Dos regalos maravillosos. Cristián Sahli Lecaros

      V. LA SOLEDAD

      LA SOLEDAD ES LA CARENCIA voluntaria o involuntaria de compañía.

      Hay un aislamiento momentáneo que se busca, por ejemplo, para estudiar con profundidad, sacar adelante una tarea determinada o desarrollar un pasatiempo. En este caso, nos separamos de otros solo temporalmente y para alcanzar un fin bueno y necesario.

      Existe también el aislamiento de la persona que no ama, que busca su propio interés, pensando que es lo bueno para ella. Pero esa bondad es solo una apariencia que oculta el egoísmo de vivir para sí mismo. El resultado de esa falta de generosidad —que es compatible con vivir rodeado de muchas personas—, es acabar confinado en el propio interés y malograr el sentido de la propia existencia.

      El fruto de un amor falso, que pretende solo beneficios personales sin comprometerse y entregarse, es la soledad. Es el caso de quienes siempre han querido recibir, evitando dar de lo suyo. Es posible que en la juventud, gracias a la vitalidad de esa etapa de la vida, no se experimente más que placer y diversión, pasarlo bien. Sin embargo, pronto se comienza a notar un vacío interior, casi imperceptible al principio, pero cada vez mayor a medida que pasan los años.

      Si no se desarrolla la disposición de amar en la juventud, con un amor orientado a la donación y al sacrificio, es muy probable que la vida adulta sea un periodo de soledad. Aunque ese chico o esa chica haya conocido a muchas personas con las que compartió momentos placenteros, no habrá llegado a una comunión de amor con ninguna de ellas: le faltará el apoyo a la propia intimidad que ofrece el verdadero amor.

      Lo importante para todo ser humano es recordar que fuimos diseñados para amar. Más allá de las dificultades y sufrimientos que encontremos en la existencia, lo importante es entregarse con generosidad y vivir amando y al amparo de un amor.