Tratado de las réplicas. Evagrio Póntico

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Tratado de las réplicas - Evagrio Póntico Neblí

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nosotros en primer lugar, y es en base a él que nos condena o nos aprueba. Esto es lo que quiero decir: tengo un pensamiento de hospitalidad, y lo tengo por amor del Señor, pero es arrancado cuando el tentador se acerca y sugiere ser hospitalario por amor a la gloria. Y al contrario: tengo un pensamiento de hospitalidad a fin de ser visto por los hombres, pero es arrancado cuando se introduce un pensamiento mejor que orienta nuestra virtud hacia el Señor y que nos induce a no actuar de ese modo a causa de los hombres. Por tanto, si por nuestros actos permanecemos firmes en nuestros primeros pensamientos, aunque puestos a prueba por los segundos, recibiremos solamente el salario de los primeros pensamientos por el hecho de que, siendo hombres y en lucha contra los demonios, no tenemos la fuerza para mantener constantemente los buenos pensamientos ni, al contrario, mantener un pensamiento malo sin que sea puesto a prueba cuando hemos adquirido las semillas de la virtud. Pero si alguno de los pensamientos que arranca se prolonga y se instala en el lugar de los que son arrancados, será en razón del pensamiento que el hombre recibirá la sugestión que lo llevará a actuar[46].

      Este pasaje provee de un contexto más amplio a la antirrhesis. Cada pensamiento que tiene el hombre, bueno o malo, puede ser arrancado por su correspondiente pensamiento opuesto, y Evagrio sugiere que casi todo pensamiento que tenemos posee su opuesto. En su opinión, el conflicto entre pensamientos dentro del intelecto es endémico a la naturaleza caída propia de la condición humana. Aún si el hombre puede poseer semillas de virtud, es humano, y no un ángel, y, por tanto, luchador contra los demonios. Así, en la antirrhesis el monje pone deliberadamente en movimiento un proceso que consiste en oponer buenos pensamientos tomados de la Biblia a fin de cortar a los malos inducidos por los demonios.

      IV. ESTRUCTURA Y CONTENIDO

      El Tratado de las réplicas compila 498 pasajes bíblicos, cada uno de los cuales está precedido por la persona, el pensamiento o la situación en la cual debe ser pronunciado durante alguna lucha específica contra el demonio. Las citas están estructuradas en ocho libros que corresponden a los ocho logismoi o demonios que atacan al monje: gula, fornicación, avaricia, tristeza, cólera, acedía, vanagloria y orgullo.

      Los textos bíblicos pueden ser clasificados del siguiente modo:

      1. Fragmentos dirigidos contra los demonios o contra los pensamientos que ellos sugieren: 315, de los cuales 278 son contra los pensamientos y 37 contra los demonios.

      2. Fragmentos dirigidos al alma humana o al intelecto cautivo o en riesgo: 134, de los cuales 114 son hacia el alma y 20 hacia el intelecto.

      3. Fragmentos dirigidos a Dios o a los ángeles: 48, de los cuales, 46 son hacia Dios y 2 hacia los ángeles.

      4. Fragmentos orientados a un tema en particular: 1.

      V. CARACTERÍSTICAS PARTICULARES DEL TRATADO DE LAS RÉPLICAS DE EVAGRIO PÓNTICO

      Evagrio Póntico ha sido calificado como el monje más culto de su época, y la afirmación no es exagerada. Fue formado por san Basilio Magno y luego por san Gregorio Nacianceno. Esta riqueza, además, se extiende a la agudeza de su penetración psicológica. Su vasta obra se distribuye en libros que en su mayor parte se componen de pequeñas frases o aforismos dirigidos a describir o precisar situaciones particulares, o bien, en el caso de sus escolios, a comentar de forma muy breve algunos pasajes de la Escritura. Es justamente en esas pocas palabras que Evagrio es capaz de definir con precisión los diversos estados espirituales y psicológicos por los que puede atravesar el hombre.

      Esta capacidad del autor se pone particularmente de manifiesto en su Tratado de las réplicas, donde en cada una de las breves introducciones a las frases bíblicas se describe la situación interior de la persona que las pronuncia. Esta descripción es ocasión para mostrar sutiles facetas propias de un monje que se encuentra tentado por los diversos demonios. Más allá del recurso a los demonios, lo que es propio de la cosmovisión teológica de Evagrio, es también ocasión de expresar detalles y particularidades propias de la psicología humana que se mantienen en el plano natural y que se extienden no solamente a los monjes sino a todos los hombres. Es justamente ésta una de las mayores riquezas que posee la obra evagriana.

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