Tratado de las réplicas. Evagrio Póntico
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[48] Tratado de las réplicas, 4, 24.
[49] Tratado de las réplicas 8, 6.
[50] Cfr. Dysinger, Psalmody and Prayer…, 138.
[51] Tratado de las réplicas 6, 12.
[52] Tratado de las réplicas 4, 46.
[53] Tratado de las réplicas 2, 1.
[54] Tratado de las réplicas 2, 11.
[55] Tratado de las réplicas 2, 2.
[56] Tratado de las réplicas 2, 49.
[57] Adam Scott, Soliloquium de instructione animae, PL 198, 845.
[58] Adam Scott, Soliloquium de instructione animae, PL 198, 844 bc.
[59] Atanasio de Alejandría, Epistola… 33; PG 27, 46 a.
[60] Cfr. R. Draguet, Les cinq recensions de l’Ascéticon syriaque d’Abba Isaïe, I. Introduction au problème isaïen. Version des logoi I-XIII avec des parallèles grecs et latins, (Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium 293) Peteers, Louvain, 1968. La versión italiana: Isaia di Scete, Asceticon, ed. Lucio Coco, San Paolo, Milano, 2011.
[61] J. Muyldermans, A travers la tradition manuscrite d’Evagre le Pontique. Essai sur les manuscrits grecs conservés a la Bibliothèque Nationale de Paris, (Bibliothèque du Muséon 3) Muséon, Louvain, 1932, 89, nº 32.
[62] Barsanufio y Juan de Gaza, Correspondance, vol II (Sources Chretiènnes 450), Cerf, Paris, 2000, Lettre 304, 294-296.
[63] Cfr. Juan Clímaco, La scala del paradiso XXVI, ed. Calogero Riggi, Cittá Nuova, Roma, 1989, 302-303.
[64] La Biblia griega Septuaginta, vol. I - IV, ed. Natalio Fernández, Sígueme, Salamanca, 2008 - 2015.
[65] Esta carta fue editada por Hausherr, «Eulogios - Loukios», 217-218.
[66] Evagrio Póntico, Briefe aus der Wüste. Se trata de la carta 4, 214-216. Sobre esta carta puede verse en el mismo libro pp. 181-184.
CARTA DE LUCIO A EVAGRIO
EN EL NOMBRE DEL PADRE y del Hijo y del Espíritu Santo, un solo Dios. Carta del santo padre Lucio al santo padre Evagrio. Dios nos conceda a los dos la bendición de sus oraciones.
Tú, padre, has vivido en el desierto como en el vientre de una madre por muchos años, batallando con los enemigos invisibles. Honorable padre Evagrio, te has revestido por los trabajos [de la ascesis] útiles al alma, y te has convertido de esa manera en un combatiente tan experimentado contra los espíritus del mal, que no solo ya no te dejas atemorizar a la vista de los demonios, sino que también has llamado a otros para que ellos también sean combatientes contra los espíritus impuros y los pensamientos inmundos.
Por lo tanto, ruego a vuestra paternidad que me enseñe de qué modo debo combatir a aquellos que pertenecen a las tinieblas, y suplico insistentemente a su santidad que componga para mí un tratado claro, que me explique toda la malicia de los demonios que ocasionan con su propio esfuerzo en el camino de la vida monástica. Envíanoslo para que nosotros, tus amigos, podamos expulsar sus pérfidos ataques. Porque yo sé que vas a responderle a quien solicita de ti asuntos espirituales, por eso te he hecho este pedido. Que estés bien en el Señor.
CARTA DE EVAGRIO A LUCIO
HE VISTO LA CARTA DE VUESTRA SANTIDAD, en la cual ampliamente demuestra su amor por nosotros y nos ordenaba enviaros alguno de nuestros trabajos que yo no habría enviado espontáneamente, habida cuenta de tu prudencia. Pero ahora, ya que se me ha ordenado, he obedecido enseguida y te he mandado el Tratado de las réplicas, para que puedas leerlo, corregirlo, y completar lo que falte, en caso de que hayamos descrito alguno de los pensamientos inmundos de forma imprecisa o no hayamos encontrado la réplica correcta que se le oponen. Confieso a vuestra reverencia que hasta ahora no he comprendido los pensamientos demoníacos como debiera porque frecuentemente he recibido ataques por parte de ellos y, tras vuestra partida, he soportado sufrimientos indecibles a causa de ellos. Pero ahora alabo al Señor por las cosas que he escuchado y aprendido sobre vos, tal como lo pedí.
Sed para mi, por tanto, un anunciador de la continencia, un oyente de la humildad y un destructor «de razonamientos y toda altanería que se levanta contra el conocimiento de Cristo» [2 Cor 10:4-5], para que en el momento de la oración el intelecto tenga la franqueza de expresión que pertenece a aquellos que transcienden estos pensamientos, y para que el intelecto no sea agobiado o doblegado, porque es aporreado por la ira o apartado por el deseo. Tales cosas suceden a las personas irascibles o glotonas que no practican la abstinencia durante el día y por ende no escapan a las ilusiones malvadas durante la noche.
Vos también sabéis a través de nuestro Señor Jesús que la lectura de las Sagradas Escrituras es muy útil para la purificación porque aparta al intelecto de las ansiedades visibles del mundo, de las cuales brotan las perversidades de los pensamientos impuros, los cuales, a través de las pasiones, ciegan el intelecto y lo atan a las cosas corporales. No dudéis, pues, en hablar con los hermanos, en leer las Escrituras a la hora designada, en no «amar el mundo o cualquier cosa del mundo» (1 Jn 2:15), y en vigilar los pensamientos, lo cual es un ejercicio que funciona como un veneno contra los lobos y al que los demonios odian mucho[1].
Cuando la batalla ocurre en el discernimiento, este se llena con muchos pensamientos, pero crea una gran pureza de pensamiento porque los demonios ya no pueden acusar o burlarse del alma. Porque, así como la sabiduría práctica está asignada a juzgar razonablemente los asuntos prácticos, así también al discernimiento le están encargadas las impresiones que ocurren en el pensamiento, discerniendo los pensamientos sanos de los profanos, y los limpios de los sucios. Y, según el decir profético, el discernimiento tiene la experiencia de los trucos de los demonios burladores, que imitan a la percepción y a la memoria en orden a engañar al alma racional que lucha por el conocimiento de Cristo.
5. Así pues, todo aquel que se haya alistado en este ejército debe pedir discernimiento