Entre en… los poderes de la parapsicología. Laura Tuan

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Entre en… los poderes de la parapsicología - Laura Tuan

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de fluidos entre magnetizador y sujeto, que era la causa de las misteriosas manifestaciones que se verificaban durante el experimento. Lo paranormal en la hipnosis se convirtió en aquella época en un juego de salón; una serie de experimentadores, médiums y sensitivos se sucedían en escena para producir los más asombrosos efectos. Entonces se creía que el fluido era emanado, sobre todo, por los dedos y que, a través de estos, también podía ser captado.

      Los neutrones

      Algunos autores consideran que los contenidos psíquicos están constituidos por pequeñísimas partículas atómicas, neutrones o isótopos radiactivos de potasio, contenidos en los componentes del cuerpo humano. Su migración permitiría la manifestación del fenómeno perceptivo extrasensorial, visto como contacto y combinación de tales micropartículas con las de otros seres.

      Las ondas

      La teoría de las ondas cerebrales como ondas eléctricas o electromagnéticas propagables de un cerebro a otro tuvo gran predicamento durante largo tiempo hasta que Vasíliev demostró en el laboratorio su falta de fundamento. Sin embargo, permanece abierta la hipótesis de otro tipo de ondas, quizá biomagnéticas, todavía desconocidas.

      La teoría de la relatividad

      La voluntad sería capaz de actuar a nivel vibratorio: dilataría el tiempo y comprimiría, en consecuencia, el espacio. El sensitivo sería capaz de proyectarse en el futuro o de retroceder en el pasado.

      Los objetos superlumínicos

      Se plantea la hipótesis de la existencia de objetos superlumínicos, dotados de una velocidad superior a la de la luz (300 000 km/s).

      Al moverse a tal velocidad, la materia llega así a subvertir la concatenación causa-efecto e invalida la función del tiempo. Según esta hipótesis, la acción de coger con la mano el lápiz no sería previa al acto de escribir, sino que sería casi simultánea o consecuente.

Las teorías ocultistas

      El akasa

      El jainismo, antigua religión india contemporánea del budismo, definió con el término akasa uno de los cinco elementos cósmicos: el éter.

      El akasa es el archivo, el espacio psíquico en el cual son fijadas las huellas de todo lo que ha sido, lo que es y lo que será. Una inmensa memoria del universo, de la cual el sensitivo obtendría informaciones a través de visiones, y a la cual se llegaría directamente a través de una exteriorización del cuerpo sutil.

      Las entidades

      El cuerpo físico del sensitivo que, en cuanto ser viviente, está imposibilitado de alcanzar los planos superiores del ser, sería manejado, en determinadas condiciones, por entidades desencarnadas.

      Relegada a un lado la conciencia del sujeto, estas entidades controlarían el cuerpo y la mente de aquel sirviéndose del mismo para comunicar lo que perciben directamente. También podrían, sin llegar a la corporeidad, comunicarse con el ser viviente mediante otras técnicas: telepatía, escritura automática, ouija, tiptología…, todas muy conocidas en los ambientes espiritistas.

      Los extraterrestres

      Se trata de las mismas hipótesis, pero aplicadas tanto a seres desencarnados como a los provenientes de otros planetas. Dotados de mayor inteligencia y con un nivel espiritual superior al del hombre, serían capaces de conocer y de comunicar cosas desconocidas para la humanidad, porque transcenderían el tiempo y el espacio. Según una fascinante hipótesis, habrían sido justamente los extraterrestres los encargados de enseñar a los primeros hombres los conocimientos arcanos que luego se perdieron y de los cuales no quedan actualmente más que leves trazos.

      La sincronicidad

      Acuñado por el psicólogo suizo C. G. Jung, el vocablo sincronicidad (del griego syn-kronos, «simultáneo») se utiliza en parapsicología para indicar la relación significativa entre hechos aparentemente desprovistos de cualquier vinculación directa. Lo semejante, afirma una de las primeras leyes mágicas, atrae a lo semejante. Todos los ocultistas conocen la leyenda de las Tablas de Esmeralda halladas en Egipto, según se dice, y transmitidas a los hombres por un ser mítico: el Hermes de los griegos, provisto del caduceo, o el dios Toth de los egipcios, divinidad de los escribas y de los misterios. En ellas está escrito: «Todo es espíritu, el universo es lo mental. Aquello que está encima es como lo que está debajo. Nada reposa, todo se mueve, todo vibra. Todo es doble. Cada cosa posee dos polos, todo tiene dos extremos, lo semejante y lo diferente poseen el mismo significado. Los polos opuestos tienen una naturaleza idéntica, pero en diferentes grados: los extremos se tocan.

      «Todas las verdades no son más que una; todas las paradojas pueden conciliarse. Todo transcurre desde dentro y desde fuera; cada cosa tiene su propia duración; todo se transforma, y luego degenera. La oscilación del péndulo se manifiesta en todas las cosas. La amplitud de su oscilación a la derecha es similar a la medida de su oscilación a la izquierda. El ritmo es constante. Todo tiene su efecto, que está determinado por una causa. Todas las cosas suceden conforme a la ley. La suerte no es más que un nombre dado a la ley mal entendida. Existen numerosos aspectos de la casualidad, pero ninguno se escapa de la ley.

      «Existe un género en todas las cosas; cada una posee unos elementos propios masculinos y femeninos. El género se manifiesta en todos los planos. Existe una correspondencia entre el elemento sólido y concreto, y el sutil».

      En estas breves líneas están reunidas las semillas, los gérmenes sobre los cuales se fundan las implicaciones teóricas de tantas culturas esotéricas diferentes. Está en ellas el devenir cíclico del taoísmo chino, de la alternancia entre el ying y el yang; el mecanicismo de las leyes de causa y efecto, y el karma hindú. Está el mundo platónico de las ideas, el eterno devenir de Heráclito y toda la doctrina de las correspondencias cósmicas, la estructura básica del ocultismo occidental.

      Los contenidos afectivos comunes a todos los hombres actúan más allá de los confines individuales del mundo interior. Y cuando nuestra mente llega a encontrarse en una situación de este tipo y activa elementos emotivos muy cargados, iguales para todos los seres humanos porque pertenecen al inconsciente colectivo, se logra, según esta teoría, ponerse en comunicación con otras mentes y trascender las dimensiones humanas del espacio y el tiempo.

      Las funciones cerebrales

      El sistema cerebroespinal preside todas las funciones de la vida de relación. Está constituido por nervios periféricos y por el sistema nervioso central, que comprende el encéfalo, situado en la caja craneal, y la médula espinal, ambos protegidos por las meninges.

      Microscópicamente, el cerebro lo forman de más de catorce millones de células nerviosas o neuronas vinculadas entre sí por uniones llamadas sinapsis.

      • El cerebro anterior es la parte más voluminosa del cerebro; consta de dos hemisferios cerebrales, separados por la cesura longitudinal, y cubre la parte superior el diencéfalo. Los hemisferios no aparecen perfectamente simétricos entre sí: algunas veces puede suceder que el izquierdo pese algo más que el derecho. Su superficie presenta un gran número de relieves, llamados circunvoluciones, separadas por surcos. Los hemisferios están constituidos por una porción periférica de sustancia gris, llamada corteza, y por una masa interna blanca, llamada sustancia blanca central. La corteza, rica en células nerviosas, no se interrumpe nunca en toda la capa cerebral. La sustancia blanca interior se compone de fibras mielínicas y de la llamada neuroglia.

      La epífisis, o glándula pineal,

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