¡Colombia a la vista!. Francisco Leal Quevedo
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Empezaron las sorpresas desde el primer momento, no entramos a un salón con pupitres en fila, sino que nos llevó al teatrino, un edificio evidentemente nuevo.
—Ustedes lo están estrenando. Esta será nuestra aula, mejor, nuestro centro de operaciones. Ha sido diseñada especialmente para nuestro curso.
Parecía la cabina de un avión del futuro. Habían construido una consola que a mí me pareció de nave espacial. La proyección se haría sobre una pantalla de doce módulos, que podían funcionar juntos, individuales o por segmentos. Las imágenes mostraban una nitidez absoluta. El sonido parecía brotar de mil sitios. Las sillas eran aerodinámicas, con auténticos cinturones de seguridad. Estaban dispuestas en semicírculos, en una gradería de tres niveles. Desde cualquier punto la visibilidad era perfecta. Se disponía de escenario y espacio para proyección, música y luces. Además, allí cabíamos cómodos los 25 del grupo. Todo estaba diseñado para que nos olvidáramos del mundo exterior y nos concentráramos en la inmensa pantalla.
—Muchachos, vamos a pasarla bien. Espero que a ratos superbién, mientras hacemos un viaje lleno de descubrimientos. Se trata de aprender en grande, pero de divertirnos en grande, también. No solo ustedes van a aprender, yo también espero hacerlo a diario, esta Historia nuestra es muy compleja y nadie se las sabe todas. El curso se llama “¡Colombia a la vista! I. La voz de sus objetos”. En ninguna parte existe algo similar. Es un invento mío que se hace aquí por primera vez y es posible que también sea la última que se haga.
»Si alguien nos pregunta de dónde somos, al instante respondemos que somos colombianos, obviamente. Somos inconfundibles por nuestro acento, por cierta alegría, por el amor al baile, por cierto humor, entre otras mil cosas. Pero ¿alguno de ustedes me puede responder esta pregunta?: ¿Qué es ser colombiano? Es difícil ponerlo en pocas palabras o en muchas. Durante todo el curso tendremos esa pregunta siempre presente. Iremos por partes, al final podremos responder con alguna claridad esta y otras más, como por ejemplo: ¿Tenemos algo que sea colombiano para ofrecerle al mundo? ¿Cómo se ha hecho este país? ¿Quiénes lo han hecho? Y, finalmente, tomaremos posiciones: ¿Podemos cambiar en algo nuestro país? ¿Existe algo concreto que cada uno de nosotros pueda hacer para lograr ese cambio?
»Estaremos juntos buena parte del tiempo, todas las mañanas, de lunes a sábado, durante casi cinco semanas. Nos van a unir los descubrimientos y las vivencias. Los datos que oirán, con el tiempo los olvidarán, pero les habrá quedado para siempre una mirada nueva sobre esto que integramos juntos y que se llama Colombia.
Miré a mis compañeros. La atención era total.
—Para este curso les traigo algo fuera de serie —anunció con su voz potente—. Para conocer los objetos lejanos o pasados vamos a utilizar este Túnel del Espacio y el Tiempo. En adelante lo llamaremos simplemente TET. En él visitaremos tiempos ya idos y lugares distantes. Cuando los objetos estén en la ciudad o en sus alrededores, procuraremos ir al sitio, verlos con nuestros propios ojos, percibirlos con nuestros cinco sentidos. Los sábados tendremos una actividad diferente, de la que no les cuento detalles por ahora para no dañarles la sorpresa.
4
¡Colombia a la vista!
«§»
—Hoy vamos a viajar en el TET, subamos a bordo. Ahora tomen asiento y abróchense los cinturones.
Cada silla tenía dispuesto uno, los 25 clics de cierre sonaron al tiempo.
Luego se apagaron lentamente las últimas luces, quedamos en penumbra y en silencio. Una nube de gas carbónico fue invadiendo la cabina.
—La nave ya está carreteando sobre la pista.
—Pongo en los comandos las coordenadas geográficas de nuestro destino: latitud: 4° 0’ 0’’ N, longitud: 72° 0’ 0’’ O. ¿Las recuerdan? 4-72. No es solo un código postal para cartas y paquetes, es la dirección de Colombia para alguien que viene del espacio.
El teatrino se llenó totalmente de gas, sentí que nos metíamos en una nube cósmica, en el vórtice de un remolino espacial. El gas carbónico me dio tos, pero luego me calmé.
—Estamos llegando a nuestro objetivo: ese planeta azul que se ve a lo lejos. Ahora buscamos un país en una esquina, en el centro del mapa, en una posición geográfica privilegiada, con dos mares, tres cordilleras y casi en el centro una inmensa sabana. ¡Colombia a la vista! Vamos a viajar por su accidentada geografía y su interesante historia.
En ese momento comenzó la vertiginosa proyección sobre los doce módulos. Las imágenes se sucedían una tras otra. Cada fotografía era más impresionante que la anterior. Mares, cordilleras, aves, mariposas. Estadios llenos. Las fiestas populares con sus exóticos personajes y sus disfraces. Silleteros llevando a sus espaldas inmensos adornos florales. La alegría contagiosa de un carnaval. Acordeones, marimbas, tiples, cajas, maracas. Gente recogiendo café. Ríos desbordados, candidatas a un reinado desfilando sobre balleneras. Soldados camuflados en la selva, atletas corriendo, ciclistas dominando empinadas cuestas. Rostros de muchas etnias, sonrisas de muchas formas, algunas lágrimas furtivas. Plazas de mercado, restaurantes de barrio, niños en parques.
—Verán que así es este país: colorido, alegre, solidario, lleno de aromas, musical. Pero también lleno de contrastes, desigual, amable y violento a la vez, lleno de entusiasmos, con muchos peligros, pero siempre en crecimiento.
Confieso que en los salones a oscuras siempre me gusta observar a los demás, espío sus movimientos cuando están absortos en un espectáculo y no saben que los miro. Creo que en esos momentos el alma se les ve en los ojos. Mis compañeros, sin excepción, estaban concentrados en la pantalla, como hipnotizados.
—Nuestro país es múltiple y diverso, en él coexisten al menos 87 etnias diferentes que hablan 67 lenguas distintas, en un poco más de un millón de km2. Su geografía es amplia y variada, y presenta megadiversidad biológica, con grandes recursos de flora y fauna, en especial de mariposas, pájaros y ranas. Pero esa espléndida naturaleza está pidiendo auxilio, se está deteriorando aceleradamente.
»La población, de cerca de 45 millones de habitantes, se ubica en diversas regiones que muestran enormes diferencias en la forma de vestir, de hablar, de cantar, de comer. El país se divide en 32 departamentos y un distrito capital. Posee 1122 municipios. Cada región tiene su cultura propia, con una distinta manera de gozar, soñar y vivir.
»Existen muchas maneras de conocer un país. En especial este que es tan complejo. Uno puede meterse en la vida de los personajes ilustres, o elaborar listas de presidentes y de guerras, o analizar las estadísticas y las cifras especiales, o estudiar en detalle los accidentes geográficos de este rico suelo. Todas esas vías nos muestran aspectos importantes, pero parciales del país.
»Vamos a hacer todo esto a la vez, de una manera diferente, como aún no se ha hecho. Los invito a recorrer Colombia por medio de unos cuantos objetos que son parte de la tradición y las costumbres de algunas de las regiones de este territorio. Veremos de dónde surgieron, quiénes los crearon, qué propósito cumplían y por qué se han conservado. Comprobaremos que las manos y las mentes de los colombianos son muy creativas. Que la historia la escriben grandes personas… y pequeñas