Los poderes de la vida. Omraam Mikhaël Aïvanhov

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Los poderes de la vida - Omraam Mikhaël Aïvanhov

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tribulaciones, nadie os cree. A veces me siento muy desgraciado al ver que, diga lo que diga sobre todas estas verdades que yo he tocado, que he saboreado, los hermanos y hermanas no me creen. Siguen con la masa, porque la mayoría se ha pronunciado a favor de este buen camino polvoriento en el que todo el mundo está ya comprometido. Afortunadamente hay algunas excepciones, algunos “iluminados” que me escuchan y me siguen, y que darán después buenas noticias a los demás, como ya ha sucedido.

      De nuevo pregunto: “¿A quién servís? ¿En qué dirección camináis? ¿Cuál es vuestra meta, vuestro ideal? ¡Decídmelo!” Preguntaréis: “Pero ¿por qué nos hace esta pregunta? – Para poder predecir vuestro futuro, sobre cómo se desarrollarán los acontecimientos para vosotros, si seréis fuertes o débiles, si seréis ricos o estaréis en la miseria, en la luz o en las tinieblas. – ¿Pero hay alguna relación? – Desde luego, está relacionado. Responded a esta pregunta y os diré después todo lo que os espera…” Pero los hombres no ven jamás la correspondencia que existe entre una cosa y otra.

      Si hoy me habéis comprendido bien, podéis reconstruir vuestro futuro. Decidíos, por fin, a vivificar a estos seres que os habitan para que puedan hacer sus trabajos. Y veréis que la vida es capaz de aportaros todo: el conocimiento, el amor, la bondad, la belleza. Hasta ahora, no lo teníais muy claro: no habíais sabido interpretar los fenómenos que se producen cada día ante vuestros ojos, y no habíais comprendido que los mismos fenómenos se producen en el dominio espiritual. Y sobre todo no habíais visto que la vida es la verdadera magia, que es ella la que os aportará la estima, el respeto y el amor de los humanos y del universo entero. Si queréis hacer magia, podéis hacerlo, pero sin pronunciar fórmulas, sin trazar círculos o hacer fumigaciones y ceremonias: concentraos solamente en mejorar vuestra vida, para volverla rica, floreciente, llena de amor, de abnegación, de pureza, y distribuidla, proyectadla por todas partes en el universo.

      La única magia en la que no hay nada que pagar, es la magia de la vida divina: no pedís nada, no hacéis nada para obtener ninguna cosa y, sin embargo, os dan. Esto es lo que Jesús quería decir: “Cuando viváis una vida divina, ya no pediréis y se os dará, ya no buscaréis y lo encontraréis todo, ya no llamaréis y os abrirán en todas partes.” He ahí el resumen de la sabiduría, la quintaesencia de la ciencia esotérica. Pensáis: “¡Pero usted nos dice lo mismo en cada conferencia!” Sí, es verdad, porque cada conferencia es la quintaesencia de la vida entera, pero presentada cada vez bajo un aspecto diferente.

      Evidentemente, habría todavía muchos puntos que aclarar, como por ejemplo la cuestión de los habitantes que hay arriba, en el cerebro, pero eso vendrá más tarde. De momento, tomad lo que os digo y no malgastéis vuestra vida. Diréis: “Pero ¿acaso no debemos trabajar para ganar dinero y tener una casa, un coche, casarnos y tener hijos?” Yo nunca he dicho esto. Digo solamente que, de la forma que hoy se hace, se sobrepasan los límites y sois destruidos. Si trabajáis para asegurar vuestra vida material y tener la posibilidad de pensar, de meditar, de amar, está muy bien. Pero ¿por qué querer tragárselo todo? Quieren una cosa, y después otra, y luego otra aún… y malgastan su vida para obtenerlas. No, hay que trabajar razonablemente consagrándolo todo a una idea divina. Toda esa gente que quiere ser multimillonario, los reyes de esto o de aquello, se ve obligada a sobrepasar ciertos límites, y entonces evidentemente pierden su salud y su equilibrio, y a menudo acaban en las clínicas o en los asilos psiquiátricos. ¡Y éstos son, sin embargo, los que el mundo entero toma como modelos!

      En cuanto a los jóvenes, tienen como modelos a las vedettes de cine o a los cabecillas, o los drogadictos, o a los anarquistas, y lo darían todo para parecerse a ellos. La prensa, el cine, el teatro, la publicidad, todo contribuye a orientarlos hacia un camino pernicioso. Se diría que todos se han confabulado para que la humanidad se pierda… ¡y ellos también, por otra parte! Los humanos galopan hacia los abismos, pero como estos abismos no se presentan inmediatamente, ni siquiera sospechan de que existan y siguen corriendo hacia ellos. Si fuese posible verlos desde lejos, podrían tomar precauciones; pero como están lejos y camuflados, corren, corren… y como ya no pueden pararse, caen. Llega un momento en el que ya es demasiado tarde, y aunque vean los abismos ya no pueden detenerse, ya no pueden recular, y se acabó. A cuántos he oído decir: “Veo el abismo abierto ante mí, ¡pero ya no puedo detenerme!”

      ¡Bienaventurados aquellos que hoy me han comprendido! Pero aunque no me hayáis comprendido, hay miles de personas en el mundo que me comprenderán porque tienen antenas y captan mis ondas. Sí, si vosotros no me comprendéis, hay otros que me comprenden y que reciben mis palabras incluso mejor que muchos de vosotros. Yo leo y oigo en el mundo algunas de mis frases, algunas de mis fórmulas… ¡Es formidable cómo las han captado!

      Sevres, 6 de abril de 1970

      III

      En la última conferencia os di un ejemplo que debería haceros reflexionar: el del jardinero. El jardinero ha plantado verduras y árboles frutales, hasta ha cavado regueros para regarlos, pero si falta el agua, las plantas se secan. Ahí tenéis el cultivo de los humanos: lo han preparado todo, no falta de nada, pero se han olvidado del agua, es decir, de la vida, de la energía; entonces todo se seca y muere. Y la diferencia precisamente entre un Iniciado y un hombre ordinario, es que el Iniciado se ocupa en primer lugar de llevar el agua porque sabe que el agua encontrará su camino.

      El ser humano posee brazos, piernas, un estómago, pulmones, un corazón, un hígado, un cerebro… Todo está ahí, no le falta nada, pero si le falta el “agua”, es decir si falta la sangre, ya se está muriendo. Pero he aquí que le dan sangre: de nuevo sus órganos se reaniman y habla, camina, gesticula. Todo el mundo sabe esto. Pero ¿por qué en el dominio de la vida psíquica, espiritual, ignoran esta verdad, la de que, en primer lugar, deben llevar el agua? Se ocupan de todo lo demás, salvo del agua, y están cansados, somnolientos, embrutecidos. Sin embargo, lo han preparado todo… Sí, lo han preparado todo pero no hay agua.

      Tomemos otro ejemplo: cada casa está equipada con una instalación eléctrica, pero si la corriente no está ahí, nada funciona.

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