante frente a las respuestas como me sentí en 1935. Otros y yo hemos hecho considerables progresos para comprender el conflicto y proveer soluciones. Pero la asignación de recursos individuales u organizacionales –cómo son hechos y cómo deberían ser hechos– constituye un problema central de la condición humana” (Simon, 1991.a).

      En 1944, escribió un artículo en el que comienza a trabajar sobre el tema del proceso de decisión, las premisas de valor y de hecho y su correspondencia, alternativa y equivalencia con la cadena de medios-a-fines. Manifestó: “En este trabajo, la teoría administrativa será encarada desde este punto de partida: analizando la manera en la que las decisiones y el comportamiento de los empleados operativos son influenciados por la organización. […]. Cualquier decisión racional puede ser vista como una conclusión derivada de ciertas premisas. Estas premisas son de dos diferentes clases: premisas de valor y premisas fácticas, equivalentes de manera aproximada a fines y medios, respectivamente. Dado un conjunto completo de premisas de valor y fácticas, solo es posible una única decisión que es coherente con la racionalidad. Así, con un sistema dado de valores y un conjunto especificado de alternativas, solo hay una alternativa de ese conjunto que es preferible a otras. […]. Subdividir decisiones es mucho más complicado que subdividir desempeño; por lo que no es frecuentemente posible combinar el ojo perspicaz de un trabajador con la mano firme de otro para asegurar gran precisión en una situación particular. A menudo es posible agregar el conocimiento de un abogado al de un ingeniero para mejorar la calidad de una decisión determinada” (Simon, 1944).

      En casi toda su obra posterior, en muchos de los artículos y obras que escribió, las decisiones ocuparon el foco principal, incluido, tácita o explícitamente, su modelo de racionalidad limitada. En las observaciones, notas y referencias de cada capítulo se señalarán esas contribuciones. Pero en este, siendo el capítulo que introduce el tema en la obra, las observaciones se formularán con relación al proceso y a las fases que involucra.

      La idea de las fases del proceso de decisión tuvo su génesis en esta obra y se consolidó luego en una obra publicada en 1960 (Simon, 1960.b). En 1977, Simon hizo una adecuación temporal de ese documento en la que, advirtiendo que la elección entre posibles cursos de acción no era la totalidad del proceso, manifestó: “Implica, primero que todo, detectar la ocasión para decidir (el problema con el que se tiene que tratar) y dirigir toda la atención de la organización a él. Implica, en segundo término, desarrollar posibles soluciones al problema (cursos de acción), entre las cuales se debe realizar la elección final. Describir y definir el problema, elaborar cursos de

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