Obras Completas - Edward Bach. Edward Bach

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terapéutico importante a la materia médica de nuestra ciencia.

      Las ventajas de la administración oral de las vacunas son tan evidentes que cualquier avance en esta dirección naturalmente debe ser bien recibido por los médicos y otros profesionales de la salud. En primer lugar, uno de los grandes inconvenientes de las inyecciones es la necesidad de usar un antiséptico, una sustancia que todos desearíamos evitar introducir en los tejidos. En segundo lugar, muchísimos pacientes tienen un claro antagonismo hacia las inyecciones y, por lo tanto, no pueden disfrutar de los beneficios de esta forma de tratamiento; sin embargo, no suelen tener ninguna objeción cuando el preparado se administra oralmente. En tercer lugar, el dolor y la hinchazón de la reacción local se evitan por completo y, en la mayoría de casos, la reacción general es notablemente menor, algo de considerable importancia para las personas con poca vitalidad o de edad avanzada. En cuarto lugar, el peligro de sepsis o de infección accidental, si bien es poco frecuente, se elimina por completo. En quinto lugar, estos preparados son mucho menos costosos y su utilización se puede extender a personas que no pueden permitirse el costo de una vacuna hipodérmica autógena.

      Hasta el momento, aunque se ha llevado a cabo trabajos sobre las enfermedades agudas con resultados prometedores, la atención se centra principalmente en los tipos de enfermedades crónicas en los cuales la toxemia intestinal haya sido la causa –en parte o por completo– y se han investigado centenares de casos. La relación con la enfermedad crónica de los organismos no fermentadores de lactosa que se encuentran en el contenido intestinal se ha establecido de un forma tan definitiva y ha sido aceptada tan universalmente por los bacteriólogos que no es necesario añadir más comentarios sobre este punto. La aceptación se basa en dos cosas: en primer lugar, estos organismos desempeñan un papel importante en la predisposición del paciente a las enfermedades crónicas, prácticamente de todos los tipos; en segundo lugar, las vacunas de estos bacilos son agentes terapéuticos valiosos y su utilización ha originado grandes beneficios. Baste decir que un gran número de enfermedades, que antes se consideraban sin remedio, ahora tienen curación.

      El número de variedades de estos bacilos no fermentadores de lactosa es elevado (sin duda pueden ser miles, si se examinan de forma detallada según las reacciones a los azúcares, etc.), pero, en cualquier caso, desde el punto de vista de la administración terapéutica de las vacunas orales, actualmente basta con dividirlos en siete grupos principales, clasificados según sus reacciones a cuatro azúcares, como puede verse en la siguiente tabla:

GlucosaLactosaSacarosaDulcita
Faecalis alkaligenesAlcalina---
Tipo DisenteríaÁcida---
Tipo MorganÁcida y gas---
Tipo GaertnerÁcida y gas--Ácida y gas
Tipo ProteusÁcida y gas-Ácida y gas-
Coli mutabileÁcida y gasÁcida y gas tardía--
Tipo Nº 7Ácida y gas-Ácida y gasÁcida y gas

      Existen dos requisitos para el tratamiento: 1) una investigación bacteriológica para averiguar si el paciente tiene una infección de uno de los tipos de organismos anteriores, y 2) una vacuna autógena o la vacuna polivalente del grupo específico al que pertenece el organismo que causa la infección.

      Para determinar si existe una infección intestinal, las heces del paciente se colocan en una placa del modo habitual, utilizando el agar McConkey, que contiene lactosa, peptonas, sales biliares y el colorante rojo neutro. Si hay colonias blancas presentes, éstas se extraen y se realizan cultivos, que se prueban con los cuatros azúcares, como se muestra en la tabla anterior, para averiguar a cuál de los siete grupos pertenecen. Debe tenerse en cuenta que estos organismos anormales no están presentes de forma constante y que hay fases positivas y negativas, exactamente igual que en el caso de los portadores tifoideos, de modo que con frecuencia es necesario realizar exámenes diarios hasta obtener un resultado positivo. Por regla general bastan tres o cuatro exámenes, pero en ocasiones es necesario continuar durante unas semanas, aunque más de tres es poco común.

      El método de preparación es el siguiente: un organismo incubado durante 18 horas en el agar se lava en 2 cc de agua destilada y la emulsión se elimina del modo habitual en baño maría a 60ºC, excepto que basta con 30 minutos, en lugar de la hora habitual. Se añade 1 cc de esta emulsión a 99 gramos de lactosa en un mortero y la mezcla se muele enérgicamente durante veinte minutos. El polvo resultante es la primera potencia de la vacuna. A continuación, se añade 1 gramo de este polvo a 99 gramos de lactosa y se muele de forma similar durante veinte minutos: así se obtiene la segunda potencia. Luego se añade 1 gramo de este polvo a 99 gramos de lactosa y se muele del mismo modo para obtener la tercera potencia, después se añade 1 gramo a 99 cc de agua destilada y se agita enérgicamente en un frasco; así se obtiene la cuarta potencia. El proceso se continúa añadiendo 1 cc de esta mezcla a 99 cc de agua destilada y de nuevo se agita bien; se repite lo mismo todas las veces, repitiendo la dilución y la sucusión49 (puede utilizarse la mitad o una cuarta parte de estas cantidades, en caso de considerlo más conveniente, siempre y cuando se mantenga la proporción.) Las potencias que se utilizan con mayor frecuencia son la doce y la treinta.

      Para la preparación de una vacuna polivalente es necesario obtener un gran número de cultivos del grupo específico, hasta acumular como mínimo cien, mezclarlos minuciosamente y, a continuación, tomar 1 cc de la mezcla y tratarla como se ha indicado previamente. De este modo se puede obtener una vacuna potente de cada uno de los siete grupos de cepa pura.

      Método de dosificación

      Se ha descubierto que en personas mayores y personas debilitadas, o en casos en que no sea deseable una reacción fuerte, es mejor empezar con una dosis de potencia doce, pero en personas más vigorosas es bastante seguro empezar con la potencia treinta. La dosis consiste en 3 o 4 gotas del frasco de concentrado añadidas a 1 oz (30 mililitros) de agua; debe administrarse en dos mitades durante un intervalo de cuatro horas, preferiblemente antes de comer. Es esencial esperar el resultado, dejando que transcurran como mínimo tres semanas antes de concluir que no se ha obtenido algún beneficio. En caso de mejoría, por pequeña que sea, no debe administrarse ninguna otra dosis, bajo ninguna circunstancia, mientras exista el más mínimo progreso –aunque esto pueda significar esperar semanas o meses– y sólo repetir la dosis cuando el estado pase a ser definitivamente estacionario o exista una tendencia a una recaída.

      Casos ilustrativos

      Caso 1. Srta. N. G., edad 35. Epilepsia. Los ataques empezaron a los seis años, con un promedio de uno a la semana. Madre epiléptica; padre alcohólico. El examen bacteriológico de las heces indicó un 20% de un bacilo anormal del tipo Morgan.

      28 de octubre de 1927. Primera dosis de la potencia doce. Se obtuvo una mejoría. Sin indicios de ningún problema durante un período de casi seis semanas, cuando tuvo lugar un ataque muy leve.

      7 de diciembre de 1927. Se repite la dosis.

      6 de febrero de 1928. Un ataque muy leve. Se administra la tercera dosis.

      El caso todavía está bajo observación. En total, han sido necesarias doce dosis durante casi dos años, la última administrada en mayo de 1929. Se han producido cinco ataques claros durante este período, el último de ellos el 21 de noviembre de 1928. Durante 1929, los síntomas más graves fueron un ligero vértigo y depresión en cuatro ocasiones.

      Caso 2. Sr. J. L., edad 44. Colitis crónica desde hace cinco años; heces blandas, frecuentes con gran intensificación de mucosidad, con ataques de diarrea cada dos o tres semanas. Debilidad general con una depresión marcada y dolores de cabeza frecuentes. El examen bacteriológico de las heces indicó un 90% de un bacilo anormal del tipo Proteus.

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