Leyden Ltd.. Luis Sagasti

Чтение книги онлайн.

Читать онлайн книгу Leyden Ltd. - Luis Sagasti страница 4

Автор:
Серия:
Издательство:
Leyden Ltd. - Luis Sagasti

Скачать книгу

      Soy el que se ha perdido, soy el que vos temés.

      Soy el que fue al espacio o se quedó donde estaba

      o no existió desde un principio.

      30 “El silencio eterno de los espacios infinitos me espanta”.

      31 Tolstoi quiso ser sepultado en Yasnaia Poliana donde él y sus hermanos habían enterrado una varita mágica con extrañas inscripciones que, de acuerdo a su imaginación, daban cuenta de una fórmula prodigiosa.

      32 No le falta razón: desde cierto punto de vista, nada es simultáneo.

      33 Ninguno de los astronautas que pisó la luna volvió muy sano. Alan Bean, la cuarta persona en hacerlo, se dedicó a pintar, hasta su muerte en 2018, escenas de astronautas sobre la superficie lunar; James Irwin, del Apolo XV, organizó expediciones al monte Ararat en busca del Arca de Noé.

      34 “Decidí dejar de trabajar con la linterna en la oscuridad. Levanté el visor de mi casco y comencé a buscar constelaciones. Mirando hacia el espacio quedé impresionado con la oscuridad. Sentí mi piel apretada en mi espalda y mi pelo erizado en mi cuello. Me acordé de un pasaje de la Biblia que habla sobre el ‘horror de la gran oscuridad’”. William Pogue, el piloto del Skylab 4, 1973.

      35 “Dios mío, ¡está lleno de estrellas!”. Dave Bowman, en 2001. Odisea del espacio.

      36 Le dejaron un globo terráqueo en una vitrina y luego se confabularon todos para decirle que siempre había estado allí.

      37 Le asombraba que el arroyo de su pueblo siguiera su cauce cuando ya era de noche.

      38 En todos los patios hay un tesoro enterrado, escribió. Es imposible que no haya uno. Por eso si no se encuentra, hay que cavar para dejar uno para los próximos habitantes de la casa. Además “es una buena forma de entrar al sueño: saber que allí fuera en el jardín hay un tesoro aguardando”.

      39 Cuando tenía nueve años, Leonard Cohen tomó una corbata de su padre, le hizo un tajo y guardó allí una nota que le había escrito. Fue al patio en medio de la nieve y la enterró en silencio. Con el tiempo olvidó lo que había escrito y en qué lugar la había enterrado. “Estuve cavando en el jardín durante años”.

      40 “Tal vez sea lo único que hago, buscar esa nota”, dijo en su discurso de aceptación del premio Príncipe de Asturias.

      41 La seriedad con que su amigo le había asegurado que no le tenía miedo a la oscuridad lo llenó de temor.

      42 Como con la homogeneidad de la lluvia: veía más lógico que al mismo tiempo que caían gotas lloviera también chorros de agua o baldazos sin solución de continuidad.

      43 De acuerdo con lo que creía su madre, hay una hora, unos pocos minutos en realidad, en mitad de la noche, donde los dos mundos se encuentran más cerca. Ese pequeño lapso es distinto para todos.

      44 Su mujer había vuelto sorpresivamente de Edimburgo. Antes de abrir la puerta de la casa escuchó nítidamente el fraseo de un saxo. Entró creyendo que su marido estaba escuchando uno de sus discos de jazz, aunque la presencia tan clara del instrumento le llamaba la atención, como si hubiera comprado un equipo de música nuevo. La crisis no había pasado y no estaban para lujos. Cuando entró al living su mala cara se transfiguró. Era su marido quien tocaba maravillosamente. Nunca, en más de veintidós años juntos, le había dicho que sabía tocar, y además de ese modo. Nunca había tomado el saxo que dormía en un estuche perdido en el altillo.

      45 Ni Buda ni Cristo conocieron el mar.

      46 Sobre experiencias de absoluto durante el embarazo.

      47 Su padre nunca quiso hablar de la guerra, aun cuando solo estuvo cumpliendo servicio en la retaguardia. Una sola vez dijo en la mesa y a título de nada: “Ustedes no saben lo que es un fusilamiento, no saben”, recuerda Wilkes.

      48 Se iba a llamar Lester, como su abuelo, pero como al nacer los médicos no le aseguraban más de dos meses de vida, decidieron bautizarlo George.

      49 “Cuando cumplí diez años nos despertaron muy temprano y nos dijeron que nos cambiáramos, que nos íbamos a Londres. Siempre habíamos soñado con ese viaje. Tanto para mí como para Roger Londres era solo una serie de fotos en blanco y negro. Estábamos en el cielo, enmudecidos. La noticia fue una abrupta sorpresa. Años después, me di cuenta de que nos habían robado lo mejor del viaje: la posibilidad de soñarlo, el deseo, lo previo, la planificación exagerada. Sencillamente no querían que nuestra ansiedad los perturbara. El olorcito de la garrapiñada haciéndose jamás es superado por la garrapiñada misma. Pero lo de Hyde Park, eso nunca se los pude perdonar” (Diario, mayo de 1974).

      50 La madre recortaba avisos fúnebres de familiares y conocidos. Llegó a juntar más de treinta cuadernos.

      51 Eton es el colegio más elitista del mundo. Fundado en 1440, solo dos escritores egresaron de allí (George Orwell y Ian Fleming) y ningún músico ni artista influyente. Igualmente no hay constancia de que sus padres hayan postulado a Wilkes para una de las becas que la institución ofrece anualmente.

      52 Puede tratarse de una elegante excusa.

      53 Entre 1945 y 1998 se detonaron dos mil cincuenta y tres bombas atómicas, a razón de una cada diez días. Cerca de mil cien fueron detonadas por Estados Unidos. Las explosiones en el desierto de Nevada eran visibles desde la ciudad de Las Vegas, que aprovechó la situación para promocionar el turismo en la década del cincuenta.

      54 Fue la más grande explosión atómica de la historia. El hecho sucedió en la isla de Nueva Zembla en 1961. Debe su nombre a la gran campana del zar, la más grande del mundo (fabricada durante dos años desde 1735, tenía seis metros de altura, más de doscientas toneladas y nunca llegó a sonar).

      55 Lee Merlin fue la más famosa de las Miss Atomic Bomb. Fue elegida en 1957; dos años después se perdió su rastro y nunca más se supo de ella.

      56 La actriz Dorothy Gibson, al mes del hundimiento, protagoniza Saved from the Titanic donde se interpreta a sí misma (de hecho ella fue uno de los primeros pasajeros en tomar un bote salvavidas). Una vez estrenada la película abandonó el cine para siempre.

      57 “Llegué a casa. Gracias por estos días maravillosos, amor”, escribió antes de matarse.

      58 Ni Robinson ni Pryce dijeron saber nada al respecto.

      59 Una de las bolitas con que jugaba su amigo era como de porcelana y tenía un círculo celeste apagado. A Wilkes le resultaba bellísima. “Es un ojo de vidrio de mi abuelo. Él me lo presta”, le dijo un día.

      60 “Dios es un genio”.

      61 La canción “Ironing Linens” revela la monstruosa normalidad de la familia de Jude, el hijo de una pareja amiga de sus padres, siempre

Скачать книгу