(des)atadas. Ana G. Borreguero

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(des)atadas - Ana G. Borreguero

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      Quisiera atar como cosiendo, a puntadas regulares, siguiendo el hilo. Pero apenas agarro las cuerdas,

      me atropello de silencio.

      Siempre ato la distancia. Siempre ato cuerpo a cuerpo.

      Pilar Aldea, Cuerdas Poéticas

      Introducción: cuerdas, comunicación, placer y BDSM

      Existen multitud de imágenes, contextos y prácticas que nos erotizan, probablemente te hayas decidido a ojear este libro porque te pica la curiosidad o porque ya te ha picado y necesitas un poco de información sobre bondage y ataduras eróticas.

      Breve introducción a los orígenes del bondage

      Podemos encontrar antecedentes de las ataduras eróticas en las artes marciales que, como el hojojutsu (desarrollado en Japón en el siglo XVI), fue una práctica que consistía en inmovilizar al oponente atándole, haciéndole prisionero. Asimismo, el arte de inmovilizar a un oponente usando una cuerda fue una de las 18 habilidades aprendidas por los guerreros japoneses, usada en el periodo Edo (siglos XVII-XIX). Algunas ataduras, por presionar sobre puntos vitales y restringir la respiración, fueron empleadas como castigo y tortura. Dependiendo de a qué clase social pertenecía el prisionero o el delito que hubiera cometido era presentado para ser juzgado con una atadura diferente cargada de simbolismo.

      La transformación de lo que fue un arma de guerra en un instrumento erótico ha sido un proceso no exento de derivas y diferentes corrientes que se mezclan en este largo camino.

      En el siglo XIX, Ito Seiyu, considerado el «padre del kinbaku», la acción de «atar fuerte», partió de estas ataduras que se efectuaban sobre el cuerpo de los prisioneros y las adaptó a sus prácticas eróticas, transformándolas en un elemento de placer. Influido también por el género artístico pictórico japonés denominado shunga, en el que la temática principal es la representación sexual, tomaba fotografías de su esposa atada que le servían de referencia e inspiración para sus grabados.

      Kinbaku y shibari son dos términos que se emplean para designar la práctica japonesa de la atadura. Shibari literalmente se puede traducir como atadura o atado, kinbaku hace referencia al arte de atar, a la acción misma.

      En occidente, estas y otras prácticas se tomaron como referentes para dar lugar a lo que se conoce como bondage (realización de ataduras), que está basado en la restricción corporal de la persona. Esta práctica puede realizarse a través de distintos materiales (cintas adhesivas, grilletes, telas, etc.). No obstante, en este libro vamos a ocuparnos exclusivamente de las cuerdas.

      Cuerdas, comunicación y placer

      Existen tantas maneras y formas de excitación como personas en el mundo, independientemente de qué prácticas sexuales llevemos o no a cabo y con quién o con quiénes las practiquemos. Cada persona, desde nuestro contexto específico, desarrollamos nuestro propio mapa de deseos, nuestro propio imaginario erótico y de placer que irá cambiando, matizándose, reestructurándose, repensándose, decreciendo, incorporando, dado que no es estático.

      La comunicación y el placer son la base. En la comunicación, compartimos información construyendo significados creativos, todo comunica, es un intercambio en el que experimentamos un flujo de transmisión y recepción. ¿Qué sensaciones tenemos? ¿Qué emociones atraviesan nuestros cuerpos? Sentimos placer cuando nos permitimos satisfacer nuestras necesidades plenamente: al comunicarnos, al entrar en contacto con algo o alguien que elegimos, al estirarnos, cuando comemos, compartimos, cuando fantaseamos, imaginamos y recordamos… y cuando transgredimos. Ese es el placer que obtenemos fuera del constructo normativo. Nos erotizamos de forma diversa y, en ese sentido, caben multitud de modelos en cuanto a forma de expresión, géneros, belleza, prácticas, ya sean habituales, insólitas, manidas, disidentes…

      Formamos parte y manejamos un sistema simbólico de extrema complejidad. La sociedad también construye la definición de los cuerpos para que cumplan determinados objetivos, y si no eres el cuerpo que la sociedad necesita simplemente estás fuera. ¿Y si nos atamos?

      Este libro trata sobre cuerdas, sobre atarse los cuerpos. Las cuerdas son para todos los cuerpos, para poder comunicarnos en el placer provenga de donde provenga, usando cuerda, actitud y cuerpo como hilos conductores y elaborando un código propio construido con nuestros gustos y límites. Pretende ser una herramienta para empoderarte y que flirtees contigo misma descubriendo lo que te pone del asunto: atar o ser atada o ambas cosas, ¿por qué no?

      BDSM: poder y control

      ¿Qué es el BDSM? Quizás nos vengan a la cabeza imágenes de una dominatrix vestida de cuero azotando a un ejecutivo en ropa interior. Sí, eso es BDSM, pero esta etiqueta no refiere únicamente aeste tipo de prácticas, no tiene que ver con la ropa que usemos o con que empleemos látigos o cuerdas para atarnos. Las prácticas BDSM son consensuadas y en ellas se juega con el poder, se cede y/o se toma el poder de otra persona.

      El intercambio de poder que se produce en este tipo de prácticas (que, como veremos, no se reducen solo al sexo genital) genera una gran cantidad de energía que a muchas personas les resulta excitante. Se juega eróticamente con nuestra parte personal que desea escenificar y excitarse con la humillación, por ejemplo, consensuando la práctica del deseo.

      ¿Si me gusta que me aten o jugar a que me secuestren es que quiero que me hagan daño en la realidad? No, en absoluto, hay una frontera clara, que debe permanecer así, nítida y definida, entre nuestras fantasías, que nos erotizan, y lo que queremos que ocurra o queramos hacer, podemos fantasear con la indefensión y no ser abusadoras en potencia ni querer sufrir ninguna clase de abuso.

      En el BDSM, adultas conscientes que han negociado sus roles de manera libre juegan con todo tipo de fantasías para excitarse, para conocerse, para experimentar, para vivir emociones intensas. En ausencia de pactos consensuados no existe el BDSM. No debemos sentirnos culpables por desear práctica alguna mientras nos respetemos y respetemos a nuestra(s) compañera(s) de juego. Simplemente significa que nos sentimos atraídas y nos erotizan imágenes y situaciones que se salen de la norma. Atar a alguien o sentirnos atadas, por ejemplo, disfrutar de las distintas sensaciones que nos produce la tensión de la cuerda en diferentes zonas de nuestro cuerpo.

      En nuestra cotidianidad podemos percibir cómo hay personas que ejercen poder sobre otras y las controlan. El BDSM hace evidente esta interacción y de forma consciente se acuerda practicarla llevándola al terreno del erotismo, de esta manera segura podemos jugar con el poder y el control, dado que ya lo hemos transformado en una decisión.

      En este libro exploraremos cómo dentro de los juegos de cuerdas podemos materializar prácticas en las que cedemos o tomamos el control, con las cuerdas como vehículo, de forma segura, tanto física como psicológicamente, veremos cómo llegar a acuerdos, establecer nuestros propios límites y respetar los de las otras personas. El conocimiento sobre bondage que vamos a tratar de transmitir es una propuesta de interacción, una propuesta de un nuevo estado corporal que abre puertas a multitud de sensaciones y emociones, que catapulta un espectro amplio de respuestas: recogimiento, agitación, rebeldía…

      Algunos puntos a revisar y tener en cuenta:

      Diferencia entre abandono y entrega

      Desde el punto de vista de la bottom, la persona que cede el poder, podemos distinguir entre entregarse y abandonarse: en la entrega se mantiene la voluntad activa y se decide en cada instante (se decide el darse a la otra persona), en el abandono hay un acto de entrega único y sin retorno, en el que la atada se abandona simplemente a

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