La experiencia del tiempo. Ricardo Gibu Shimabukuro
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LA EXPERIENCIA DEL TIEMPO
Esta obra viene a ofrecernos un amplio y sugerente estudio de la temporalidad desde una perspectiva fenomenológica, a través de los análisis de Husserl sobre la pluralidad de niveles temporales implicados en la experiencia de la finitud, la muerte, el sueño y la vigilia; pasando por la apropiación y reinterpretación del tiempo en Heidegger y Levinas, y por un eventual diálogo de la fenomenología con otros autores de la tradición filosófica que ofrecieron líneas de reflexión sugerentes sobre esta problemática (Aristóteles, Spinoza y Marx). Temáticamente hablando, nos abre un abanico rico de lecturas, interpretaciones y conexiones del tiempo con el olvido, el recuerdo, el nacimiento, la añoranza, el trabajo y la amistad, lo que nos permite volver a poner en cuestión la clásica oposición entre el incesante fluir del tiempo y la inmutable eternidad. La fenomenología nos enseña que el tiempo es la fuente de cualquier permanencia, que lo invariable solo es posible en tanto fluyente y viviente, es decir, como un incesante transcurrir que es vivenciado por alguien concreto y cuya permanencia, por más paradójico que parezca, está garantizada por su continuo pasar.
Ricardo Gibu Shimabukuro es doctor en Filosofía por la Pontificia Università Lateranense de Roma. En la actualidad se desempeña como profesor de tiempo completo de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), donde también es secretario de investigación de la Facultad de Filosofía y Letras. Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores de México (nivel II). Es autor de Unicidad y relacionalidad de la persona: la antropología de Romano Guardini (2008), Proximidad y subjetividad: la antropología filosófica de Emmanuel Levinas (2010), coordinador junto con Ángel Xolocotzi de los libros Imagen y sentido: reflexiones fenomenológicas y hermenéuticas (2016), Temple de ánimo: consideraciones heideggerianas sobre la afectividad (2016), Ser y Tiempo de Heidegger, en perspectiva (2019).
Ángel Xolocotzi Yáñez es doctor en Filosofía por la Albert-Ludwigs-Universität de Friburgo, Alemania. Actualmente es profesor de tiempo completo de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP). Ha sido becario del KAAD, DAAD, Alexander von Humboldt-Stiftung (Alemania), O’Gorman Grant (Columbia University) y del programa de estancia de doctores y tecnólogos (Universidad Complutense de Madrid-Grupo Santander). Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores de México (nivel III) y participa en múltiples comités científicos como el del Heidegger-Jahrbuch. Actualmente es presidente de la Sociedad Iberoamericana de Estudios Heideggerianos (SIEH). Tiene en su haber más de cien conferencias y ponencias, tres traducciones de Heidegger, así como once libros coordinados y otros diez de su autoría. Actualmente funge como director de la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP.
RICARDO GIBU SHIMABUKURO
ÁNGEL XOLOCOTZI YÁÑEZ
coordinadores
LA EXPERIENCIA DEL TIEMPO
APORTES FENOMENOLÓGICOS SOBRE LA TEMPORALIDAD
En memoria de Silvia Durán Payán (1947-2018)
El tiempo es un título que recubre un conjunto de problemas totalmente delimitados y una esfera de extraordinaria dificultad. Se mostrará que lo que hemos expuesto hasta aquí ha encubierto toda una dimensión de la conciencia que fue necesario encubrir para evitar cualquier confusión y para proteger lo que por lo pronto es visible únicamente en la actitud fenomenológica.
Edmund Husserl, Ideas I
Presentación
Ricardo Gibu Shimabukuro y Ángel Xolocotzi Yáñez
Un famoso pasaje del libro III de las Helénicas de Jenofonte (2000: 92) refiere al tiempo como alethestaton, como “el más veraz”. Efectivamente, el tiempo desoculta, saca a la luz aquello que permanecía oculto. Séneca retomará ese punto al destacar el carácter descubridor o verdadero del tiempo. Sin embargo, relacionar el tiempo con la verdad no ha sido asunto sencillo en la tradición filosófica posterior. Por un lado, el tiempo fue colocado como aquello caracterizado por el fluir constante, mientras que la verdad estaba determinada no solo por su permanencia, sino por su unidad. ¿De qué manera podría atribuírsele al tiempo algo que le es completamente ajeno como la verdad? ¿Cómo puede siquiera pensarse que lo que más se escapa podría ser lo más verdadero?
Quizá en esto se anuncie aquello que posteriormente San Agustín (1979: 478-479) expresará en su tematización sobre el tiempo: si no nos preguntan, lo sabemos; pero, si nos preguntan, no sabemos qué responder. En efecto, en la vida cotidiana podemos apreciar la cercanía del tiempo con la verdad en una comprensión prefilosófica y pretemática, por ejemplo, cuando exclamamos que “las cosas por su peso caen” o que “el tiempo lo dirá todo”. Empero, la tradición filosófica desde Platón asumió ciertos parámetros que marcaron un abismo no solo entre la determinación de los conceptos filosóficos, sino también entre las diversas formas de aprensión de los fenómenos.
A pesar de la vasta tradición filosófica que encontramos a finales del siglo XIX, surge la posibilidad de una revisión del filosofar mismo ya no sobre la base de los diversos contenidos heredados, sino en la forma misma de hacer filosofía. Sabemos que esta revisión será determinante para la filosofía posterior y estará abanderada inicialmente por Edmund Husserl y posteriormente por Martin Heidegger. A pesar de las diferencias entre ambos pensadores, podemos sostener aquello que alguna vez confesó Husserl a Doron Cairns (1976: 9): “la fenomenología somos Heidegger y yo”. Lo planteado por ambos filósofos determinará, como sabemos, el ritmo de gran parte de la filosofía posterior.
La autocrítica filosófica llevada a cabo por la fenomenología posibilitó volver a ver aquellas relaciones abismales entre el fenómeno del tiempo y el fenómeno de la verdad –entre muchos otros–, y pensarlas sobre la base de una idea de experiencia de forma renovada. Un primer elemento para ello consistía en tomar como punto de partida la aprehensión del mundo en la vida a partir de la multiplicidad de modos de aparición. De esa forma, aquello que la vida prefilosófica ha mencionado y divulgado no es una cuestión insignificante, sino algo digno de ser pensado más allá de los esquemas metafísicos heredados. Tal ejercicio ha permitido refrescar el trabajo filosófico y abrir espacios de diálogo no solo con las ciencias y artes, sino con aquello experienciado de forma cotidiana no temática.
De esa forma, la cuestión del tiempo ha cobrado otro cariz al ser pensado no solo respecto de la verdad, sino en torno a asuntos que la tradición metafísica consideraba “inadecuados”. En este sentido, la presente publicación busca contribuir en diversas formas a la resignificación del fenómeno del tiempo a partir, por un lado, de diversos análisis sobre la base de lo trabajado tanto por Husserl como por Heidegger y, por otro lado, establecer puentes con otros fenómenos poco desplegados hasta el momento. Se trata, pues, de dos niveles de exposición que se entrelazan en las contribuciones del presente volumen.
El despliegue del tiempo a partir de fenómenos como la finitud, la muerte, la continuidad, la duración o la generación quizá no resulte enigmático para el lector. Tampoco podrán sorprender los capítulos que aborden la cuestión del tiempo respecto de la añoranza o el olvido, pero podría causar sorpresa el hecho de que el tiempo sea pensado en relación con el trabajo, la locura, la afectividad o la amistad, así como con la verdad, a lo cual hicimos referencia de entrada. La diversidad expositiva busca abrir horizontes no solo en torno a las temáticas, sino también por lo que se refiere a los autores de la propia tradición filosófica. De manera que el lector accederá a puntos de encuentro entre autores propios de la fenomenología y filósofos consagrados por la tradición como Spinoza, Marx o Bergson.
La propuesta para congregar las investigaciones que aquí se exponen ha sido guiada