Historia de un perro llamado Leal. Luis Sepulveda
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– ¿Y los piñones, chedki? – preguntaba –. ¿Me enseñarás también cómo conseguir que caigan los piñones?
Wenchulaf siempre tenía una respuesta y explicaba que, para disfrutar de los piñones, hay que esperar a que antü, el sol, se canse de brillar tanto en el cielo y el ngünemapu le ordene reposar.
[38]– Será en marzo o abril, en el ngülliw küyen, el mes de los piñones y décimo mes del año mapuche, cuando las altas araucarias prodiguen el regalo de sus sabrosos frutos. Pero hay que tener paciencia, pichiche – decía Wenchulaf –. ¿Te he contado que en el comienzo de la vida las araucarias daban frutos durante todo el año? Pero eran frutos sin sabor y secos. Entonces el ngünemapu habló con las araucarias y les aconsejó ser pacientes, muy pacientes, y por eso las altas araucarias dan frutos solamente cuando alcanzan la edad de un hombre viejo. Tú, Afmau y yo haremos un viaje hasta las tierras de nuestros peñi, de nuestros hermanos los pewenche, la Gente del Pewen, que es el nombre que ngünemapu ha dado a la araucaria, y ellos nos contarán más historias del gran árbol, de sus frutos y de las tierras al pie de la cordillera.
Más allá del acogedor calor de la ruka caía la lluvia buena del sur del mundo, que se helaba cubriendo el suelo con un espejo de escarcha; o la nieve lo tapaba todo con un manto que invitaba a seguir escuchando al viejo junto al fuego.
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